042300 (5 pt.3)

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– Estáis reunidos aquí porque tenemos una pequeña misión para vosotros.

Aquellos dos hombres podrían haber esperado a que nos diéramos una ducha, al menos. Nos habían llamado diez minutos antes, mientras estábamos en el gimnasio.

Volví a repasar el grupo con la mirada. Dos tiradores, dos hackers y cuatro soldados. 

– Me imagino que ya sabréis sobre la llegada de un nuevo cargamento de armas en unas semanas. No tenemos acceso a ellas, como es obvio, así que vamos a necesitar que averigüéis todo lo que podáis sobre el lugar, la hora y la cantidad de seguridad que habrá. 

– Os hemos elegido como el equipo principal. Es vuestra oportunidad de demostrarnos que os merecéis estar en primeras líneas y que podemos confiar en vosotros como altos cargos aquí dentro. 

Asentimos, esperando para saber nuestras posiciones. 

– Va a haber francotiradores colocados en los edificios cercanos vigilando vuestros movimientos, así que estaréis seguros. Aun así, manteneos siempre dentro de vuestro personaje. 

– Los Choi os darán pinganillos para que podáis estar en contacto constante con los demás miembros del equipo– dijo el segundo en comando y ellos asintieron de nuevo–. Ellos se quedarán en la furgoneta a un par de calles de distancia.

– Por otra parte, vosotros cuatro os infiltraréis entre los camareros, tendréis armas en vuestro poder por si fueran necesarias. 

– ¿Y nosotros?

La pregunta se escapó de mi boca, impaciente por el papel que me tocaría representar.

– Buena pregunta. Vosotros

– El Comandante Lee y tú os infiltraréis como una joven pareja, Lee está interesado por las armas y quiera añadir un par de piezas a la colección de su padre. Obviamente su prometida le acompaña– finalizó, deslizando una caja de terciopelo roja por la mesa hacia Lee.

Todos se rieron de la situación. La cara del joven Comandante había sido un cuadro cuando había abierto la caja para encontrarse un anillo de compromiso con un diamante gigantesco: Se le habían puesto las orejas rojas. 

Se giró hacia mi con la pequeña cajita entre sus enormes manos aún vendadas, y me la tendió con cuidado.

– Toma. Póntelo.

– No me imaginaba que me iban a pedir matrimonio tan autoritariamente, pero vale, cariño– le dije con una mueca burlona, haciendo reír al resto de los hombres que nos acompañaban. 



NCT One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora