Treinta y uno.

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PAX

Apenas había pegado un ojo en la noche luego de un arduo día repasando el plan con Esme mientras esperaban por la comunicación de León, quien logró conectarse cerca de la noche. Esme le contó todo sobre lo que haría Pax y León acepto ayudarla en todo. Luego, Pax se animó a preguntarle si había noticias sobre Murphy y el resto. Con un nudo en el estómago, escuchó atentamente la respuesta de León: todo estaba muy callado. Milo pasaba más tiempo en su oficina que en el sótano, como si hubiera encontrado algo más importante y digno de su atención. Había dejado de lado a Ezekiel para concentrarse en una nueva mano derecha: Tiara. Una mujer que trabajaba en el sótano y que, al parecer, había entablado una relación de confianza con el líder de Ramé.

Según León, que lograba oír poco y nada a través de las puertas debido al aumento de seguridad, Milo sabía que había un traidor dentro del domo. Quería, no solo saber quién era el topo, sino también encontrar una vez por todas dónde estaba Esme escondida con el resto de su gente para atacarlos.

Ante esta nueva información, Pax supo de inmediato que había tomado la decisión correcta. Milo no los dejaría tranquilos, ni a los Hiwagas ni a ellos, Terrestres, mientras estuviera con vida. A estas alturas, dudaba que estuviera dispuesto a tomar otra solución que no fuera torturarlos en experimentos.

Con esto, Pax había dejado la oficina de Esme y dirigido a su cuarto, donde Bellamy ya dormía bajo las sábanas.

La temperatura había caído considerablemente, Pax vestía varias capas de piel que se quitó hasta llevar una remera sin mangas negras y un pantalón fino ajustado. No le agradaba llevar mucha ropa debajo de las sábanas ya pesadas.

Observó a Bellamy un instante más. Dormía boca abajo, con los brazos debajo de la almohada y el cabello enrulado y largo rebelde sobre su rostro. Incluso en la luz azul, Pax diferenció la sombra de una barba. Sonrió, imaginando que se habría quedado despierto, esperándola hasta rendirse al cansancio.

Ingresó bajo las sábanas, agradeciendo porque estuviera dormido. No quería hablar de lo que sucedería al día siguiente, quería disfrutar lo que quedaba del tiempo con Bellamy a su lado. Giró sobre sí misma, dándole la espalda y sintió de inmediato a Bellamy suspirar y acercarse a ella dormido hasta abrazarla. Empujó todo pensamiento sobre Ramé, Milo y Esme, fuera de su mente e intentó dormir.

Con Bellamy aún abrazándola, Pax repasó todo lo aprendido el día anterior. Supuso que había dormido al menos unas cuatro horas. Sus ojos luchaban por mantenerse abiertos. Le hubiera encantado rendirse, pero apenas los cerraba, su mente se encendía al igual que una alarma programada, haciéndole imposible el trabajo de dormir.

Por suerte, Bellamy suspiró.

—¿Estás despierta? —susurró contra su cuello; podía sentir la respiración rozar con su piel.

—Sí.

Hubo un silencio.

—¿Cuándo te irás?

Esme le había dicho que Kia iría a despertarla. Lo mejor para su protección era que volviera a Ramé de día, debido a que las criaturas del bosque solían salir por la noche. La imagen de la víbora cerniéndose sobre ella la noche en la que llegó a Kiwaga la inundó y no encontró objeción alguna.

—En un rato —replicó con un suspiro. Prefería estar despierta cuando Kia fuera a su habitación; quería que la despedida fuera lo más corta posible. No estaba acostumbrada a esto y esperaba no tener que estarlo jamás.

Se sentó en la cama, dándole la espalda a Bellamy.

—Supongo que no hay nada que pueda decir para convencerte —murmuró.

Vagary ll || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora