Capítulo 1

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Recuerdo cuando era pequeño, jugaba mucho en el parque y todos los días llegaba a mi casa con muchos raspones. — ¿Pero qué te paso Agus?—, decía mi madre después de verme mis raspadas, —todos los días es lo mismo—. Decía con mucha rabia.

Mi madre.

Mi madre, una mujer muy guapa, a sus 35 años se ve como una de 25. Es la envidia de muchas de sus compañeras de trabajo. Ella es enfermera, desde que tengo uso de razón, trabaja las 24 horas, 7 días, 365 días al año. Creo que ya entendieron. A pesar de eso, nunca me falto su amor, nunca me falto su atención. Después que yo naciera, pasaría unos 3 años cuando mi padre o bueno, cuando ese señor que ayudo a mi formación genética, se fuera. Se fue justo después de 3 años de mi nacimiento. No lo recuero, no sé cómo es, mi madre nunca me ha enseñado alguna foto de él. Cuando cumplí 10 años mi mamá me dijo que mi papá había muerto. ¿Fui a su funeral? No, aunque me hubiese gustado ir, pero mi mamá no quiso ir.

— ¿Acaso importa? El no merece que vayamos a su entierro.

Me acuerdo que fue la primera y única vez que escuche tanto odio en sus palabras. —solo... solo no pienses en eso, ¿si amor?—. Me dijo mi mamá en la misma noche del entierro.

Esa noche me dormí casi a las 11 de la noche, no sabía por qué razón me sentía tan mal si nunca tuve una pizca de cariño de su parte, lo único que dejo fue su apellido Klein.

— ¿Tienes bonitos recuerdo de mi papá?

Le hice la pregunta al día siguiente del entierro de mi padre.

— Claro que sí. —me respondió sin ninguna emoción—. Ahora termina tu comida que tienes escuela.

Y desde ese día supe que no le agradaba el tema de mi padre (como era de esperarse), por ende, nunca le toque el tema, nunca más.

A mis 18 años en la casa nunca se ha hablado de mi padre.

AgustínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora