27.-Daddy Issues.

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Sus ojos se clavaron en los míos, con una diversión que lograba cubrir la calma que ella sentía en ese momento. Sus cabellos rubios caían sin ningún desperfecto enmarcando su rostro que dejaba ver la ausencia de pecados en su vida garantizando un vida plena y feliz con el hombre que amaba, pero la posibilidad de esa vida había terminado la noche anterior y lo único que mi mente recordaba era su grito desgarrados y el miedo en sus ojos, todo lo contrario a lo que la foto enmarcada mostraba.

La noche anterior John había llegado, no había deparado en el rencor que sentía hacia él hasta que Stefan me detuvo de golpearlo, por esa razón había trataba de mantener mi distancia de la casa Gilbert pero las cosas no dejaban lugar para el escape.

El evento en memoria de las victimas de Rose solo me hacían recordar los últimos momentos de la vampiro, sus ojos llorosos y las suplicas para que su sufrimiento terminara.

Una parte de mi tenia fe en que, después de quinientos años de miedo, se encontraba en un lugar mejor con todo lo que ella extrañaba pero la otra parte temía que en realidad no había nada más haya del sufrimiento, estos pensamientos provocaban tristeza y rabia en mi interior, Rose merecía más que oscuridad por lo que me mantendría con el pensamiento inicial.

—¿Estás bien?—Christian preguntó acariciando mis nudillos y yo asentí.

—Es solo que... murieron hace un par de días y el pueblo finge sentir su muerte.

—¿No es así con todos?—preguntó—La muerte existe a nuestro al rededor, y existe porque nosotros vivimos. Ellos la hicieron presente. Especialmente en un pueblo donde la mayoría de conoce.

—Quizás tengas razon—suspiré—, vamos, busquemos un ligar para ambos.

Christian asintió y caminó conmigo en busca de un lugar donde sentarnos hasta que mi arencion cayó en John quien se paseaba por la plaza con el rostro afligido e incomodo. Nuestras miradas se cruzaron, podía sentir mi sangre hervir mientras recordaba el ardor en mis pulmones y los gritos agonizantes de los vampiros.

—Ciara, supongo que al fin te dignaras en decir hola—fueron sus palabras al acercarse.

—Créeme,John, hola no entra en la categoría de las palabras que quiero decirte—sonreí con falsedad—, pero creo que algunas personas quedaría escandalizadas por mi vocabulario.

—Tomaré eso como un no—contestó y miró a Christian—. Me alegra ver que al fin estás con alguien que no sea Damon Salvatore.

—Con quien esté no es asunto tuyo—le gruñí—, así que por favor, vete al diablo.

Tiré de la mano de Christian para irnos lejos de él.

—Así que el tío de Elena no te agrada mucho—dijo cuando nos sentamos.

Resoplé.

—Ten una conversación con él y a ti tampoco te agradará—dije—. Es un imbecil.

La ceremonia estaba por comenzar cuando entrelazó nuestros dedos y colocó su mano libre sobre mi pierna.

—Escucha, puedo ver que estás tensa no tenemos que quedarnos—su voz fue suave y comprensiva—¿Qué tal si vamos por una malteadas al Grill?

Una sonrisa agradecida apareció en mis labios.

—Me encantaría.

Nos pusimos de pie sin soltarnos, tratando de no llamar la atención para irnos al Grill. Al entrar nuestros cuerpos chocaron con otros dos.

—Disculpen—él se disculpó sin notar quienes eran. Pero yo sí.

—¿Qué hacen aquí?—les pregunté.

Oscuridad [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora