«Capítulo 5»

1.8K 249 40
                                    


Wonwoo podía verse a sí mismo en la ciénaga con los demás, apartando las ramas que le laceraban la cara, con los pies hundiéndose en el lodo mientras buscaba a Bohyuk desesperadamente. La verdad, en cambio, era que estaba tumbado en una camilla en el compartimento trasero de la ambulancia de camino a cincuenta kilómetros al noreste, donde se encontraba el hospital más cercano.

Mantenía la vista fija en el techo de la ambulancia, todavía temblando y mareado. Quería quedarse en la ciénaga; había suplicado que le permitieran quedarse, pero le habían replicado que para Bohyuk era mejor que se marchara en la ambulancia. Allí no haría otra cosa que obstaculizar la búsqueda. Wonwoo había contestado que no le importaba y se había empecinado en bajarsede la ambulancia y exponerse de nuevo a la lluvia, convencido de que su hermano lo necesitaba.

Como si estuviera en pleno control de sus facultades, había pedido un impermeable y una linterna. Tras dar un par de pasos, sin embargo, el mundo había empezado a girar vertiginosamente a su alrededor. Se había inclinado hacia delante, sin controlar sus piernas, y había caído de bruces. Dos minutos más tarde, la sirena de la ambulancia rugía como si le fuera la vida y él iba de camino al hospital.

Aparte de temblar, no se había movido desde que lo habían tumbado en la camilla. Tenía las manos y los brazos inquietantemente paralizados. Su respiración era rápida y poco profunda, como la de un cachorrillo. Su piel tenía una tonalidad cerosa, como enferma, y a causa de la última caída se había vuelto a abrir la cabeza.

—Tenga fe, joven Jeon —intentaba calmarlo el enfermero. El joven acababa de tomarle la presión. Pensaba que tenía una conmoción—. Conozco a esos chicos. Ya se han perdido otros chiquillosantes por aquí, y siempre los han encontrado. Usted también se pondrá bien —continuó el enfermero—. Dentro de un par de días, ya podrá andar de nuevo.

El compartimento de la ambulancia quedó sumido en un silencio sepulcral durante un minuto. Wonwoo continuaba con la vista clavada en el techo. El enfermero empezó a tomarle el pulso.

—¿Desea que llame a alguien cuando lleguemos al hospital?

—No —susurró el pelinegro—. No tengo a nadie.

Mingyu y los demás llegaron al lugar donde había encontrado la mantita y empezaron a desplegarse. Él y otros dos hombres se dirigieron hacia el sur, adentrándose en la ciénaga, mientras que el resto del dispositivo de búsqueda avanzaba hacia el este y el oeste. La borrasca no amainaba; la visibilidad en la ciénaga era de apenas unos metros.

Al cabo de unos minutos, Mingyu ya no podía ver ni oír a nadie, y sintió una angustiosa sensación de asfixia en el pecho. Atrás quedaba el subidón de adrenalina que lo había invadido antes de la búsqueda. Todo parecía posible, pero ahora le tocaba enfrentarse a la cruda realidad. Kim había participado antes en otras operaciones como aquella; de repente, tuvo la certeza de que en aquella misión no había suficientes hombres. La ciénaga de noche, la tormenta, un niño que no podía contestar cuando lo llamaban por su nombre... Cincuenta personas no bastarían, quizá ni siquiera cien. La forma más efectiva de buscar a una persona que se había extraviado en el bosque era estar a la vista del primer compañero, tanto por la derecha como por la izquierda, es decir, con un equipo compacto que avanzara a la vez, casi como una banda ambulante. Si permanecían juntos, podrían barrer la zona aconciencia y con rapidez, sin temor a dejar ningún espacio por explorar. Con diez hombres eso era imposible.

Apenas unos minutos después desepararse, todos los miembros del dispositivo de búsqueda se habían quedado solos, completamente aislados. Se limitaban a recorrer el terreno en la dirección que habían elegido, apuntando las linternas a un lado y a otro, a su alrededor: era como buscar una aguja en un pajar. Encontrar a Bohyuk se había convertido en una cuestión de suerte, no de destreza. Recordándose a sí mismo que no debía perder la fe, Mingyu se obligó a seguir adelante, bordeando los árboles, pisando la tierra cada vez menos firme.

Rescued ➳ MeanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora