Capítulo 15: Rosa de los Vientos Parte 4

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5:00 PM.

Puede que en algún momento de mi vida haya sufrido de esquizofrenia, pues hablar contigo mismo se vuelve extraño si tu propia voz tiene vida propia. Al principio no le había dado importancia, tal vez sufrí de esquizofrenia y por eso no se me hizo del todo raro que mi propia voz hablara por si sola. De todos modos, hace unas horas que no la escucho, mismas que he aprovechado en practicar un poco el agarre de la escopeta, así recargar las armas, administrar los alimentos que poseo, esconder algunos y guardar otros en una mochila de emergencia por cualquier cosa.

Decidí que esa tarde sería el momento para inspeccionar los alrededores de la escuela, así que me puse manos a la obra, solo llevándome una pistola con 2 cargadores extra, una botella de agua, unos bocadillos, mi diario, el hacha y, por supuesto, mi mochila. Hoy no conduciría, pues solo haré un pequeño reconocimiento sin ruido, tal vez piensen que era mejor cargármelos a todos con un auto, atropellando a cuanta criatura se me cruzara, como en las películas de acción y aventura. Sin embargo, un auto no es tan resistente ni poderoso como piensan, todo tiene un límite y una falla, cosa que no te cuenta el cine. Además, no soy tan experto como para entrar derrapando y cargarme a medio mundo en un segundo, eso sin contar la inteligencia de los habitantes de este lugar.

Caminaba sigilosamente por algunas calles y, siempre que podía, me subía al techo de algún departamento o edificio para tener una buena vista y no ser perseguido por los Hunter. Llegué a un edificio cercano y desde el techo pude tener una buena vista de la escuela. Ésta tenía una barda de aproximadamente 3 metros que la rodeaba por completo, casi parecía una cárcel, pues encima de ésta había un alambre de púas. Un único portón daba paso a la institución, la cual era una edificación inmensa, la cual apuesto que tiene sus aulas divididas en el interior con el típico pasillo con casilleros...

"¿Por qué todas las malditas escuelas tienen la misma estructura?" Me quejaba.

Rodee el perímetro, intentando no bajar de los techos. No encontré ninguna otra entrada, ni siquiera he visto a los Höllenjunge, tal parece que se los hubiese tragado la tierra. Decidí el regresar al portón, pues se me había pasado por alto ver si tenía algún tipo de candado, creo que me daré el lujo de bajar para averiguarlo.

Ya en la calle, giré mi cabeza vigilando que nada ni nadie estuviese al acecho, creo que hubiese sido mejor haberlo hecho desde arriba, pero ya estaba en medio pavimento y no volvería a subir. Me acerqué a una distancia prudente, notando que no tenía candado alguno. Quería acercarme un poco más, pero un gruñido me detuvo. A pocos metros de mí, emergiendo de una lúgubre funeraria, un humanoide asomaba su horrible rostro gris, enseñando sus amenazantes colmillos y apuntándome con sus enormes manos que terminaban en garras. Éste ser era de una piel completamente gris, con algunos tonos rojizos en la parte de los hombros. Poseía una altura aproximada de 2 metros en la posición encorvada en la que estaba. Sus músculos estaban marcados en sus delgados y largos brazos, así como en sus piernas. Tenía un pecho ancho, con las costillas marcadas y la piel carcomida en la unión de estas. En la parte de los hombros, cuello y cabeza la piel también estaba carcomida, mostrando un poco de su musculo, el cual, tal parece, se encontraba en un estado de descomposición. En su espalda se formaba una grotesca joroba hecha de músculos amontonados sin orden alguno, de los cuales salían púas hechas de hueso, que no pasaban de los 13 cm. Tenía una cintura delgada, pero no exageradamente. Sus pies se asemejaban en anatomía al de un lobo con dedos humanos que terminaban en garras un poco más pequeñas que las manos. Su rostro carecía de nariz y labios, sus ojos estaban completamente blancos y su piel parecía estar adherida al cráneo. En su boca se podía notar una fila de dientes que terminaban en punta, estos estaban bañados en un líquido negro y espeso.

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