Capítulo 17: Tregua Navideña Parte 4

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La nieve no paraba de caer, Eliza veía, desde una ventana, los copos de nieve caer y mezclarse entre sus iguales. Karasu y Tadeo estaban sentados en una mesa en una partida de ajedrez.

-He regresado- Alejandro entró a la habitación sin previo aviso, sorprendiendo a los que ahí estaban.

-¿Nos has traído regalos?- Pregunta Tadeo.

-No.

-Aburrido- Decía Eliza.

-Hablando de ello, contigo tengo un asunto pendiente- Alejandro señaló a Eliza.

-¿A qué te...?- Alejandro llega junto a ella y plumas negras comienzan a rodearlos, transportándolos lejos de la escuela.

-¿Dónde fueron?- Preguntaba Tadeo.

-¿No es obvio?- Respondió Karasu.

-Es verdad. Bueno, ya que ellos se fueron a hacer eso, nosotros podemos...

-No.

-Pero...

-No.

-Dejaré que seas el activo.

-No.

(En un edificio alejado)

Alejandro y Eliza aparecen en una habitación. Ella se ve confundida, pero a la vez entiende lo que pasará esa noche. Su temperatura comienza a elevarse y un hormigueo le recorre el vientre. Era el momento de saciar el libido oculto.

-Bueno, ya es hora- Alejandro se quita el saco de Santa Claus, dejando su torso desnudo al aire-. Disfruta tu regalo, señorita.

Eliza toma a Alejandro de la nuca e inclina su cabeza para comenzar a besarlo apasionadamente. Alejandro la tomaba de las caderas, dirigiéndola al borde de la cama y recostándola sin despegar sus labios de ella. Eliza Acariciaba la espalda de Alejandro, mientras introducía su lengua en la boca de éste, moviéndola de un lado al otro con suavidad, mientras que Alejandro le seguía el ritmo. Alejandro acariciaba el vientre de Eliza con la yema de sus fríos dedos, lo que provocaba que ésta se estremeciera al contacto. Alejandro rasgó la blusa de Eliza, dejándola con sus pechos al aire libre.

-Te dije que me vengaría.

-Y a mí se me olvidó mencionarte que no llevo ropa interior.

Alejandro masajeaba con suavidad los pechos desnudos de Eliza, a la par de que le besaba el cuello. Eliza comenzaba a jadear y sentía cómo su cuerpo aumentaba más de temperatura. Alejandro bajaba sus labios hasta los pechos de Eliza, aprisionando uno y pasando su lengua ligeramente por el pezón. Eliza tomaba a Alejandro del rostro y lo levantaba, para luego bajar sus manos por el abdomen de éste y llegar a su pantalón, desabotonándolo al instante y bajándole el bóxer, dejando ver su pene erecto. Eliza lo sujetaba y lo masajeaba lentamente, besando el abdomen de Alejandro. Alejandro, siguiendo su ejemplo, le quitó el pantalón a Eliza y comenzó a pasar sus dedos por los labios de su vagina, sintiendo cómo poco a poco ésta iba humedeciéndose.

-Ale...- Eliza hablaba entre suspiros de placer-... estoy lista.

Alejandro se posicionó encima de ella, tallaba su pene en el exterior de su vagina y lo iba introduciendo poco a poco, provocando que Eliza gimiera un poco. Alejandro sentía cómo la vagina de Eliza aprisionaba su pene y eso le provocaba más excitación. Eliza movía sus caderas con suavidad y de manera sensual, introduciendo por completo el pene de Alejandro dentro de ella. Alejandro comenzó a sacar y meter su pene con lentitud, siguiendo el ritmo de Eliza, aumentando de intensidad a cada segundo que pasara.

Gemidos, suspiros y jadeos salían de la habitación, la sangre y el sudor se mezclaba con las sabanas. El dulce veneno llamado lujuria se había adentrado en la piel de ambos Vampiros, embriagándolos del deseo mutuo. Eran corrompidos por el placer y los sentimientos encontrados. Simplemente una combinación caótica, mas eso era algo satisfactorio para ambos. Eliza arañaba la espalda de Alejandro y lo besaba apasionadamente, mientras su cuerpo se estremecía con cada embestida del Vampiro. La lujuria nunca antes había estado al rojo vivo en ambos, el placer no se detenía y la oscuridad era la única testigo de aquel desafío que dos Criaturas de la Noche le hacían a Dios con sus depravaciones. Saciando sus fetiches, cambiando de posición, dejándose llevar por la pasión, envidiable para cualquiera que lo presenciara.

Un último gemido hizo eco en la habitación, tanto Eliza como Alejandro habían llegado al clímax. Eliza manchando las sabanas con sus fluidos vaginales, mientras que Alejandro llenaba de su semen a Eliza. Ambos quedaron exhaustos, abrazados sobre la cama y viéndose fijamente.

-Ale... Te amo.



Puesdes comentar aquí Jennifer_Gual

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