cap 31

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La pelinegra se preguntaba porqué tanto misterio el de Camila. Le había prohibido ir a su propio departamento durante toda la tarde y que no se aparezca ahí hasta las siete de la noche. Y ahí estaba. Bien obediente ella se encontraba afuera del edificio donde vivía apenas faltando cinco minutos para dar las siete de la noche.Desde que Camila había empezado a trabajar nunca había tomado ese papel tan misterioso en su relación. La de las sorpresas de ese tipo era ella. No se quejaba de ningún modo. Al contrario, cada vez que Camila le había regalado algo nunca sabía cómo reaccionar. Sobretodo porque su chica tenía un acierto especial para los regalos y siempre la dejaba sorprendida el que su novia la conociera tanto para regalarle cosas que no solo le gustaban sino que en ocasiones necesitaba y que no había podido comprarse ella misma por el corto tiempo del que disponía desde que estaba trabajando. Eso era otra cosa que debía ordenar. Siempre se extralimitaba en la empresa. Le encantaba su trabajo pero si en algún momento veía que resistía en su relación con la más baja pues dejaría de trabajar tanto. Por el momento, Camila trabajaba tanto como ella así que no habría problemas. Pero cuando se casaran ese problema desaparecería porque podría estar día y noche con su chica.

En ese instante, la alarma de su reloj sonó y le dio a conocer que ya eran las siete de la noche con cinco minutos. Se había tomado diez minutos y ahora se disponía a subir a su departamento.

Qué estaría tramando su novia? Bueno en unos segundos más lo sabría. Giró la manija y abrió la puerta para entrar. Se encontró con que había una serie de velas prendidas a lo largo del camino que llevaban hacia, al parecer, el comedor. Cerró la puerta y se acercó a la primera. Al llegar se encontró una nota la cual abrió y procedió a leer:

- "Si no pasan de las 7.20pm cuando llegues al comedor te ganaras un premio"...-sonrió pues apenas eran las siete y diez.

Dejo la nota en su lugar y se acercó a la siguiente vela en la cual también encontró una nota:

- "Parece que no tienes ningún apuro en llegar, verdad? Te castigaré por ello"...-Espero que sea el tipo de castigo que estoy deseando, pensó la pelinegra.

Así, diferentes notas hasta que la última decía:

- "Oh Dios! Apresúrate! Te espera una deliciosa y caliente cena! No querrás que se enfríe, verdad?" – haciéndola tragar saliva a Lauren.

Apresuró el paso hasta llegar al comedor pero no vio nada en especial. Algo extrañada frunció el ceño, giró su cabeza hacia la sala y al ver lo que ahí se encontraba su corazón se detuvo. Sin saber exactamente que hacía se dirigió hacia su cena, o mejor dicho sus piernas solas la dirigieron.

- Estaba calentándote la cena, amor. No quieres? –dijo en un tono bajo la más baja mientras deslizaba su mano sobre su propio muslo.

Lauren solo pudo asentir y seguir acercándose como autómata hacia una Camila que estaba recostada frente a la prendida chimenea y solo cubierta por una blanca sábana que la cubría desde el pecho hasta la mitad de los muslos. Si no se equivocaba no había nada más debajo de ese pedazo de tela.

- Te parece apetitosa tu cena, amor?

Insistió un poco más al ver que Lauren no respondía, esto le hizo saber que había logrado parte de lo que quería: el efecto sorpresa. Ahora esperaba que Lauren reaccione lo suficiente como para darse cuenta que la mentada cena no era otra que ella misma ofreciéndosele a su novia. Dios! No sabía cómo podía actuar tan normal cuando ella misma también estaba muy nerviosa. Nunca había hecho algo así y esperaba que Lauren no lo tome a mal.

Sin darse cuenta Lauren estaba ahora junto a ella y acercándose para besarla. Cuando sus labios al fin se unieron, Camila soltó un gemido de satisfacción. Pero fue un beso muy corto, un beso que le bastó a Lauren para emitir su veredicto:

Amarte asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora