Capítulo 19: ¿Qué tan puro es tu corazón?

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Darren dijo que las secuelas de la posesión demoníaca  no durarían más que un par de horas, pero yo ya llevaba tres días sintiéndome fatal. Cada comida que injería terminaba volviéndose asqueroso vómito y la fiebre iba y venía de sorpresa a cada momento. Estaba pálida y mis labios se tornaban de un color morado casi anormal, apenas entendía cómo podía mantenerme de pie o siquiera dar algunos pasos. 

Mamá me había obligado a quedar en cama al ver mi estado tan deplorable y mi comida ya ni siquiera podía ser sólida. Llevaba tanta falta de energía que era capaz de pasarme el día completo durmiendo, así como la noche. Sólo quería descansar y despertar de pronto sintiéndome bien de nuevo. 

Luego de mis faltas a la escuela, Riven se había ofrecido para dejarme los apuntes y preguntar por mí. La horrible expresión que había puesto al verme, me dio a entender de inmediato que debía de lucir terrible. Ni siquiera me levantaba para una ducha o cepillarme el cabello. Era, literalmente, un bulto encima de la cama. 

—¿Debería usar mascarilla o algo? ¿Segura que no es contagioso?—el pobre chico estaba alarmado y se veía incómodo, estando de pie cercano al extremo de la cama.

—Tranquilo, no es para preocuparse. Estaré bien en unos días. Gracias por traerme la tarea. 

—No es nada, me preocupé por ti. Sé que no somos grandes amigos, pero somos compañeros desde hace mucho tiempo, ¿no? 

—¿Cómo va todo en la escuela?—mi pregunta apuntaba a la repentina desaparición del Director. Sabía que Darren se había ocupado de la evidencia, pero nada más que eso. 

—¡Oh! Han pasado muchas cosas... Primero que nada, el nuevo Director se marchó de pronto y tal parece que la anterior Directora ha vuelto. No entiendo cómo...  igual no es como que me interese mucho. Pero, ¿recuerdas a Angela?—desde mi posición, apenas lograba ver a Riven y mi pereza era demasiado grande como para hacer un simple movimiento de cabeza negando—. Bueno, ella estaba saliendo con un chico de un curso menor y creo que el chico al parecer la engañó con una de sus compañeras. 

—¿Y por qué me cuentas eso?—solté con una voz muy perezosa. 

—Porque es un chisme interesante, ¿no?

Solté una risilla seca, producto de mi falta de vida en todo sentido.
—Ya, tienes razón. Cuéntame más. 

—Me encantaría poder hacerlo, pero no sé más. Y dime, ¿en serio qué diablos te ocurrió?

—Supongo que tuve muy mala suerte. Mi enfermedad es muy rara, la llamé Darren. Se trata de un virus demoníaco que te chupa la vida y te deja con el disfraz perfecto para salir a pedir dulces en Halloween. 

—Siempre que caigo en cama, mi truco infalible es dormir como si no hubiera mañana. Es evidente que necesitas descansar, me iré. Cuídate, ¿sí? Nos veremos en clases. Y tienes mi número por cualquier cosa que necesites. 

Me resultaba extraño, pero a la vez agradable esa rara cercanía con Riven, porque desde siempre había preferido no socializar demasiado con mis compañeros de clase. Lo justo y necesario bastaba para mí, prefería mi espacio. Era curioso que las cosas comenzaran a cambiar justo cuando me encontraba terminando la etapa escolar. 

—Así que soy una enfermedad—, ya conocía a la perfección esa voz y ya me sabía de memoria lo impredecible que era—. Creo que es una descripción acertada. 

—Mi estado es deplorable. ¿Cuánto durará esto?

—No imaginé que podría afectarte de ese modo. 

—Tengo la impresión de que quisieras destruirme.

—No es así—Darren habló con firmeza y por un segundo pareció perder la compostura, pero enseguida se suavizó y volvió a la seriedad de siempre—Mira, ya he hecho esto antes y no entiendo por qué contigo ha terminado tan mal, pero sé que estarás bien pronto. Déjame hacer algo para remediarlo. 

Confía En El DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora