Capítulo 17: Tregua Navideña Parte 3

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Día 13, 3:00 PM.

Me encuentro en el edificio de antes, sentado entre el polvo y los escombros que están desperdigados por el suelo. Esto parece consecuencia de un sismo, más que de unas criaturas, tal parece que me da un ejemplo de lo que son capaces de hacer. Alejandro no se ha vuelto a manifestar, ni siquiera he escuchado al cuervo, aunque he tratado de comunicarme con él. Acepto que mi ubicación actual no es la mejor, puerto que esos ciervos regresarán y estoy seguro que el primer lugar que investigarán será éste, sino es que ya me están estudiando. Sin embargo, mis ánimos se han derrumbado, siento una presión en el pecho que afecta a mi estómago y me obliga a escupir de vez en cuando, intentando aminorar las náuseas. No tengo ánimos de mover ni un solo dedo, incluso ya me da igual que la temperatura esté bajando considerablemente, obligando a mi cuerpo a temblar inconscientemente.

"Maldita melancolía." Anuncio en una voz interior con un tono desinteresado.

Miro por la ventana, tratando de ver más allá de los edificios, dónde las nubes se unen en una gruesa capa que cubre la luz solar. Fantaseo con algún día cruzar el umbral de lo imposible, volar y traspasar las nubes, escapando de mis problemas, olvidando el dolor, los recuerdos, las emociones, simplemente alejarme de todo esto. Una lágrima cálida cae por mi mejilla al recordar su nombre, la culpa cierra mi garganta y veo cada vez más lejana mis posibilidades de sobrevivir. Ahora debería estar en otro edificio, otra parte de la ciudad o incluso regresar a mi refugio por todas mis cosas y moverme, mas no tengo fuerzas ya, me derrumbo en mi propia miseria, lloro por lo que yo mismo ocasiono. Simplemente, he sido yo el que ha creado mi desgracia.

"Quiero borrarlo, ya no quiero sentir más esto. Que mis ojos se pierdan en la oscuridad, que mis oídos ensordezcan con mis suplicas, que el aire esfume todo rastro. Que lo que me limita sea eliminado y mis lágrimas limpien la sangre de mis manos en el porvenir. Si he de estar destinado a esto, que las emociones sean eliminadas completamente de mi ser, te lo suplico." Cerré mis ojos, entregándome a las gélidas ráfagas de aire que mecían mi cabello al contacto.

"Vez el problema, mas ruegas para que alguien más te lo resuelva." Al fin aparece.

"Sé que tú puedes hacerlo."

"Y no estás equivocado."

"Tan solo quiero eso, no pediré nada más, tan solo quiero ya no sentir aquella culpa que me aflige y la tristeza que me atormenta. Quiero deshacerme de aquellos sentimientos que me quitan las fuerzas."

"Al deshacerte de éstos, no serás más que un cascarón vacío que vague por las dimensiones, rogando ser eliminada, mas no importándole su destino. Ahora mismo no te importarán las consecuencias, pues no te imaginas un dolor más grande que el que sientes ahora. Alone, quítate las manos del cuello, ahora tú y solo tú eres el único que impide tu avanzar. Si quieres perder las emociones, levántate y has lo que tengas que hacer. Abre los ojos, descubre tus oídos y afina tu voz. Has lo que nadie se ha atrevido a hacer: Pelea, levanta cuando tus huesos estén rotos y tu alma dañada, sé fuerte, sabio, busca las respuestas en ti, alcanza la cima, ten fe y conviértete en un hombre."

Las palabras, en cierta forma, fueron de ayuda. Buscar las respuestas en mí, alguien que se deprime por escuchar un nombre, es ilógico. Sé lo que tengo que hacer y... lo haré. Me levanto de dónde estoy, bajo las escaleras y busco una salida. Al encontrarla, salgo a un callejón algo estrecho, camino hacia la calle y emprendo mi andar hacia mi refugio. Ya no estoy seguro ahí, tengo que llevarme las pocas cosas que aún tengo ahí, aunque sea una misión suicida, pero necesito mis armas y poca comida. Creo que está comenzando a nevar, tengo que darme prisa.

Ya pasadas unas horas, llego a mi refugio. La nieve cae más rápido y ya comienzo a perder el control absoluto de mi cuerpo. Voy con los brazos cruzados y el temblar en mis músculos, me he puesto una parte de mi playera como cubre bocas. No noté a nadie siguiéndome u observándome, así que creo que Alejandro los alejó lo suficiente. Aún no sé por qué realmente lo hizo, pero me gusta pensar que ella se lo pidió, quiere decir que no estoy persiguiendo un fantasma. Sonrió levemente y doy un paso al frente, pero algo me detiene: Una gran capa cae sobre mí, es cálida y me cubre todo el cuerpo. Me aferro a ella como un koala a su árbol y volteo a mis espaldas, recibiendo un gorro que me cubría la cabeza.

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