Capítulo 5: Por Siempre

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Tendido en el suelo, cual cadáver. Mi cuerpo se aferraba al frio pavimento, como queriendo que este lo tragara. Frio y soledad, era lo único que describía mi entorno. Pensaba en las posibilidades de que esas cosas hayan invadido la ciudad, esa puede ser la razón de que me encuentre solo en este lugar. Puede que me haya golpeado la cabeza dentro de esa casa, por eso tengo amnesia. Tal vez pueda escapar, reencontrarme con alguien que conozca, alguien que me pueda decir quién soy.

Apoyado en mis manos, intenté levantarme, pero mis esfuerzos habían sido en vano. Mi cuerpo aún no estaba recuperado, y el clima no ayudaba en nada a su curación, aunque debo admitir que ahora siento un poco menos el dolor. Me arrastré hacia la puerta de la casa negra, tenía que ver aquel celular, debía saber si acaso tenía algo para poder recordar. Llegué a la puerta y entré a la habitación. Acto seguido, tomé el celular y lo encendí. Solo tenía una aplicación, una maldita aplicación de mensajes. Había un mensaje en esta, decía:

"No abras la puerta esta noche. Compartirás tu luz cuando el trato sea claro, mas ellos no entienden de razones."

-¿Otra vez las cosas del museo?- Mis ojos se abrieron como platos.

No iba a quedarme para averiguarlo, tenía que salir de ahí. Pero, mis fuerzas no eran las mismas, sangre seca adornaba mi playera, punzadas lastimaban mi cabeza, solo quería cerrar los ojos y... ya no despertar.

"¿Qué es lo que digo?" Pienso.

-Yo...- apenas y puedo emitir sonidos.

Apretaba mis puños con firmeza, escuchaba un susurro a lo lejos, como si algo me llamase. Era... era mi propia voz.

"¿Quién me ayudará ahora? Si aquellas cosas los han matado, no habrá nadie que me levante. Si me rindo hoy, nadie me salvará mañana. Necesito poder sobrevivir, necesito más fuerza... ¡Necesito vivir!"

"El perro y el lobo se mezclan entre los cazadores, uno es amigo y el otro enemigo. Sin embargo, ¿cómo puedes distinguir la diferencia, si ambos tienen colmillos? Cadenas te atan a su aullido, ¿Lo escuchas? Pide perdón por permitir que tus migajas hayan caído en sus manos, por el simple hecho de no ver lo que es invisible. Caerás, tú que por tus deseos serás despojado de la diferencia, veré cómo te hundes entre los muertos, aun estando vivo. Primer aullido, primera petición." Escuché la misma voz del supermercado.

-Tu eres... ¡AAAAAAAHHHHHHHHH!- Solté un grito desgarrador que impidió terminar la oración.

Mi piel, mis heridas... ¡TODO MI CUERPO ARDIA!

Esto era peor que la mañana, vapor salía de mis heridas abiertas, podía ver cómo estas eran cicatrizadas. Escuchaba a alguien orar en mi cabeza, sangre volvía a salir de mis ojos, al igual que de mi boca. Me retorcía en el suelo, mientras gritaba sin parar, a veces ahogándome en la sangre que salía en abundancia de mi boca, la cual estaba hirviendo. Podía ver como un charco carmesí me rodeaba, lanzando vapor rojizo. No sabía que mi sangre podía hacer eso. Una brisa de este vapor comenzaba a rodearme como el humo negro, cuyo recuerdo aparecía de inmediato en mi mente.

Mi temperatura aumentó, podía sentir cómo mi piel era rasgada, mis ojos perdían su visión, mis gritos eran aplacados por la sangre, mi carne era calcinada. Hasta aquí había llegado mi existencia, prefiero eso.

"¡MATAME!" Grité en mi mente, esperando a que él terminara con mi sufrimiento.

No había respuestas.

-¡MATAME!- Me desgañité- ¡AAAAAAHHHHHH!- Di un último grito antes de perder el conocimiento.

No sé cuánto tiempo estuvo inconsciente, simplemente desperté de la nada y moví mis extremidades.

Pude moverlas sin dolor alguno, no podía creer lo que veía: Mis músculos estaban marcados, no eran los que uno presumiría, solo estaban marcados. Mis heridas habían desaparecido, mi palma estaba como nueva. Pasé mis dedos por mi frente, tanteando con las yemas aunque sea una cicatriz, mas no logre sentirla. Me sentía como nuevo, recuperado en todos los sentidos.

"Gracias." Espero y esta vez me haya escuchado.

Debo de admitir que sus métodos no fueron los que me gustaría recibir diario, sin embargo, me salvó de una muerte segura.

Salí de la habitación con celular en mano y conseguí un coche automático. Logré arrancarlo y, aunque me costó un poco mantenerlo en un solo carril, pude hacerlo andar a una velocidad considerable sin perder el control.

No tenía rumbo fijo, solo aceleraba siguiendo todo recto por calles fantasmas. En más de una ocasión sentí una mirada sobre mí, así que aceleraba y cada cuanto miraba por el retrovisor, notando algunas siluetas que se ocultaban en los edificios. Me estaban siguiendo, pero ahora no tenían manera de alcanzarme.

Una sonrisa se formó en mi rostro y no pude evitar sacar mi dedo medio para burlarme de esos Hunters (Si: le puse ese nombre para no decirles "cosas" o "seres" muy seguido).

Puedo decirles que encontré a las personas, que encontré una zona segura o que simplemente esto ha sido un sueño. Que mas quisiera que esto solo sea una pesadilla, despertarme y saber que esto no está pasando. Llegué a los límites de la ciudad, la carretera se cortaba a unos metros después del último edificio. Frené, bajé del auto y me coloqué al borde de aquel precipicio.

La ciudad estaba suspendida a Kilómetros del suelo, veía todo lo que estaba bajo a mí: Era una zona en la que solo veía suelo gris y un espantapájaros en el centro. Este levantó la cabeza y, como si me pudiese ver, me señaló con el índice.

"La sangre que corre por tus venas, la piel que cubre la carne muerta, los ojos en llamas, todo lo que te construye será lo que maldecirás cuando sepas lo que has perdido." Escuché su voz, el espantapájaros me habló telepáticamente.

Me alejé de la orilla, caí de rodillas y golpee el suelo con ambas manos.

-Estaré aquí... para siempre- Mi voz se cortaba, las lágrimas brotaban. No veía salida, no estaba en casa, no estaba soñando. No había humanos, no había lugar seguro, no había escapatoria, solo yo y ellos-. Para siempre- Repetí.

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