(En una parte del mundo)
El sacerdote se encontraba realizando una de sus actividades frente al altar. Las velas danzaban con el inusual viento que se había mantenido presente desde hacía varios minutos. En su cuello había un crucifijo que besaba a cada oración terminada.
─Sé que te ocultas entre las sombras, ser insaciable. ¿Qué hace alguien como tú en la casa de Dios? ─ Pregunta el padre girándose hacia aquella sombra de hierro que caminaba hacia la luz de las velas.
─Padre, usted sabe perfectamente que si mis intenciones fuesen hostiles ya habría un ejército invadiendo las tierras que vuestro padre les ha heredado. Mi misión es obtener la llave de la gloria en mis batallas.
─El umbral que quieres pasar te desintegrará al detectar la negrura de tu alma. He escuchado lo que ellos dicen, ya que como si fuesen las campanas que suenan en esta catedral, ustedes se hacen oír con la intensidad de un trueno, así como los que están por debajo brindan su canto a los desafortunados.
─Y con la información que se le fue revelada me basta para ahorrarme explicaciones. Mi solicitud es llevada ante usted, con el fin de obtener su aprobación, pues bien sabe a qué nos atenemos si dejamos que ellos vaguen por el mundo.
─Entregar uno de los tesoros divinos a un ser de tu extirpe es una blasfemia que se castiga con una eternidad en el Infierno. Si de él se trata, nosotros nos encargaremos de la protección de nuestros semejantes con la ayuda de Dios.
─Entiendo que mi petición resulte ofensiva. Pero buen hombre, en mi batalla morirán los hijos de Caín, y en la suya los hijos de Abel perecerán. Dígame, ¿En verdad vale la pena el derramar la sangre sagrada por culpa de un perro callejero?
─Su afirmación es válida, y que Dios sea el que guie mis palabras para evadir las mentiras. Sin embargo, si nosotros no podemos defender lo que Dios nos ha brindado, ¿Quién lo hará?
─Padre, usted bien sabe todo lo que los hijos de Dios han hecho para borrar el pecado original, pero ahora nos toca a nosotros el hacerlo, aun si así nos extinguiéramos en el proceso.
─De ser así, opto porque encuentres el sendero de Dios en concluir tu movimiento. Ahora, solo queda retirar tus tropas y dejar que Dios sea el que decida el destino del Hellhound.
─Entiendo, lamento hacerle perder el tiempo─ Da media vuelta y camina un poco.
─ ¡Espera! ─Una voz grave lo detiene─ Tómala─ Le extiende una caja de madera un tanto larga, casi como el antebrazo de aquel Vampiro.
─ ¿Qué hace? ─Pregunta el religioso.
─Usted no vio lo que él logró hacerle a un Centinela en aquel fúnebre día. Yo estuve ahí y probé su poder. Si dejamos que él crezca aún más, rogaremos al cielo que se apiade de nosotros por nuestra estupidez y nos brinde el final de los tiempos, ya que solo así tendríamos la oportunidad de hacerle frente a Alejandro─ Contesta el Centinela.
─Agradecido estoy por vuestra bondad. Que este día sea escrito entre el "Libro de las Sombras" y las "Sagradas Escrituras", puesto que hoy hemos de estrecharnos las manos en un pacto. Que la tumba se lleve consigo nuestros perjuicios, que el Eclipse sea testigo de nuestra reunión y que vuestro Dios los regocije de gloria, ya que hoy servimos al mismo creador, hoy luchamos por los mismos objetivos, hoy concluimos los preparativos para la destrucción del linaje del Hellhound─ Recita el Vampiro.
─Todo ha quedado dicho en tu orar, pero las sanciones caen sobre mí. Una vez más el lazo se une y temo por los augurios venideros. Mas ahora tengo en claro lo que debo hacer y estoy dispuesto a pagar el precio. Retírate, tú que por el nombre de Eidan has sido bautizado, pelea en nombre de aquello de lo que creas correcto y trae a Alejandro ante mí─ Habló el Centinela.
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ALONE
Misterio / SuspensoÉl ha despertado de un profundo sueño. Tambaleante, recorre sus alrededores, tratando de responder las dudas que inundan su cerebro. Está en un lugar que le parece familiar, pero ha cambiado desde la última vez que estuvo ahí, hay algo que no cuadra...