cap 34

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Que era lo que estaba diciendo Lauren? No, no era posible, lo estaba diciendo solo para desquitarse. No quiso seguir oyendo. No. La iba a destrozar más de lo que ella misma lo había hecho. Sabía que Lauren la iba hacer pedazos. Solo con tres palabras podría hacerlo. No quería, no más.

- Por favor Lauren, retírate. No tenemos nada más de que hablar. Ya nos hemos dicho todo.

- Al contrario Camila –la más baja sintió la primera espina clavándosele en el corazón-. Tú has dicho lo que tenías que decirme, ahora yo te diré la verdad.

- No tengo porque oírte.

Intento irse pero Lauren la tomó de los hombros y la arrojó al sofá. De dónde había sacado tanta fuerza la pelinegra? Camila lo pudo ver en su mirada. Rezó para no morir, aunque la idea no le parecía tan desagradable. Morir, era lo mejor ahora que sabía que había perdido a su amada para siempre. La segunda espina se clavó en su corazón.

- Me lo facilitaste todo Camilita.

Cuando se había acercado tanto. Estaba sentada a su lado y parecía una fiera acechando su presa. Quiso alejarse pero...Craso error! La fiera saltó sobre ella inmovilizándola entre el mueble y su cuerpo. Apresando sus manos con las suyas. Y por más que su cerebro le ordenaba a su cuerpo hacer un intento por liberarse este parecía solo obedecer las órdenes que Lauren con su mirada emitía: no hacer ningún movimiento.

- Eres hermosísima, eso lo debes saber verdad? –mientras besaba el cuello.

- Por favor...déjame ir...-de aquella forma no convencía a nadie.

- La verdad es que hubiera seguido un poco más con toda esta comedia con tal de mantenerte como mi amante, preciosa –dirigiendo sus besos hacia el pecho de Camila-. Has aprendido muy bien y la verdad es que por tener tu cara entre mis piernas he tenido que seguir con todo esto.

Camila no se dio cuenta como pero Lauren ya estaba de pie y mirando algo que tenía en sus manos con mucha atención. Cuando se dio cuenta de que era, dirigió su mirada hacia su mano desesperada: le había quitado el anillo. La tercera espina se clavó profundamente.

- Pero la verdad es que no puedo dejar quedarte con esto. Me servirá para la próxima vez que encuentre otra gatita tan salvaje como tu –y le guiño un ojo-. Follas bien, cariño, lo admito, pero se acabo tu tiempo.

Camila se sentó en el mueble y miró hacia el suelo. Se repetía mentalmente que solo lo decía porque la había herido, que era mentira, que no podía ser cierto. No, no era cierto. No...podía ser cierto.

- Eres una cosita atractiva y quise que te sintieras lo bastante segura como para que no huyas. Me pareció que solo armando la farsa de un compromiso alargaría tu estancia en mi cama. Hasta hoy me tenías totalmente engañada, Camila Cabello. El ángel que prometía el paraíso con la luz de sus increíbles ojos. Tus botas tendrían que haberme advertido que eras mortal y por lo tanto tan corruptible como la que más –se estaba dejando llevar por la ira y al darse cuenta de ello sonrió para amortiguar el peso de sus palabras-. Pero aplaudo tu actuación. Eres una excelente actriz, Cabello. De haber sabido que buscabas lo mismo que yo, me hubiera ahorrado algunos dólares.

Lauren tenía la mandíbula tensa por el esfuerzo que le costó reír, mentalmente le dio las gracias por darle ella misma una razón para no quedar humillada. No podía dejar que ella viera que casi la había tenido de rodillas. Aunque solo fuera por su orgullo, tenía que mantenerse firme. Aunque le parecía extraño que ya no dijera nada. Mejor para ella. Se quitó el anillo que Camila le había regalado y se lo arrojó, cayendo a los pies. Que lo miro como si no lo reconociera.

- Me ha traído algunos problemas. A veces olvidaba quitármelo y ya sabes espantaba la diversión.

Sintiendo la cuarta espina clavándosele, Camila recogió el anillo y se quedó mirándolo. Cerró los ojos y no pudo más. Estirando la mano hacia Lauren, quiso regresárselo.

- Quédate con el...por favor –suplicando.

Fue un golpe en la cara para Lauren. Que quería decir con eso? Porque se lo devolvía?

- No me sirve. Tal vez a ti sí. No quiero volver a verte Cabello. No quiero nada de ti. Dile a tu noviecito que fue un gusto estrenar tan delicioso banquete, a ver que tal le saben mis sobras.

