¿Qué tenía en la cabeza el demonio? ¿Qué maldito plan tramaba en esa cabezota suya? ¡Y lo peor era que yo estaba siguiéndole el juego en todo! ¡Cómo si de verdad pudiera confiar en él! No. Tenía que ir con cuidado. De todos modos, no estaba sola y ese viaje intrigante y confuso que se había inventado Darren de seguro me entregaría muchas respuestas.
Camila se había quedado dormida y ocupaba casi todo el asiento trasero del coche dejándome apenas en un rincón, toda apretujada y con ínfimas posibilidades de moverme. Por otro lado, Darren, desde su posición en el asiento del copiloto se giraba de vez en cuando para decir algo o fastidiar. Peter, en tanto, se encontraba muy alerta y un tanto histérico por cuidar el coche de su padre mientras conducía.
—No debí haber aceptado—no era la primera vez que Peter soltaba la frase a lo largo del recorrido, para mis adentros yo pensaba igual que él—. En primer lugar, no le dijimos nada a tu madre, Denisse. Y ¿por qué llevamos a Camila con nosotros? No vamos en un viaje de vacaciones, esto es serio.
—¡Escuché eso!—Cami despertó de pronto, acomodándose en el asiento casi de un salto—. No iba a permitir que me dejaran fuera.
—¿Si quiera sabes en qué te estás metiendo?—contraatacó Peter.
—No fastidies, Peter. Pensé que eras más agradable.
—Ya, Cami—había llegado el momento de que interviniera. El clima era raro, sobre todo porque la inseguridad abundaba, debido a que Darren no soltaba detalle alguno sobre lo que pasaría—. Peter tiene algo de razón, esto es peligroso. No debiste haber subido al coche.
Camila se encogió de hombros y se volvió a echar a lo largo del asiento, hasta llegar a acomodar su cabeza encima de mi regazo.
—Debieron de haberse esforzado más por hacer que bajara. ¡Ya no hay manera, qué pena!Darren soltó una risa por lo bajo y se giró observándonos con una sonrisa burlona. En respuesta, le revolee los ojos de una manera muy infantil.
—No ocurrirá nada peligroso—avisó el demonio— o bueno, puede ser...
—¿Querrías decidirte?—opiné.
—¿Tienes miedo, Niss?—preguntó observándome con una ceja arqueada.
—¡¿Miedo?! Claro que no, pero necesito regresar luego o muy probablemente tu gato terminará por comerse a mi perro cuando descubra que se le ha terminado la comida.
Darren frunció el entrecejo y me miró con recelo.
—Gata. Es una gata, y se llama Nidesse. Y el que está demente es tu perro, no mi gata.—¿Nidesse?—soltó Cami— Nidesse. ¡Vaya, ese es un anagrama del nombre Denisse! Qué adorable. Por supuesto que ha sido a propósito, ¿no?
Por un breve segundo el rostro de Darren perdió ligeramente la compostura. Le observé con muchísima curiosidad, preguntándome qué pretendía con eso. Su gesto había sido de ¿vergüenza o timidez? Era raro. Darren no era así. De seguro jugaba conmigo.
—Con que un anagrama, ¡vaya, Darren! Pensé que ella no significaba nada para ti—murmuró Peter con evidente tono burlón, parecía que al fin se estaba vengando de los ataques del demonio—. Es curioso. Incluso tú me dijiste que ella no era importante.
—¿Querrían dejar de fastidiar tanto ustedes dos?—protesté. Camila me miraba de forma burlesca y yo sólo quería borrarle esa risilla de la cara con mi mirada de odio. Parecíamos unos críos, bueno, al fin y al cabo eso éramos.
—Esta chica no se enamora de nadie, te lo advierto, eh—continuó Cami.
—¡Oh, cielos!—exclamó Peter—, yo debí haber recibido esa advertencia antes.
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Confía En El Demonio
Teen FictionDenisse siempre ha odiado las reglas implícitas del amor romántico y jamás ha entendido el porqué las personas a su alrededor siguen cayendo en su red. Cuando conozca a Darren su concepción no cambiará... Pero tendrá que jugar al juego que siempre...