Capítulo 6: Primera Noche

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Silencio absoluto, lámparas encendiéndose y un chico en la calle, errabundo y cabizbajo. Palabras que describían la escena, aquel momento en que la desesperación y resignación me aprisionaban en un estado de abatimiento total.

Un canto se escuchaba a lo lejos, eran graznidos que terminaban con la calma de este lugar. Sin importarme, seguí con dirección a la casa dónde guardé las cosas. Para mi sorpresa, nada me acechó por el camino, creo que ya sabían que yo me di cuenta que no hay salida, tal vez eso les da más confianza para cazarme con total calma, a la espera de que mi cordura se destruyera, así como mis esperanzas.

Llegué y guardé algunos alimentos en una mochila que me había encontrado en una de las habitaciones. También guardé algunas cosas en esta: Como un cuchillo, el cuaderno, una botella de agua y un encendedor. Me iría a la casa negra y pasaría la noche ahí. Quizá reciba otro mensaje cuando esté adentro, ya que, hasta el momento, no me ha llegado ninguno.

Salí de aquella casa y caminé hasta el refugio. Ya estaba oscuro, aun así, el alumbrado público daba buena iluminación en las calles.

Me instalé, dejando todas mis cosas sobre el suelo, pues no había nada donde ponerlas. Tal vez busque algún mueble mañana.

Ahora, estoy dentro de una tienda al lado del refugio en donde estaba, comiendo unas frituras que me había encontrado.

Escribo todo esto en el cuaderno, que se ha vuelto un diario en el que llevaré registro de todo lo que acontecerá de hoy en adelante, con la ilusión de que, si vuelvo a perder la memoria, con este diario recordaré todo de nuevo. Lo protegeré con mi vida si es necesario.

Y así es como comienza el día 0, justo a las 8:00 PM. En una tienda de abarrotes.

Iré a dormir. Espero y mañana sea un mejor día.

Por lo menos hay luz eléctrica.

Son las 12:00 AM del día 0. Escuché un ruido en la calle, se asemeja a pasos delicados que caminan sobre el asfalto.

Salí de donde estaba y miré hacia la dirección de dónde venían los sonidos. Una sonrisa se formó en mi rostro al ver que un niño estaba caminando por la calle, con la cabeza hacia agachada.

-¡Oye! ¿Estás bien?- Grité con notorio entusiasmo.

Al fin había alguien aquí, tal vez haya más personas desperdigadas por la ciudad. Me acerqué lentamente hacia él.

-Hola, soy…- Una leve pausa se hizo presente, pero un pensamiento fugaz la completó-… Alone- El recuerdo de aquellas letras y la soledad hicieron que me auto nombrara con aquella palabra que significaba simplemente: Solo.

-Alone…- El niño repitió mi “nombre”.

-Así es. ¿Cómo te llamas?- Afirmé y rematé con una pregunta con un tono de voz que inspiraba confianza.

El niño levantó su cabeza, hasta que su rostro era visible.

Mi semblante amable se transformó en uno de terror absoluto. Las frituras de mi estómago subían por mi garganta, ya podía degustar su agrio sabor luego de haber entrado en contacto con mis jugos gástricos.

Ese niño no tenía ojos, solo estaban sus cuencas vacías. Su piel era blanca como la nieve, su cabello negro y despeinado. Además, tenía una grotesca sonrisa que, literalmente, estaba de oreja a oreja, cortando sus mejillas a la mitad y dejando ver una hilera de dientes ensangrentados.

Di un paso atrás por puro instinto, cosa que no le agradó a la criatura que estaba frente a mí, la cual soltó un chillido fuerte y agudo, lo que ocasionó una respuesta por varios seres semejantes a él que salían de los rincones oscuros de la ciudad. Estos eran niños con las mismas características que el primero, solo que ahora a cada uno le crecían las uñas considerablemente.

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