Sonriendo se acercó a camila , se arrodillo frente a ella y tomando su mentón la miro:

- Siempre quise saber qué se sentía acostarse con una virgencita –mientras esculcaba el rostro de Camila, mientras esta tenía la mirada perdida-. Fue un placer para mi, preciosa. Ojala a tu novio no le moleste encontrarse con mercancía de...segunda mano. Tu me entiendes, ojala se lo digas antes porque de lo contrario se llevará una sorpresa en la noche de bodas. Tal vez espere una virgen y solo se encuentre con una muchacha...como tu –sonrió-. Me encantaría probarte una vez más...pero yo no soy como ese. A mi no me gustan las sobras de los demás y ese ya te probo. Que seas muy feliz. Hasta nunca, Camila Cabello. Hasta nunca.

Y se marchó sin mirar hacia atrás. Ni siquiera tiro un portazo pues ello la haría pensar que estaba furiosa. Ante Camila ella debería quedar como alguien que se la quitó de encima. No como alguien a quien había destruido. Alguien que tuvo que tomar los pedazos espinosos de su corazón para clavárselos y así devolver en algo el daño causado.Y lo consiguió porque dejó a una Camila destrozada. Pensando que no había quinto malo al sentir una daga repasando cada una de las heridas que le hizo Lauren. La quinta espina había sido la más dolorosa. Se había burlado de ella. De su amor. De su entrega. Siempre había tenido razón: Lauren la iba a dejar en cuanto se aburriera de ella. En los últimos días había creído que...que todo era felicidad. Que por fin había conseguido lo que por años había deseado: el amor de Lauren. Todo era una mentira. Todo fue una mentira. Una farsa para aprovecharse de ella. Todo se había precipitado por la propuesta de David...pero tarde o temprano Lauren la habría dejado.

Sin saber exactamente que hacía se predispuso a seguir a Lauren cuando oyó un auto arrancar. Ya se había ido. Se puso de pie, dio dos pasos y cayó al suelo

- Lauren...mi amor...vuelve...por favor...vuelve...Lau...regresa...-estirando su mano hacia la puerta, como si así pudiera alcanzar a Lauren.

Cuando David entró la encontró así hizo un gran esfuerzo por calmar la ira que se acumulaba dentro de el. No había tenido suficiente con la burla de Jauregui cuando esta había salido del estudio sino que ahora tenía que encontrar a Camila al borde de un colapso. Tuvo paciencia. A veces se tenían que aguantar algunas cosas para obtener lo que se deseaba. Bajo la mano de Camila y tomándola en brazos la llevó hacia su recamara. Una vez ahí la dejo en la cama, la cubrió y se retiró dejando a una Camila fuera del mundo, perdida en su tristeza. Había deseado hacerla suya al verla así pero no quería que fuese así. La quería dispuesta y entregada. Además, estaba demasiado furioso como para pensar en hacer el amor. Lauren le había dicho un par de cosas que lo habían herido en su orgullo de hombre. A quien engañaba? Aun amaba a Camila y quería ganársela poco a poco. Con el tiempo le demostraría que no era el patán que ella pensaba. Y la haría tan feliz que jamás recordaría a la insolente pelinegra. Tiempo al tiempo. Ya tenía lo que quería, ahora solo restaba actuar inteligentemente. Aprovechándose de la situación no lograría lo que quería así que tomo sus cosas y se retiró de la casa de los Cabello.

Hacía casi tres horas que sacado definitivamente e irrevocablemente de su vida a su razón de ser y sentía que ya habían sido hacía siglos que no tenía a Lauren. El sentimiento era devastador. Cómo era posible que el destino le hubiera jugado tan mala pasada? Por qué? Por más que pensaba no recordaba haberle hecho mal a nadie. Tal vez algunas travesuras pero ningún daño como para tener que pagarlo con tamaño sufrimiento. Sentía el corazón en carne viva y por si fuera poco cada cierto tiempo oía las palabras de Lauren retumbando en sus oídos...

Solo había sido una más en su cama. Alguien de quien podía disponer cuando quisiera y como quisiera. Lauren había hecho de ella lo que había querido, sentido y deseado. La había moldeado a sus ganas, a sus deseos, a sus sentimientos...a ella. Y ella lo había permitido ciega de amor por aquella mujer que le robaba el aliento.

Siempre seras la niña que me llene el alma,Como un mar inquieto, como un mar en calma,Siempre tan lejana como el horizonte.

Hubiera sido una bendición si Lauren hubiera llorado, gritado, incluso si le hubiera pegado ella hubiera podido estar más tranquila porque así al menos hubiera sentido que alguna vez la quiso. Que alguna vez la amo. En esa desesperación ella hubiera podido ver que ella la amo. Y ese amor...ese amor le hubiera dado fuerzas para afrontar lo que venía. Lo que le esperaba.

Amarte asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora