Capítulo 18

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El solado y la sirvienta•

Mientras tanto, en la cocina real. El soldado, de cabello negro verdoso me miraba fijamente. Hace unos minutos había dicho unas palabras muy fuertes para mí, nunca pense que a mis dieciséis años alguien me hablara de matrimonio. No sabía como reaccionar...

Agarré duro la falda de mi uniforme y gotas de agua, caían de mi oscuro vestido. Como anteriormente estaba lavando los platos, era de esperarse que estuviera mojado, algo que veía normal... Pero para Alan, eso aumentaba su lástima y ganas de llevarme a su hogar.

"Hermosa princesa de los sirvientes, ¿que dice? ¿Acepta mi oferta? ¿acepta mi petición de que sea mi futura esposa?"

Todas las sirvientas que estaban escuchando, comenzaron a verme con una expresión que me decía de todo. Claro, lo que hacían entender no era nada bueno.

Deje de prestarles atención a ellas y respire hondo, dejando de lado la timidez. Y negue con mi cabeza.

Alan, se sorprendió. Luego, comenzó a decirme las razones por, la cual, debía irme con el y aceptar su oferta. Se notaba que estaba pensando en mi bienestar y que se preocupaba por como me trata el príncipe Erick.

¿Habrán rumores afuera sobre mi y como me trata el príncipe? Lo dudo, después de todo, es Erick.

El príncipe que todo el mundo cree que es "misericordioso" y "amable". Además los sirvientes que estan junto a mí y me ven todos los días, piensan lo mismo de el, así que, de seguro, el se dio la idea al ver como fue Erick conmigo hace un rato.

"Es usted muy considerado, pero no gracias" Con seriedad levante mi cabeza y lo miré firmemente.

— Pero ¡vivirás mejor en Airthoria! — Exclamo Alan, intentando, otra vez, convencerme.

"¿Acaso te gusta que te traten mal?" Preguntó después.

Negué con mi cabeza, cuando el termino de decir la pregunta.

"Entonces, ¿porque quieres quedarte aquí?" Nuevamente hizo otra pregunta, pero con un tono de voz que hacía notable su confusión.

— Por razones que no entenderías... Y que no quiero explicar.

Actúe muy sería con el al responder esa pregunta. Si actuaba suavemente podria seguirme haciendo preguntas. Algo que no quería que pasará.

Hablar de mí, a personas de este mundo que todavía desconozco. No es algo que me guste, aun a las sirvientas que le tengo confianza, no les hablo mucho de mí y de donde vengo.

Por eso uno que otro de mis compañeros dicen que soy de "desconfianza" porque lo unico que saben de mi es que huí de la guardia real y creen que es porque "cometí un delito" y por esa razón, gracias a la "misericordia del principe Erick" puedo trabajar en vez de vivir toda mi vida en un calabozo.

Solo Adeline, Yalitza y unos pocos sirvientes, no le toman importancia a lo que dicen de mi.

***

Alan, dio unos pasos hacía atrás. Le sorprendía que mi carácter es muy distinto a las chicas que había conocido y que no estuviera interesada en el, eso le sorprendía aún mas.

Se rindió rápido como inició su interés por mí. Me hizo una reverencia y se fue, terminando su misión sin decir nada a nadie.

Aquella avioneta que vi, en pocos minutos, la vi volar alejándose del castillo.

Todo había vuelto a la normalidad.
Bueno, solo para mí~

Porque dentro del palacio, dos hermanos creían que todavía estaba conversando con Alan... Erick y Minna, estaban encerrados en sus pensamientos y no llegaron a escuchar el sonido de la avioneta.

"¡No puedo dejarla ir! Si saben que no es de este mundo-" Levantándose de un golpe, Erick fue corriendo hacía la puerta "Kimberly... No aceptes" Dijo en susurro.

Y apresurado abrió con fuerza la puerta y salió corriendo de su habitación. Pasando por los pasillos y bajando las escaleras.

"¡¿Alteza!?" Asustada y sorprendida, una sirvienta se hacía a un lado para darle paso al príncipe.

— ¿Donde esta, Kimberly? — Pregunto el, diciendo por primera vez mi nombre en voz alta — Necesito hablar con ella.

— N- No lo se, alteza. La última vez que la vi, estaba en la cocina conversando con un chico apuesto.

— Y ¿cuando fue eso?

— Hace... Menos de diez minutos, príncipe Erick.

Con un gruñido, el nombrado se dio la vuelta siguiendo su camino.

***

En una oficina real.
"Mi hada, ¡se la quieren llevar!" Gritaba Minna, jalando a su otro hermano de la mano, mientras este preguntaba: ¿Que hada, Minna?

— ¡La hada de los dinosaurios! Corre Ancel, hay que detener al villano.

Confundido Ancel, la seguía — Esta bien. Moshe, iré a salvar a una hada.

— ¿Que cosa, alteza?

Sin entender, Moshe miro como Ancel seguía a su hermana. Debe ser un juego de hermanos, pensó el.

La preocupación, estaba andando por los pasillos del palacio. Los dos hermanos menores, corrían con gran desesperación y uno de los mayores seguía a su pequeña hermana. Viendo como ella estaba pálida, y como seguía corriendo apesar de que casi no tenía aliento.

— Minna — Dijo el — ¿Me puedes decir donde esta tu hada?

La nombrada, no respondió porque ella no sabía donde podría estar su hada pero se imaginaba que estaría con los demás empleados.

Al frente suyo, vieron a Erick pasar corriendo directo a la cocina real. Ancel comenzó a preocuparse.

"Minna, salvemos a tu hada después" Dijo el.

Luego desapareció.
La princesa se enojo — No habrá después, si se va — Y corriendo fue a seguir a Erick, tal vez el también quiera salvar a la hada.

La Sirvienta De Un Príncipe ¿Pequeño? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora