De la ida de Bang, dos meses.
Las seis y media de la tarde estaba marcado en el reloj de su muñeca, de quién en estos momentos estaba a punto de colapsar.
Su mirada pasaba de su muñeca a sus libros, de sus libros a su computadora que llevaba prendida bastante tiempo, de la computadora a la puerta y así sucesivamente.
Bufó con rabia ¿Siempre era así de impuntual? Lo dudaba, siempre que pasaba por el parque la veía antes de que sus amigos llegasen, y no es que la vigilara para saber si tiene pareja o no desde hace un tiempo, obvio que no, claro. Él solo la encontraba por coincidencia. ¿Acaso olvidó darle su dirección? Estaba seguro que se la había dado.
Si tan solo le hubiera pedido su número de teléfono, en estos minutos estaría cerciorándose de que estaba cerca o si al menos vendría. Pero no, no lo hizo. Se sentó nuevamente en el sofá, moviendo con inquietud su pie derecho que estaba sobre el brazo del sofá.
El timbre sonó.
Corrió directo a esta, no diremos que casi se va de cara al piso para no arruinar su reputación de chico rudo a el chico desesperado. Abrió la puerta con cierta esperanza de ver a aquellos ojos tan desafiantes, esa sonrisa llena de sorna y que con sólo unas maldiciones le volvía loco, ver sus cabellos que parecían seda. Pero, al contrario, solo vio a su hermana menor entrar con su mochila en mano y su teléfono en la otra, audífonos con música a todo volumen y su mirada en el chat que estaba en el teléfono.
– ¿No saludas? –le preguntó, al ver que su mimada hermana no movía su cabeza.
Esta le ignoró y pasó de él. Subió las escaleras con sus pies descalzos y su mochila a la rastra. Mark rodó los ojos y suspiró, era molesto esperar a que ella saludara después de que llegara y que esta pasara por alto su presencia. Cerró con fuerza la puerta, un quejido le alarmó.
– ¡Auch! –mierda.
Abrió la puerta lo más rápido que pudo, y ahí la pudo ver. Tirada en el piso con sus piernas algo rojas, su nariz sangrando y su mano tratando de parar el sangrado. Estaba muertísimo.
–Oh, Santo Dios –dijo algo alarmado– Ven, vamos a limpiarte –le ayudó a ponerse de pie, ganándose una mirada asesina de la menor. Juraría haber escuchado un gruñido.
– ¿Así recibes a todos?
–Lo siento, de verdad –se disculpó, guiándola al baño– No pensé que aparecerían así de la nada.
–Está bien.
Al llegar al baño, largó el agua del grifo y ayudó a la chica con su nariz, limpiando sutilmente la zona dañada. Un leve rojo aparecía en la punta de la nariz de la chica, haciendo que la rabia que antes había desaparecido, volviera.
–Joder ¿Se ve muy mal? –su mano fue directo a su nariz, gimiendo bajo al tacto. Tan doloroso.
–No, solo pareces Rodolfo el reno –comentó con cierta burla.
–Tu pareces una rata andante y nadie te lo dice –bufó.
Trató de alejarlo con un empujón, no estaba de ánimos para pelear ni mucho menos escuchar sus burlas. Tenía un maldito dolor en su nariz.
–Deja de ser así – el castaño frunció el ceño– El que debería estar enojado soy yo, no tu –continuó limpiando la sangre que aún no paraba– Siéntate ahí y tira la cabeza para atrás, iré por algodón –salió del baño. La chica quedo sola.
¿Era el mismo Mark de su universidad? Jamás lo había visto en esa faceta tan cariñosa y preocupada.
Haciendo caso a la petición del chico, hecho la cabeza para atrás. Se estaba comenzando a marear. Unos pasos se acercaron a la habitación. Abrió sus ojos para ver a quién esperaba, pero solo vio a una chica de no más de quince años.
– ¿Quién mierda eres tú y que haces en mi baño? –preguntó con molestia. Siendo irrespetuosa, obviamente.
– ¿Perdona?
– ¿Eres sorda? –sin duda debía ser pariente de Mark.
–A mí me respetas, mocosa –la muchacha se puso de pie, confrontándola de cara.
–A quien deberías respetar es a mí, esta es mi puta casa –se acercó amenazante a la chica.
– ¿Tus padres no te enseñaron a respetar a tus mayores? Vaya decepción deben estarse cargando a menudo –rodó los ojos.
La sangre había parado, eso era un alivio, al fin podría confrontar a la mocosa que tenía en frente sin tener la necesidad de afirmarse de algo por el mareo.
– ¿Escuché bien? ¿Con que ovarios me tratas así? ¡Es mi maldita casa! –espetó, haciendo más chillona su voz, de un empujón la sentó en el inodoro de nuevo– ¡Mark! –gritó, alargando la vocal.
Los pasos lentos y leves regaños venían acercándose al baño. Lo que vio le dejo helado ¿Se habían conocido las dos claras reencarnaciones del diablo?
– ¿Pasó algo en mi ausencia? –preguntó, sintiendo su sangre helarse por la mirada fría de su menor.
– ¡¿Quién es ella?! –le señaló con el dedo. La chica se puso de pie, Mark temió por su vida y la de su hermana en esos momentos.
–Disculpa –le tocó levemente el hombro, sonriendo con falsedad y tratando de controlar sus ganas de tomar los cabellos de la castaña y usarla de trapeador– Me llamo SunHe, y ahora –miró a Mark– Sácala de acá si no quieres que cometa una estupidez –le miró con odio, volviendo a dirigir su mirada asesina a la menor.
– ¿Tu? ¿Dañarme? ¡Ja! –dejó que una sonrisa burlona apareciese en sus labios– He estado tres años en defensa propia, soy la mejor de mi clase, soy cinta negra en karate ¿Te crees que podrás vencerme? ¡Por favor! Que chiste más bueno –comenzó a reír a carcajadas, falsas, claramente.
La mayor de las dos se acercó más, le miró un segundo de arriba abajo, la niña dejó de reír, esperando acción de la chica frente a ella.
–Lenta.
Fue lo único que dijo antes de darle un golpe entre el hombro y el cuello, viendo como el cuello de la mocosa se doblaba y su cuerpo caía desplomado al piso. Mark estaba más blanco que su amigo y artista favorito, Yoongi.
– ¡Sarah! –gritó, corriendo a recoger el cuerpo de su hermana. Llevándolo a su habitación bajo la atenta mirada de su ¿Amiga? ¿Son amigos siquiera como para llamarle así?
La chica se sentó de piernas cruzadas en el sofá, mirando a la pantalla de su teléfono.
Mark bajó minutos más tarde, viendo la tranquilidad con la que la chica estaba sentada en el piso, sus piernas cruzadas y su tronco esparcido por el piso.
– ¿Podemos empezar ya?
Sin duda, entre aquella chica y SunHe, no sabía cuál le tenía más loco. Se estaba perdiendo, por primera vez, a causa de algo que el siempre creía inexistente.
El amor.
|. . .|
Revisión [08.09.20]
ESTÁS LEYENDO
Amantes Enmascarados | Mark Lee | Libro#1
Fiksi RemajaComenzó con una noche de chicas, tragos que llevaron al lio que desencadenará la montaña rusa de sentimientos que jamás deseó. •Historia con contenido +18 •Menciones a algunas otras bandas de K-pop •Menciones a ships de otras bandas. •Capitulos rela...