Capítulo 18: Expectativas

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-El gris te sienta bien-Me acababa de acomodar el corbatín rojo cuando Darren apareció asustándome por la espalda. Desde mi posición, alistándome frente al espejo de mi cuarto, observé la silueta de Darren acercándose hasta quedar junto a mí.

-Es el uniforme de la escuela, ¿lo sabes, no?-solté, empleando cierto tono burlón. Darren sólo me observaba serio y se mantuvo sin decir palabra por un buen rato. Me preguntaba que tramaba en su cabeza, hasta donde sabía hoy me tocaría interactuar con otro de los hermanos de mi demonio favorito.

Edgar. Ya conocía su nombre, y al parecer el demonio también conocía el mío, sin embargo él desconocía aún cómo era mi aspecto, ya que según recordaba la vez que el Director había entrado a mi salón de clases, aparentemente buscándome, reparó la mirada en todos y no consiguió dar conmigo. Pero las cosas habían cambiado, Darren se había enfrentado a él y ahora el Director de seguro pondría más empeño por encontrarme.

-Ten cuidado-volvió a hablar Darren luego de un largo rato de silencio.

-¿Tienes alguna recomendación para darme antes de enfrentarme a nuestra próxima víctima?-al parecer a Darren le hizo gracia la manera que usé para referirme a su hermano, porque cambió su expresión seria y preocupada por una burlesca.

-Tiene una patética debilidad por la ternura-Darren escupía las palabras con evidente malhumor-. Eres linda y pareces inocente... podrías usar eso, entiendes cómo, ¿verdad?

Revoleé los ojos y puse mala cara de inmediato. Sería un encuentro desagradable.
-No puedo creer que me vaya a exponer a eso. Es asqueroso.

-Exponte, pero no lo suficiente. Hazle creer que estás de su lado y consigue su confianza. No bajes la guardia nunca.

-Suenas como...-estaba a punto de completar la frase, pero la amargura contaminó mis palabras antes de que pudiera terminar de hablar. Volver a ver a mi padre había generado un temblor en mi psiquis.

-Denisse-Darren estaba serio de sobremanera, y aunque por lo general ese era su estado, esta vez parecía que había encontrado un nivel mucho más alto-, estoy hablando en serio.

-Sé lo que tengo que hacer-solté con firmeza. Era una mentira, pero quizás podría engañarme a mí misma.

Camila no me acompañó aquella mañana de camino a la escuela. Por lo general nos juntábamos afuera de nuestras casas a la misma hora y luego cada quien se iba a su establecimiento respectivo. La noche recién pasada, en nuestra última pijamada, las cosas habían terminado mal. A eso de las tres de la madrugada, Cami y yo no dejábamos de pelear. Ella quería protegerme, pero yo deseaba apartarla a cómo diera lugar de todo ese mundo. Ninguna pudo ceder y Cami sólo se volvió a su casa evidentemente molesta.

Me dolía, pero tal vez era mejor que se alejara, al menos mientras durara todo esto.

-¡Denisse!-Al parecer, estaba equivocada sobre Camila.

-Cami...

Me detuve cuando ya llevaba un buen trayecto del recorrido. Camila venía tras de mí corriendo para intentar alcanzarme.

-Me quedé dormida... Anoche, después de que peleamos, me costó muchísimo conciliar el sueño-era evidente que había tenido una mala noche. Su aspecto era cansado y su cabello desordenado reflejaba el poco cuidado que había tenido con su aspecto, tal vez debido al apuro y al tiempo-. Estoy muy segura a que pensaste que me había enojado contigo, pero no es así. Acepto que no quieras mi ayuda, pero no prometo nada sobre mi comportamiento. Reafirmo mi autoridad como mejor amiga para hacer lo que se me de la puta gana. Así que no protestes, querida y vamos ya, que no quiero llegar tarde a la escuela. Mi directora no es un demonio al cual deba destruir, así que... no tengo excusas.

Confía En El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora