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Mi primo y yo habíamos decidido salir de fiesta sólo para aprovechar la última noche de nuestro viaje en familia. 

En la playa, cerca de uno de los chiringuitos, había un gran cine al aire libre. Nos acercamos a preguntar si había que pagar una entrada o si simplemente podíamos acercarnos para matar el tiempo hasta que la fiesta de al lado se animara un poco.

Resultó que aquel bar no tenía una fiesta cualquiera aquel día. Unas austriacas nos explicaron que era el último día de la temporada y que no volvería a abrir hasta el siguiente año, así que lanzaban una fiesta Reggae por todo lo alto.

Al llegar nos tomamos unas copas, nos sentamos tranquilamente mientras charlábamos y vimos cómo el lugar empezaba a llenarse de gente poco a poco.

Aunque mi primo me sacaba más de 20 años y no solía hablar con él demasiado, por alguna razón aquella noche me encontraba de lo más cómoda en su compañía. Tanto fue así que pude soltarme y hablarle de mis pequeñas inseguridades.

– Ese chico de ahí es muy mono. El que está detrás de ti sentado con otro chico.

– Háblale. Acércate y preséntate. Es cuestión de conocer gente. Puedes enrollarte con él aquí, pero no te puedes ir con él.

– No puedo.

– ¿Qué dices?

– Que no puedo. No puedo simplemente acercarme y hablarle.

– A ver, ¿por qué no?

– Si no fuera por mis antiguas amigas, que sólo me decían que nadie se fijaría en mi y que todos me rechazarían, podría acercarme. Pero eso no va a pasar.

Fue entonces cuando realmente empecé a disfrutar de la música y el ambiente. Estaba tan sumergida en el ritmo que ni si quiera me di cuenta de que mi primo había dado unos pasos hacia atrás y me había dejado medio sola. 

Hasta aquel momento no me había fijado más que en aquel chico, que rondaría los 25 años; y en otro que, en un principio, tenía el típico estilo italiano que solía resultar tan atractivo. 

En un momento dado, entró otro hombre en escena. A primera vista parecía tener sobre 30 o 35 años. Definitivamente demasiado mayor para mi. Cruzamos miradas un par de veces. 

El  italiano se acercó a pedirme un mechero con una sonrisa encantadora, casi traviesa, y me miró a los ojos de una manera tan intensa que casi tuve que apartar la mirada. 

A mi lado, era una cabeza más alto que yo y sus hombros me hacían parecer una niña a su lado. 

Y le vi.

Llamó mi atención al instante. Su pelo negro apartado de su frente dejaba sus ojos completamente a la vista. Tenía unos preciosos rasgos asiáticos y una mirada que escondía algo.

Mantuve el contacto visual con aquel chico asiático, esperando a que tuviera la iniciativa y se acercara a mi. 

– ¡Hola! ¿Estás estás esperando a alguien?

– No, no. No espero a nadie.

Dirigí mi mirada rápidamente hacia el pelinegro, asegurándome de que su mirada estaba aún clavada en mi, antes de volverme hacia el dueño de aquella voz.

– He esperado un rato antes de acercarme a ti por si estabas esperando a tu novio. No quiero molestar o que estés incómoda.

Le reconocí como el tercer chico, el más mayor. 

– No tengo un novio, y no molestas, de verdad.

Mi primo, a mis espaldas, estaba observando cada movimiento que hacía. 

Volví a dirigir mi mirada rápidamente a aquel hombre tan guapo mientras escuchaba la voz de mi inesperado nuevo acompañante.

– Si quieres bailar, yo me voy a quedar por aquí. 

 – Claro.

Le sonreí amablemente aunque lo que yo quería en realidad no era bailar con él.

Una vez desapareció de mi vista, dejé que la música se apoderara de mis sentidos. No quería pensar, sólo disfrutar el momento.

– ¿Qué hay, guapa?

Giré la cabeza hasta dar con el dueño de la voz que acababa de escuchar.

Era un chico que no tendría ni dos años más que yo. Iba acompañado de otros dos muchachos jóvenes.

Hice un pequeño movimiento de cabeza simulando un saludo. Me daba la sensación de que iban a traer problemas si entablaba una conversación con ellos, así que me volví al frente de nuevo. 

Sentía cómo sus cuerpos habían rodeado el mío a mi espalda, haciéndome dar un paso hacia delante. No podía avanzar más o tendría que bajar de la pasarela y perderme entre el gentío. 

– Venga, habla con nosotros, bonita– dijo el más alto cogiéndome de la muñeca.

–No, gracias, estoy esperando a alguien– le contesté, zafándome de su agarre como pude. 

Miré mi teléfono rápidamente, mi primo me había mandado un mensaje unos quince minutos antes diciendo que iba al baño y que no quería molestar porque yo estaba hablando con alguien más. Intenté buscarlo con la mirada, pero no había rastro de él.

– Te hemos dicho que hables con nosotros, niña.

– Y ella te ha dicho que está esperando a alguien, imbécil.

Aquel muchacho que tanto había llamado mi atención había acudido en mi ayuda y, ahora, su mano izquierda descansaba en mi cintura mientras que la derecha daba un leve empujón al que estaba hablando.

– Mira, tío, yo soy Jeno. Soy su novio y no quiero problemas con nadie, ¿vale? A si que marchaos de aquí y dejarnos disfrutar de nuestras vacaciones. 

– Lo siento, tío. No queremos molestar– le dio un apretón de manos como si se conocieran de toda la vida–. Ya nos vamos. 



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Aquí tienes la primera parte de el tan esperado Shot de Jeno, querida mía ( -Wolf_Jeno- ).

He vuelto de mis vacaciones del infierno en las que no he tenido ni un segundo para escribir. 

Pero no hay de qué preocuparse porque vengo llena de historias y de ideas para escribir, así que esto va a ser divertido.

Pd: Esto está bastado en una historia real (obviamente la mía) hasta que el grupito de chicos habla con la narradora. Por lo demás, todo es verídico jajaja. Vaya locura. 


NCT One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora