cap 99

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Las dos preguntas siguientes giraron en torno a su relación con Camila pero Lauren respondió que no deseaba hablar de su vida personal. Al ver que no obtendrían más de la pelinegra, los periodistas cambiaron de tema.

Una hora después Lauren regresaba a su habitación, totalmente exhausta y sedienta. En cuanto vio una botella de agua corrió hacia ella para vaciarla inmediatamente.

- Señora Lauren, si me hubiera pedido una botella más se la hubiera conseguido –habló Dimitri.

- No te preocupes, Dima –entrecortadamente, después de haber acabado con el medio litro de agua en menos de cinco segundos–. Si no terminábamos pronto yo iba a dar por finalizada la conferencia. La garganta ya me duele demasiado y...

- No se preocupe, señora. Si le duele mucho puedo conseguirle un analgésico en la recepción.

- Te lo agradecería mucho, Dima. Aún quedan cuarenta minutos antes que el helicóptero llegue y no creo poder soportar una hora más de vuelo con este dolor.

- Está bien, señora. Regreso en diez minutos, enviaré a Tolia para que la cuide mientras me ausento.

- No te preocupes, Tolia y Andy deben estar muy ocupados con las coordinaciones para mi vuelo a París. Debo estar en unas horas allá y no será fácil en estas épocas.

- Pero señora...-resistiéndose a dejar sola a Lauren.

- Por favor Dima, son solo unos minutos. Puedo cuidarme unos minutos. Anda por ese analgésico, mi garganta y yo te lo agradeceremos inmensamente.

- Como diga, señora. Regreso en unos minutos –aún con cierta resistencia.

- Está bien.

Mientras Dima salía de habitación avisando por radio que la primera persona que estuviera libre acudiera a la habitación de Lauren; ella terminaba de dar cuenta de otra de las botellas de agua que había en la habitación.

Pasaron solo treinta segundos de tranquila soledad y de pronto un portazo sonó tras de Lauren.

- Dima qué...? Quien eres tú? –sorprendida, puesto que no reconocía la espalda de la persona que había cerrado la puerta tan estruendosamente.

- Qué rápido olvidas, Jauregui!

El corazón de Lauren se saltaba un latido, el color desaparecía de su rostro y las pupilas de sus ojos se contraían a su máximo nivel mientras aquel extraño giraba para mostrarle su rostro a la pelinegra.

- Cresswell...

Solo que ahora se veía mucho más acabado. Se podía decir que la cárcel lo había envejecido. Parecía que por el hubieran transcurrido quince largos años y no los casi cinco que realmente habían pasado. Se notaba como el encierro había terminado con el atractivo de aquel joven. Y también se imaginaba cuanto había aprendido en sus años, encerrado, para haber pasado por entre su seguridad sin que ellos dieran cuenta de su presencia.

- Oh! Sí que me recuerdas Lauren Jauregui, por tu expresión puedo asegurarlo –sonriendo con sorna.

- Qué...qué estás haciendo aquí?

- Por qué tartamudeas, Jauregui? Acaso me temes? –sonriendo más aún.

Lauren digirió lentamente esas palabras. No le daría gusto a ese canalla. No podía dejarse llevar por la sorpresa del momento. Entonces recordó un pequeño detalle: tenía frente a ella al principal responsable de haber perdido a Camila. No. Aquello no era totalmente cierto. Ya lo había aceptado. La única responsable fue ella con sus celos, su desconfianza y su falta de fe en el amor de Camila. El personaje que ahora enfrentaba era simplemente el catalizador de todos aquellos sentimientos. Dio un profundo respiro y por fin pudo sentir la confianza fluyendo por sus venas. No había nada que temer. Solo mucho que odiar. Mucho.

Amarte asíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora