Uno.

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PAX

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PAX

Lo primero que no esperaba cuando ingresó a la criónica años atrás, era despertar. Lo segundo, despertar sola, y lo tercero, que dos desconocidos le ofrecieran un lugar en su planeta.

Se cruzó de brazos, tratando de pensar con claridad, pero su cerebro estaba entumecido.

—¿Por qué? —preguntó. Su voz ahogada.

Milo sonrió con amabilidad como si hubiera esperado la pregunta. Ezekiel a su lado no se movió, mantuvo sus ojos en Pax.

—Ramé es un planeta con pocos habitantes —replicó—. Es una historia larga que estoy dispuesto a contarles cuando, si es que lo desean, lleguemos —continuó. Pax no habló, esperó porque dijera algo más. Milo, al notar que aún esperaba más información para convencerla, suspiró—. Sé que es una propuesta extraña. Hemos observado esta nave por mucho tiempo y estamos dispuestos a no solo darles un lugar donde vivir, sino también a traer a su gente de la Tierra.

Los brazos cayeron a sus lados antes de que pudiera contenerse. Las últimas palabras de Milo rebotaron en su mente como eco en una cueva. Milo pareció no darse cuenta del efecto que acababa de causar en ella o, si lo había notado, lo ignoró por completo. Lo observó de hito a hito, esperando captar algún engaño en su rostro. Mas, sus ojos claros no revelaban nada extraño.

—Tenemos que hablarlo —soltó Bellamy detrás de ella. Giró la cabeza confundida ante sus palabras. Bellamy apenas la miró; tenía los brazos cruzados, tieso en su lugar.

—Claro, claro —susurró Milo, asintiendo—. No esperaba lo contrario —agregó—. Ezekiel y yo estaremos fuera. Hemos conectado nuestra nave con esta, por lo que podrán buscarnos al final del pasillo.

—¿Qué ha pasado con nuestra nave? —preguntó Pax.

Milo no replicó.

—Tuvimos que soltarla —contestó Ezekiel en su lugar. Era la primera vez que lo oía hablar. Tenía el mismo tono amable y natural de su abuelo, solo que en él quedaba más atractivo—. No había opción —añadió mirando a Bellamy detrás de Pax. Carraspeó, volteando hacia su abuelo—. ¿Vamos? —preguntó. Milo asintió y ambos giraron hacia la puerta, cerrándola tras ellos.

Pax volteó sobre sus talones hacia la ventana. Su corazón se volvió a encoger ante la vista de la Tierra en tonos marrones. No estaba segura de qué esperaba ver.

—No podemos confiar en ellos —comentó Bellamy sin moverse de su lugar cuando Pax se detuvo ante la ventana. Podía ver su propio reflejo en el vidrio y el de Bellamy detrás, observándola preocupado.

—¿Qué otra opción tenemos? —inquirió, volteando y apoyando la espalda contra la ventana.

—Se deshicieron de nuestra nave y te despertaron sin tu consentimiento, ¿de verdad quieres poner tu vida en sus manos? —cuestionó en voz baja, como si temiera que fuera a escucharlos.

Vagary ll || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora