28.- Crying Wolf

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El sonido de un teléfono creaba ecos distantes en mis oídos e intenté ignorarlo acurrucándome más en la cama improvisada que había creado en el suelo, pero alguien se negaba a hacer lo mismo que yo, provocando que cayera sobre mi.

—Mierda—gruñí más por enojo de ser despertada que por el dolor del golpe—, Elena.

Ella murmuró algo que no pude entender mientras se arrastraba sobre mi para tomar su teléfono.

—Elena—Caroline se quejó mientras que con torpeza subía al colchón acurrucándome a su lado.

No fue ningún problema caer dormida de nuevo, el problema fue despertar una hora después y por la misma razón que la primera vez, una llamada. Mi padre llamó para, de una forma sutil, obligarme a ir con él a algún evento de la sociedad histórica que la alcaldesa estaba organizando en honor a no sé quien, realmente mi mente viajaba entre el sueño mientras lo escuchaba hablar.

—Llegas tarde—mi padre me reprochó al verme en el sofá.

—No soy yo quien acaba de llegar—contesté y me senté—. Creí que tú y Jenna irían a la casa del lago de los Gilbert.

—Sí, pero ambos tenemos compromisos con la sociedad histórica—suspiró.

—Que estúpido—resoplé y él me miró con regaño—¿Qué? 

—Cuida tu lenguaje—rodé los ojos—, y no me ruedes los ojos.

—A la orden, señor—me acerqué y besé su mejilla—¿Cómo estuvo tu día de ayer?

—Cansado y con ganas de golpear a John—gruñó.

—A la fila—suspiré.

—¿Y el tuyo?

—Supongo que bien, al igual que tú, no golpee a John lo cual pudo hacer de mi día algo magnifico—reí y me detuve al recordar lo que me había dicho—¿Cómo se tomó Jenna lo de John?

—Nada bien—contestó abatido.

—¿Por qué no le dijiste la verdad?—me acerqué.

—No lo sé—confesó—. Quise hacerlo pero no quiero ponerla en peligro.

—Entiendo—lo abracé—, pero ella tiene derecho a saber.

—Lo sé—besó mi frente—. Ve a arreglarte, nos vamos en una hora.

[...]

El evento era todo lo que esperaba, sofisticado, con clase y con personas mayores que yo, dejando a mi como la única adolescente del lugar e incluso usé un vestido rosa pastel para no desentonar al recordar que estaba aquí por Jenna, quien le había pedido a mi padre que me informara sobre necesitar mi ayuda pues al parecer Elena se había librado al ir con Stefan a la casa del lago.

—Hola Jenna—saludé—. Te ves hermosa.

—Gracias, Ciara—tomó la mano de mi padre—. Tú igual.

—¿Y bien? ¿En qué me necesitas?—las tareas fueron simples, ayudarla a recibir a las personas que llegaban, nada exhaustivo. Iba a dejar mi lista con Jenna cuando choqué con alguien—. Disculpe, yo no quería golpearlo.

—No es ningún problema, querida—su acento ingles tensó mis hombros.

—Elijah—el original me miraba con una sonrisa luciendo esplendido en su típico traje, ¿Cómo era posible que alguien pudiera verse tan bien todos los día con el mismo atuendo?¿Qué haces aquí?

—Bueno, este es un evento en mi honor—contestó con orgullo.

—¿Disculpa?—casi me reí de no ser por Carol Lockwood.

Oscuridad [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora