Capítulo 13: : Ecos Nocturnos

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Desperté agitado, apenas pude ladear mi cuerpo para vomitar fuera de mi cama. Esta sensación era de verdad algo entre dolor, tristeza y furia. Las lágrimas carmesí no se dejaron esperar y pronto me di cuenta que la pesadilla había dejado secuelas irreversibles en mi ser. No quiero ver la hora, ni saber qué es lo que está del otro lado de la ventana, solo quiero escribir esto antes de que se me olvide, quiero que quede registro de aquello que ahora provoca la migraña de antes.

Hace unos momentos tuve un sueño extraño:

"Yo me encontraba de pie frente a cientos... No, miles de cadáveres, todos contaban con un uniforme que los distinguía: Una armadura medieval con una cruz en el pecho. Por lo que podía ver, esto era lo que había quedado de una sangrienta batalla. Dos ejércitos y ninguno sobrevivió, los cadáveres se extendían por todo el terreno, incluso parecía que el suelo estaba formado por estos. Escuchaba voces cantando un réquiem que se me hacía conocido, mas nunca en mi vida me había interesado música de ese tipo. "Lacrimosa", era lo único que entendía entre el cantico. Sobre mí, el cielo se teñía del mismo color que la sangre y cuervos comenzaban a amontonarse en este, creando una espiral, cuyo centro estaba sobre mí. De pronto, escuché el aullido de varios lobos cerca. Me di la vuelta y pude ver cómo una manada estaba detrás de mí, lanzando dentelladas al aire, con las patas encendidas en fuego azul y los ojos iluminados por un color rojo intenso. Altura sobre el promedio de un lobo normal, y con pelaje negro como la noche misma. Su número se limitaba a los 23 integrantes y lo único que impedía su avanzar era un sujeto de cabello largo que me daba la espalda. Se mantenía firme, sosteniendo un violín en su mano y comenzaba a tocar al son de la música de fondo.

Decidí retirarme, pues no sabía en qué momento terminaría la canción. Caminaba entre el mar de cadáveres, intentando identificar algún rostro familiar, mas mi búsqueda fue en vano, pues no podía reconocer ninguno. De repente, escuché un sollozo entre el tocar del violín y la música de fondo. Dirigí mi mirada hacia el lugar de origen de ese llanto y logré ver cómo un sujeto estaba de rodillas, sujetando a una bella mujer que sangraba por el abdomen. Ambos tenían un traje de distinto ejército: El hombre tenía en el pecho una cruz gris con sobrevesta negra, mientras que la mujer llevaba una sobrevesta blanca y una cruz roja, aunque ahora todo su traje estaba teñido de rojo.

Me acerqué un poco hacia aquellos dos, solo pare distinguir que efectivamente eran dos adultos jóvenes. El hombre tenía cabello negro y recortado, ojos café oscuro, casi al punto de ser negros, piel blanca, complexión delgada, puede que tuviese más estatura que yo, pero no pude distinguirla, porque, como dije antes, estaba hincado. Su armadura estaba algo desgastada, incluso se podía observar que le faltaban partes, dejando al descubierto hematomas y cortes en su piel. Por otra parte, la mujer tenía el cabello rubio, lacio y recortado, apenas cayéndole sobre los hombros. Debo de admitir que es muy hermosa, tiene ojos color azul cielo, piel clara, complexión delgada, evidentemente era más baja que el sujeto que la sostenía y su armadura estaba en mejores condiciones que las del hombre, solo contaba con la abertura en su estómago y un poco de lodo que la cubría.

Cegado por una curiosidad poderosa, me quedé prestando atención a la conversación que estos tenían:

-Ha pasado mucho tiempo desde la última vez... sabes, aún recuerdo a aquellos ojos inocentes que me veían con tanta ternura, que me cuesta creer que sean los mismos que acabe de ver hace unos instantes... Recuerdo aquel rostro que resplandecía más que el amanecer, que se mantenía firme en su afán por mantenerse feliz, aunque todo se estuviese lleno al demonio... Todavía tengo en mi mente el recuerdo de aquel chico que se despedía de mí, prometiendo volver a vernos algún momento...- Decía la mujer sonriendo tiernamente y acariciando la mejilla del hombre que comenzaba a llorar lágrimas de sangre.

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