Capítulo 17: Tregua Navideña Parte 1

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Ésta maratón va dedicada a  Jennifer_Gual

Luces eran colgadas alrededor de la escuela, entre sus colores se apreciaba el rojo, azul, verde, amarillo y rosa. Un gran pino estaba siendo adornado en las afueras, mientras los Höllenjunge conseguían los artículos de decoración por montones. Alejandro estaba con un típico gorro navideño, rodeando los alrededores con las luces navideñas, a la par de que Karasu, Tadeo y Eliza le colocaban las decoraciones al árbol de Navidad.

-¿Alguien me recuerda por qué estamos preparándonos para la Navidad, si tenemos a un ejército entero de camino hacia acá?- Preguntaba Tadeo colgando algunas esferas.

-Alejandro así lo quiso, tal parece que tiene un gran apego a éstas festividades- Responde Eliza, quien de los tres era la que mantenía una cálida sonrisa en todo momento.

-Le pegó duro el espíritu navideño, aunque me gustaría ver a Karasu vestido de reno- Afirmaba Tadeo.

-La Navidad no es de mi agrado- Karasu se unía a la conversación, a la par de que un gorro de Santa Claus caía sobre él.

-Eso lo dices porque eres un amargado y estás verde bajo esa mascara- Decía Alejandro llegando.

-A mí no me cae tan mal, pues hay alimentos hasta para el día siguiente, pero veo que a la que le pegó fuerte el espíritu es a Eliza- Tadeo la señalaba.

-Estas épocas siempre me han causado nostalgia, puesto que siempre la pasaba con mi familia, amigos y compañeros. No había Navidad en la que alguno la pasara solo, se sentía el dulce ambiente en el aire, los conflictos se hacían a un lado y lo mejor de todo eran las cenas, no tanto por la comida, sino por la convivencia. Incluso en el Templo me sentía en familia, aunque no era celebrada como tal- Confesaba Eliza colocando la estrella y mirando el árbol como una niña, recordando con felicidad aquellos momentos de su pasado en los que, junto a su familia, había adornado varios árboles. Una mano se deslizaba por sus caderas y la apartaba lentamente del árbol.

-No quiero interrumpir tu babeo, pero tenemos que ver cómo quedó todo- Dicho esto, plumas rodearon a los 4 y se transportaron a lo más alto de un edificio cercano.

-Yo también quiero hacer eso. No es justo que solo Karasu y usted puedan hacerlo- Se quejaba Tadeo.

-Las veces que lo has intentado, terminas atravesado en una pared- Hablaba Karasu, el cual seguía con el gorrito navideño.

-Bien mis niños, observen el paisaje, deléitense con los adornos, pórtense bien éste día y no coman hasta la cena, pues el banquete es suficiente como para llenar a 40 personas- Alejandro extendió sus manos en dirección a la escuela, la cual se veía iluminada por varias luces que destellaban de forma sistemática e hipnotizadora.

-¿Y si se queman en la noche?- Preguntaba Tadeo.

-Nos ahorrarán el guardarlas- Contestaba Alejandro, quien era sujetado del brazo por Eliza, viendo con felicidad lo que había hecho en compañía de sus compañeros.

-Ah, es verdad- Alejandro chasqueo los dedos y, como si de una orden se tratase, nieve comenzó a caer del cielo-. El que haga un muñeco de nieve parecido a Karasu, se va conmigo a la guerra y no cuida al niño.

-¡Karasu, dame tu mascara!- Exigía Tadeo.

-No.

-No me quedaré a cambiar pañales- Tadeo se acercaba a Karasu.

-Me vale- Karasu desaparecía entre plumas que se alejaban hacia el parque.

-¡Vuelve aquí anciano!- Tadeo se echó a correr detrás de Karasu.

-Creo que yo haré un muñeco sin la máscara- Decía Eliza divirtiéndose de la actitud infantil de sus compañeros.

-Yo iré a la biblioteca.

Eliza volteo a ver a Alejandro con una media sonrisa y una mirada que se podía describir como de lujuria total.

-¿No crees que es momento de cambiar de lugar?

-No voy a la biblioteca para eso, sino que hay un asunto que tengo que resolver con...

-Ah, ya entiendo- Eliza borró la expresión de su rostro, para después cambiarlo a uno inexpresivo, con un ligero aire de decepción-. Igual esperaré a que la nieve llene el suelo, puede que...- Alejandro la tomó por el mentón y levantó su cabeza, para después unir sus labios con los de ella. Fue un beso de segundos que más bien pareció de minutos en los que ambos se perdían en el placentero sabor de los labios del otro, sin darse cuenta, sus cuerpos estaban pegados y la temperatura aumentaba en estos.

-Cuando regrese, destruiré todo lo que tenga forma de Karasu- Vapor salía con cada respiración de ambos amantes y la unión de sus miradas era imperturbable.

-Al menos tengo tiempo hasta que todo se llene de nieve.

-Eso no es problema- Alejandro hizo un ademan con su mano y los copos de nieve comenzaron a caer con más velocidad, aunque no al grado de una tormenta, sino a un ritmo un poco acelerado-. Nos vemos luego- Alejandro desaparece entre plumas y se transporta hacia la escuela.

-Ale... Ojalá esto fuese diferente.

(Dentro de la biblioteca)

Alejandro llega y una voz conocida lo interroga:

-¿Lo hiciste?

-Tal cual me lo sugeriste.

-Me sorprende que por una vez en tu vida me hicieras caso.

-A veces me tiento el corazón y no me quiero calentar la cabeza.

-No tengo mucho tiempo, solo te pediré un último favor.

-¿Enserio? Me debes mucho y todavía te endeudas más conmigo.

-Lo sé, pero aun así tengo algo que te importa.

-¿Cómo conseguiste que él te la diera?

-Fácil: Se lo pedí por favor.

-¿Segura?, no quiero saber que seremos tíos.

-¡Vete a la mierda!

-Igual no me interesa. Solo quiero ese objeto.

-Antes quiero que me prometas esto: Cuídalo y no seas tan duro con él.

-¿Alone?, ¿Me pides no ser tan duro con un Hellhound?- Alejandro comenzó a reírse levemente.

-Ale, Alone es tu...

-No me lo recuerdes. ¿Solo quieres eso?

-Si, por lo demás ya sabes mis condiciones.

-Muy bien, entonces me despido, señorita- Alejandro hace una reverencia.

-Nos veremos pronto, Ale.

-Así será, mi querida Karla.



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