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[Capitulo realista, con comedia  y algo exagerado] Leer nota final






Sus piernas fueron directo a su vientre, sus manos apresando entre ellas su zona baja del estómago, haciendo todo sin querer lastimar al que estaba aún durmiendo a su lado. Lamentablemente todo se vio estropeado cuando un golpe seco dio contra el piso, había caído.

– ¡Mark! –su cuerpo quiso moverse con rapidez para poder verlo, más su estomagó se negó a aquello y simplemente una descarga de dolor le llegó directo al vientre. El agudo gemido de dolor y su cuerpo derrumbándose sobre el colchón fue la alerta roja para Mark.

–Oh dios.

–Mark, me duele mucho –sollozó, Mark no lo había notado sino hasta que sus ojos dieron con las mejillas húmedas de su menor.

–Oh mierda.

– ¡Mierda! –y aquello solo le hizo sentirse peor cuando la vio intentar pararse de la cama y verla caer de espaldas a esta nuevamente.

– ¿Qué es lo que te pasa? –Preguntó, algo bastante asustado. Jamás la había visto así.

–Mierda, duele mucho –susurró.

Y cuando intentó sentarse, abrió sus piernas solo un segundo, pero aquello bastó para saber el porqué de su dolor de vientre. Había sangre en su pijama. Su cuerpo se heló por un momento al pensar en que quizá Mark pueda ver aquello y en la vergüenza que sentiría. Se acomodó rápidamente y se cubrió con las sabanas.

– ¿Está todo bien? –preguntó Mark a su lado, preocupado por el repentino cambio de planes de esa bella mañana.

–Mark... –llamó en un susurro– Puedes salir por favor –pidió en un tono débil. Mark asintió sin que ella pudiera verlo.

Suspiró, acariciando por sobre las sabanas el cuerpo inmóvil de su menor, besando antes de ponerse de pie y salir de la habitación.

Solo cuando el sonido de la puerta cerrándose, SunHe salió de las sabanas para poder correr al baño y darse un rápido baño, no sin antes sacar las sabanas junto a su pijama blanco y hacerlo una bola, metiéndolos al cesto de ropa. Luego pudo darse su ducha tibia para bajar el abrumador sentimiento de querer llorar que llegó de repente.

Al acabar vistió su amado pantalón de tela color negro, además de una gran camiseta del mismo color. Prefería mil veces el perder todo su estilo de vestir a tener que correr el riesgo de una vergüenza.

Y ahí estaban de nuevo los malditos dolores. Se vio obligada a dejarse caer sobre sus pies, abrazándose para poder apaciguar el dolor.

– ¿SunHe? –la puerta fue tocada dos veces, no hizo falta decirle que entrara.

Sus ojos dieron en el desastre que había hecho la muchacha en el corto lapso en que él estuvo fuera, viendo las sabanas de la noche anterior en el cesto del baño con una mancha roja, además que la posición en la que estaba confirmaba sus sospechas. Su menor estaba en sus amados días.

–Mark, ¿Qué haces? –preguntó alarmada la menor cuando se vio alzada en el aire por los brazos de Mark.

–Cuidarte.

– ¿Qué? ¿Por qué? –la confusión era visible tanto en su cara como en el tono de su voz.

–Bebé, he estado cuando Sarah está en sus amados días y sé lo horrible que deben ser, no físicamente porque no los experimento –alzó sus hombros entre una risa que escapó de sus labios– Pero puedo notarlo en cuanto veo la cara de Sarah que es lo peor.

Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora