•En la frontera•
4 P.M
Horas después, llegué a la frontera de Porthial a Wenthrial. Un guardia se paro al frente mio, impidiendome pasar...Tenía que darle alguna identificación o un papel (algo asi como un pasaporte) para pasar al siguiente reino. Como no tengo ninguno, no me quedo de otra que darle la carta que escribió el Príncipe Elias.
El guardia leyendo la carta, abrio sus grandes ojos. Luego me fruncio el ceño.
Me dejo pasar pero me dijo que me estaría vigilando. Que molesto.
Alzando nuevamente mis maletas, pase y encontre un carruaje azul oscuro que a la luz del sol se aclaraba su color y sus bordes dorados lo hacían ver elegante.
No creo que ese sea el carruaje que me esta esperando...
Volví a ver hacía los lados, hay tantos carruajes que es imposible encontrar el correcto. Pero un hombre como de treinta años se paro al frente mio.
— ¿Es usted la señorita Kimberly? Me preguntó.
Ese hombre vino del hermoso carruaje... Volviendo a verlo, asentí preguntándome ¿Como lo supo?
El hombre miro al guardia que me miraba con los ojos semicerrados. Al darme la vuelta, vi la respuesta a mi pregunta.
Ya entiendo... Entonces, pudo saber que era la que esperaba porque soy la unica que es exiliada del reino Porthial. Y por la actitud del guardia que lo hacia evidente.
Dejando escapar un suspiro, senti como el hombre me extendió la mano. Sorprendida me aparte inconscientemente un poco de el y levante mi cabeza para mirarlo.
— Sus maletas, por favor. Dijo usando tono de mayordomo.
— Ah... Ok.. — Dandole las maletas, use un tono silencioso— Gracias...
— Señorita, por favor sigame.
Siguiéndolo, me acerqué al carruaje. Me detuve a hablar con el chochero y le di la carta que me dio la señora Sara.
El hombre salto de alegría al leerla y me sonrió. Extrañada, me quede mirándolo.
No se que pasa aquí, pero bueno...
Abriendo la puerta del carruaje, los dos hombres me vieron entrar. Mientras que yo me sentía perdida. No tenía ganas de sonreír, ni tenía animo para ver algo bueno de sus reacciones.
Debido a que por ratos pasaban por mi cabeza imagenes de todos mis seres queridos que deje en Porthial y en mi mundo. Es doloroso pensar que todo lo dejare atrás y que nunca los volvere a ver.
Como hice en el Tranvia aunque en esa vez era una sonrisa nerviosa, ahora es una sonrisa fingida para ser amable con ellos dos. Luego una sirvienta llego, se inclino disculpándose por la tardanza y entro al carruaje sentándose de lado al frente mio.
"Le compre unos bocadillos, señorita Kimberly" Dijo enseñando una cajita blanca que tenía en sus regazos. La caja estaba llena de postres adentro.
Mirándola agradecí, "Los comeré, después. Gracias" Ocultando mi desánimo.
La sirvienta se sintió feliz de escuchar eso. Una sonrisa llena de felicidad se formo en su pequeño rostro.
(Contándoles un poco de ella; Es una chica de un año menor que Erick, es decir, tiene 13 años. Cabello negro y ojos azules llegando a color morado)
El cochero acercando su cabeza adentro del carruaje me mencionó que el viaje sería largo, nos vamos a otro reino donde allí esta la casa.
"Esta bien"
Al terminar de decir esas palabras, el cochero hizo una reverencia y cerró la puerta. Mire la ventana observando todas las personas caminar...Cuando el carruaje comenzo a moverse, al rato timidamente la sirvienta bajo su cabeza diciendo:
— Disculpe, señorita Kimberly... ¿Como esta El Verano?
"¿Huh?" Volví a ver la ventana y la volví a ver: — Allá en Porthial esta en invierno igual que aquí...
La sirvienta levanto la cabeza, su boca abierta expresaba que le sorprendió mi respuesta y después se río.
Mi confusión crecio. No entendía nada pero siento que pronto sabre a que se refiere. Luego, me sentí contenta de escuchar a la sirvienta contandome con tanta emoción acerca del reino hacia donde íbamos y de la casa donde voy a quedarme un tiempo.
Me recuerda a Minna... Solo que mas madura y mas expresiva. Y su tamaño me recuerda un poco a Erick.
Sonriendo con nostalgia, mire la ventana.
"¿Señorita Kimberly...?"
Volviéndola a ver, baje la cabeza y la volví a subir "Perdón, me distraje... Emm ¿Que decías? "
La sirvienta, bajo su cabeza «No era nada...» Respondió.
Notando su preocupación, comence a pensar: Debo dejar de lado la nostalgia, la vida sigue y no me quedaré mirando hacía atrás para siempre.... Levantando mi animo, volví a ver a la sirvienta.
— Sabes, me gustaría probar uno de esos deliciosos postres que tienes.
La sirvienta alzó su cabeza, su boca abierta se cerro y formo una sonrisa. Luego, acercándose a mi con la cajita. Llena de emoción comenzo a contarme de que sabor era cada uno.
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La Sirvienta De Un Príncipe ¿Pequeño?
Roman pour AdolescentsEn mi vida pasa lo que no espero y espero lo que no pasa... Puedo decir que mi vida esta llena de viajes inesperados. Aunque en un comienzo no era así... ¡Quien diría que una equivocación puede cambiar tu vida! De una chica normal a una sirvienta•