China recuerda con claridad la juventud de muchas naciones, algunas veces con amargura, otras con melancolía, pero siempre encontrando ternura en esas memorias, cuando todo parecía ser más simple, y no se consideraba enemigos, o potencias, con las que competir cada instante.
Una de esas naciones que encontraba fácil recordar sus primeros, era Estados Unidos, conocido normalmente como América por practicidad. Le sorprendía ver como esa colonia que vivía bajo el firme control de Inglaterra, había volteado el tablero y convertido el mundo en un escenario que se movía alrededor de su economía.
Yao se consideraba especialmente bueno leyendo el carácter de las personas, fueran naciones o humanos, así que asumió que su juicio sobre quién era Alfred, debía ser correcto, y eso, por tanto, la definición del tipo de hombre que era. Rara vez cometía errores, pues normalmente era prudente con sus interpretaciones de otros.
No obstante, Alfred era un caso por demás particular; sí lo definían por lo que se podía ver, o porque lo que había sido su gobierno, se podía pensar en el norteamericano, como una entidad ambiciosa, inescrupulosa, pretenciosa, y cruel se encontraba la oportunidad de sacar provecho; no obstante, era precisamente ese juicio un error, una terrible interpretación en la que el americano se veía atrapado frente al mundo, sin oportunidad de retractarse si deseaba mantener su fachada como potencia.
Pero China no comenzaría a ver, que lo Alfred dejaba ver era todo menos lo que él quería mostrar, y mucho menos quien era en realidad, no hasta casi finales de los años 60.
Sus jefes, siguiendo una propuesta diplomática muy propia de ellos, obsequiaron dos pandas a Estados Unidos.
Mientras hacían el anuncio frente a los jefes de Estados Unidos, que habían invitado a una ceremonia con tal de realizar aquel obsequio, no pudo evitar observar a Alfred mirar, cual chiquillo, las fotos expuestas de los pandas elegidos para realizar aquel gesto.
La emoción casi infantil de Alfred se hizo evidente, cuando su mandatario ofreció a los jefes de la nación americana acompañarlos a ver a los pandas, antes de que los preparen para su largo viaje. El país norteamericano, entonces, se quedó quieto al ver a los oso de cerca, con sus brazos abiertos a sus costados, y una sonrisa sin aquel deje de pretensión que siempre le acompañaba.
Yao creyó que Alfred quería echar a correr hacia los majestuosos animales, y abrazarlos, pero la joven nación miró a su alrededor, dándose cuenta de donde estaba, y siendo consciente de los jefes de ambos, así como el ojo atento de algunos periodistas permitidos que hacían anotaciones sin parar.
Aquel momento, marcó una diferencia, no solo para sus relaciones diplomáticas, sino para que Yao pusiera en nueva perspectiva quien era Alfred. Y es que esa dulzura, que pensó observar en el norteamericano cuando vio a sus amados pandas, supo identificarla como honesta.
Entonces, Yao, decidió recordar de nueva cuenta sus recuerdos de Alfred: el país norteamericano poseía un enorme poder, pero también cargaba una responsabilidad de la que pocos países tan jóvenes podrían haber imaginado tener que llevar, o ser capaces de manejar. Un peso así, no era algo fácil de asimilar, y los que habían podido subsistir a eso, como lo eran las potencias, sabían mejor que nadie, que el precio era no dejar ver vulnerabilidad alguna.
Ahora que lo pensaba, Yao recordaba muchas veces haber visto a Alfred escabullirse de las reuniones, con una expresión agotada, que se contraponía con sus siempre presente sonrisa. Alguna vez decidió seguirlo por curiosidad, para descubrir que se iba a una sala vacía a comer algún bocadillo, con una expresión que parecía alegre, pero que ahora observaba como una careta forzada por alguien que no podía permitirse sucumbir al cansancio o el peso de sus obligaciones.
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Stories, Fate, & Etc [Hetalia] [Oneshots]
Fiksi PenggemarRelatos cortos de todo tipo, y varias parejas. *Habrá crack *Hay oneshots de Latin Hetalia *En algunos puede usarse 2p *Se deja como terminado, pero se irán agregando de a poco.