23. Katerina.

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—¿Estás bien?—Elena llamó mi atención.

Veníamos en su auto.

—Sí—susurré sin apartar la vista de los arboles—, solo quiero dormir, eso es todo.

—Sabes que puedes hablar conmigo ¿No?—al escuchar sus palabras mis ojos se dirigieron a los pequeños hematomas en mis nudillos.

—Lo sé, Lena—recorrí mis mangas y la miré con una pequeña sonrisa—, pero estoy bien, lo juro.

Asintió no muy convencida mientras estacionaba frente a la casona de los Salvatore. Dejé que Elena fuera la que tocara la puerta mientras yo me mantenía callada a la espera de ser recibida.

—Hola Ciara—Damon nos recibió con un tono de voz muy calmado para ser él y con una sonrisa que bailaba entre lo amigable y nerviosa—Elena.

—¿Está Stefan?—ella preguntó—dijo que era importante.

—Sí—se hizo a un lado para dejarnos pasar—, por aquí.

Ella fue la primera en entrar y mientras yo lo hacia trataba de no concentrarme en el ojiazul que me miraba con ligera preocupación.

—Hola—nos giramos al escuchar el simple saludo de Stefan.

—¿Y que pasó?—Elena preguntó.

Stefan nos dio una mirada antes de dejarnos ver a la mujer detrás de él. Mi primer instinto al ver a Rose en la mansión fue tomar el arma que escondía en el pantalón y tratar de dispararle balas de madera.

—Ciara, espera—el agarre de Stefan me detuvo a unos pasos de mi posición anterior.

—¿Qué diablos hace ella aquí?—escupí molesta.

—Quiere ayudar—explicó tratando de calmarme.

—¿En serio?—pregunté incrédula—Porque la ultima vez que la vi, ella iba a entregarnos para un sacrificio.

—Hice lo que tenia que hacer para dejar de huir—9ese a su incomodidad y nervios, su voz salió firme.

—¿Sí?—traté de acercarme de nuevo, pero Stefan me sostuvo—Pues mira que bien te salió eso, tu único amigo está muerto, estás sola y sin un lugar al cual ir.

—Ciara—Stefan me regañó.

—¿Qué, Stefan?—lo miré afirmando el agarré en mi arma—Las personas mienten cuando están desesperadas, que estén muertas no lo hace diferente.

—Al menos puedes escucharla—me pidió con suavidad.

—Claro, luego tomemos unas mantas, comida y vayamos con Katherine para tener un pícnic amistoso—me burlé y Stefan me miraba de forma insistente. Bufé molesta—. Está bien.

Me miró agradecido antes de ir a la sala junto con Elena y Rose, mientras ella caminaba no dejaba de mirarla, desconfiaba de ella en muchos niveles y el que Stefan confiara en ella me causaba molestias.

—Esto me lo quedo yo—sin poder hacer nada Damon me arrebató el arma de mis manos—, solo por seguridad.

El recuerdo de esa noche o lo que parecía ser un sueño muy vivido, me abordó haciendo correr a mi corazón con tanta velocidad que era ridículo. Desvié la mirada y comencé a caminar a la sala.

—Como sea, puedo ponerme creativa para matarla—tomé asiento junto a Elena—¿Y bien?

Rosé tomó un largo respiro antes de comenzar a hablar.

—Ahora deben entender que solo sé lo que he escuchado durante años—comenzó con un ligero titubeo de voz—y no sé que es cierto y que es leyenda, ese es el problema con los vampiros, pero Klaus sí es real.

Oscuridad [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora