Veintinueve.

171 16 5
                                    

PAX

Giró la cabeza hacia Bellamy, quien yacía a su lado con los ojos cerrados. Hacía solo unos momentos observaba el techo, las luces blancas cada vez más tenues al tiempo que las flores en el cauce comenzaban a tomar más protagonismo. Se habían quedado allí durante todo el día porque Pax lo había pedido con la excusa de querer presenciar la apariencia del jardín cuando las flores blancas que iluminaban el lugar comenzaban a apagarse. Además, no quería dejar aquel mágico espacio. Se sentía cómoda, a salvo, llena de felicidad y amor.

Habían estado hablando de muchas cosas; sobre todo de la Tierra y cómo eran sus vidas allí. Cuando Pax contó la historia sobre cómo Eleanor la había conocido a Isabela: tras haberla ido a buscar a la salida de la Secundaria debido a que Pax había roto uno de los vidrios del salón de Química y la habían mandado a detención. Isabela, en ese entonces, tomaba el puesto de profesora de Historia y se había quedado después de hora. Eleanor se la cruzó en el pasillo y se acercó con la intención de preguntarle dónde estaba el salón de detención, ya que era la primera vez que Pax acababa allí. Al parecer, Isabela logró quitarle todo mal humor tras las malas noticias, debido a que Pax recordaba haber sido la última en el salón gris, observando las agujas del reloj moverse mientras el profesor Atticus, a cargo de detención, comía unas papas fritas directo del paquete.

Tras haber finalizado con el relato, se sorprendió al darse cuenta que no solo no había sentido ganas de llorar sino que hasta había logrado una sonrisa genuina; como si en verdad estuviera en una cita común y corriente, en la Tierra y Eleanor e Isabela estuvieran esperándola en la casa, sentadas en el living con el televisor prendido, esperando porque regresara con lujos de detalle.

Había sido un día espectacular. No cabían dudas. Acomodándose en el pecho de Bellamy, sonrió. Si tan solo pudiera quedarse allí unas horas más...

Pero estaba oscureciendo, las flores en el cauce brillaban más intensas y Pax sabía que estaba acercándose el momento de marcharse.

Tras un bufido, se sentó en su lugar. Bellamy estiró los brazos sobre su cabeza.

—¿Ya oscureció? —preguntó en voz ronca, también sentándose.

Pax sonrió con su mirada en el cauce; los brillos de las flores, blancos, rojizos y azulados, se entremezclaban entre sí, formando una pintura acuarela. Era precioso.

—Creo que ya deberíamos irnos, ¿no? —susurró cuando lo sintió acomodarse junto a ella.

—¿Te parece? —preguntó divertido, acercándose hasta besarle el cuello. Pax cerró los ojos un instante, su piel erizándose—. ¿Y si nos quedamos un rato más? —sugirió aún contra su cuello, moviendo el cabello de Pax hacia el lado contrario.

—Octavia estará preguntándose dónde estás —repuso con una sonrisa que se ensanchó cuando Bellamy la miró con el ceño fruncido.

—Octavia tiene a Harper —replicó con un tono ofendido y exagerado que la hizo reír.

—Sí, se han vuelto muy unidas, ¿no? —comentó solo para alejar la atención del trazo de besos que Bellamy había creado.

—Bueno... —murmuró pensativo—. Harper me cae bien, ¿qué puedo decir?

Pax rió, echándose hacia atrás. Las fuerzas que había juntado para salir del jardín se desvanecieron en cuanto Bellamy despertó.

—Se ven bien juntas —comentó cuando Bellamy se dejó caer a su lado, apoyando el codo en la arenilla y la cabeza en la mano—. No tan bien como nosotros, pero bien —bromeó arrugando la nariz. Esta vez, fue el turno de Bellamy en reír.

Vagary ll || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora