Lonely hearts beat along [ChuNi]

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Podía sentir el viento frío filtrarse por la puerta cuando esta fue abierta. Escuchó pisadas ligeras sobre los tablones del establecimiento acompañados, por aquel dulce sonido de una campanilla repicar cuando la entrada se cerró.

A pesar de la calidez y penumbra amable del lugar, pudo todavía sentir su piel estremecerse ante el imperecedero viento gélido de invierno.

Normalmente saludaría a su cliente, pero el rostro de este se mostraba taciturno, terriblemente solitario en la ternura remanente de la plenitud de su juventud. Decidió guardar silencio.

A veces, los clientes, buscaban una charla, otros, un espacio donde ahogar un poco, tan solo un poquito, (de tener la oportunidad), de las congojas que podían cargar.

Como un bar, no era extraño ese escenario; la tristeza y la melancolía eran compañeras que parecían mezclarse con la música de fondo suave, siempre en el fondo del establecimiento, como en las mentes de los muchos que buscaban un refugio del mundo.

Yao suspiró, fue preparándose para escuchar alguna bebida ser ordenada, un vaso que se convertiría en muchos más.

Pero había algo diferente en aquel hombre joven, uno de esos oficinistas de traje impecable que pululaban Pekín. El hombre tenía una expresión ausente, como una coraza visible para su experiencia que buscaba alejar a quien quisiera hablarle; a la par, era como si pidiera que alguien lo viera.

Recuerdos de sí mismo le traía esa imagen, memorias...

—¿Tiene comida, algún menú? —preguntó, con peculiar cortesía el cliente, tras acomodar su chaqueta en el respaldo de una de las sillas de la barra.

Yao enarcó una ceja curioso, contento, pues la comida (al parecer), era de lo menos interesante en un bar; una pena, pues él amaba cocinar (y comer, por supuesto).

—¡Claro! Si eliges un platillo principal y un acompañamiento, por un porcentaje más, puedo añadir cualquier bebida, sin límite —ofreció con entusiasmo Yao, cruzándose de brazos y sonriendo al hombre del impecable traje.

—Supongo que tomaré la oferta —contestó el hombre algo avergonzado, con la sonrisa fácil y mirada fija en él de aquel hombre.

Yao se fue a la parte de atrás del local una vez recibió la orden.

Por alguna razón, quizás por lo diferente que era ese cliente, se esmeró un poco más de la cuenta en el platillo. Dejó el pedido frente al oficinista con una sonrisa todavía en sus labios.

Se fue al otro lado de la barra para limpiar unas cosas, aprovechando los escasos clientes de esa noche helada. ¿Qué haría un joven como él a esas horas? Aunque bien podría ser que fuera nuevo por esos rumbos, a todas luces ni siquiera era chino (el acento lo delataba).

Le molestaba un poco que el joven se centrara únicamente en ver su comida. Él, que extrañaba esos años donde la edad no le preocupaba, le irritaba un poco el deje melancólico del cliente, (y quizás se sentía obligado a hacer algo, por ese sentimiento de hermano mayor, o consejero, que era propio de él).

Se acercó discretamente a un lado del joven que comía con perfecto recato, y recargó su rostro sobre su mano.

—Estas muy solo, ¿verdad? —preguntó, dejando que sus primeras palabras tomarán sus labios sin reflexión.

El joven abrió sus ojos con sorpresa, y comenzó a toser cuando un bocado casi le hizo ahogarse. Yao se inclinó sobre la barra, para ayudarle con unas palmadas en la espalda. Sonrió al ver una emoción más visible y diferente a la tristeza que podía verse en ese hombre, aunque fuera por el incidente.

Stories, Fate, & Etc [Hetalia] [Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora