Yubikiri [AsaKiku]

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Se miró en el espejo por tercera vez, y se ajustó la chaqueta—quizás demasiado formal, no estaba seguro—, para su cita, pero era la primera vez que Kiku lo invitaba con tal insistencia.

¿Debería llevar algo? Japón siempre era una anfitrión muy esplendido con él, pero no sabía si sería una falta de respeto, a veces era un poco complicado saberlo, igual podría ayudarlo con la limpieza.

Sus manos se sentían frías, a pesar del bochornoso calor de verano en Japón. Caminó por las calles, hasta llegar a la siempre tradicional casa de Kiku, que estaba en las pocas zonas boscosas del área.

—Lo esperaba, Arthur—san —dijo Kiku sonriendo, luciendo un poco ansioso—. Siento haber sido tan insistente, pero quería que me acompañara a ver los fuegos artificiales.

Para Inglaterra era un poco raro que invitarlo a ver fuegos artificiales fuera tan importante, o Kiku hubiese hecho tanto énfasis en que los vieran juntos cuando lo llamó.

—Bueno, siempre es un placer estar en tu compañía, Kiku —aseguró Arthur con tranquilidad, queriendo tragarse sus palabras después cuando hicieron enrojecer a la antigua nación oriental.

Quería preguntar que significaban los festivales de verano, para comprender la importancia de la invitación, pero decidió que sería mejor hacerlo cuando se instalara en la habitación de invitados.

Pasaron la tarde charlando de todo, menos de trabajo, de cosas pequeñas y de sí mismos. Con el recato de Kiku acompañado de la reticente honestidad de Inglaterra, eran momentos calmos con algo que siempre se podía descubrir en pequeños gestos.

Kiku se veía más reservado, en extremo reflexivo, y eso preocupaba a Inglaterra, quien era un gran conversador.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, Japón? —llamó a la otra nación suavemente, como no deseara perturbar el flujo de pensamientos del oriental.

—Ah, no, muchas gracias Arthur-San —negó repentinamente nervioso.

—Se percibe como si tuvieras algo que decir —los ojos verdes de la nación europea examinaron el estanque que resaltaba en el jardín de Kiku.

—Eso es verdad, pero estoy esperando el momento para hacerlo —los ojos negros de Kiku miraron con calma y determinación al otro, tan insondables como siempre, lograron dejar sin aliento a Arthur.

Ninguno tocó el tema más. Salieron al caer las primeras señales de la noche, y pasearon por algunos templos cercanos, donde se inauguraban los festivales de verano.

—Le queda bien —halago con una sonrisa Kiku, Arthur se cruzó de brazos avergonzado sin saber cómo responder el halago. Caminaron en silencio con el sonar de las risas, las luces, y el olor de las golosinas de verano.

—Creo... Creo que a ti te queda mejor —murmuró dando unos pasos al frente, no dejando que su rubor sea evidente.

Pasaron por un peculiar local, donde Arthur se frustró intentando atrapar un pez con una red de papel; comieron algunas cosas que en apariencia se veían extrañas, pero eran deliciosas.

Esos festivales eran como la alegría discreta y mística que se podía encontrar en Kiku.

—Muy pronto comenzarán los fuegos artificiales, Arthur-San —dijo suavemente, sentado en una banca del templo donde pasaba poca gente, Inglaterra asintió sentado a su lado.

No estaba tan inquieto en lo que le quería decir Japón, estando juntos era como si pudieran olvidarse de sus preocupaciones, ¿tal vez estaba molesto? El jefe de Kiku siempre vio su relación con malos ojos.

—Esto que quiero decirte, es un poco vergonzoso pero...—comenzó Japón, aclarándose la garganta—. Yo no deseo ser su amigo Inglaterra, no, Arthur.

— ¿Pero...porque? —Preguntó sorprendido, casi sintiendo un vacío en su estómago—. ¿He hecho algo...?

— ¡No! —negó rápidamente, levantando las manos para calmar al rubio—. Me he expresado mal, lo que pasa es que...si quiero confesar mi sentimientos y buscar algo más, no puedo ser su amigo...esto es un poco impetuoso de mi parte, porque no sé cómo me ve usted, Arthur —explicó con calma, y bajando cada vez más la voz conforme hablaba; Inglaterra estaba rojo hasta el cuello, principalmente por lo directo que estaba siendo Kiku, y porque ya no estaba usando el "San".

Abrió la boca un par de veces, jugo con el dobladillo de su Yukata—cortesía de Kiku—, y alzó su rostro un par de veces al cielo, como si buscara una forma de calmar sus nervios.

—Creo que...quiero decir —Arthur nunca había pensado en sus sentimientos hacia su único amigo, hasta ese momento: ¿le molestaba esa confesión? No, al contrario, le hacía sentir ligero de la cabeza, y casi eufórico.

La calma de Kiku, siempre era un sosiego en el acelerado y casi demente ritmo que llevaba el mundo; Japón estaba ahí para escucharlo, y él también estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para compensar lo feliz que le hacía la compañía del oriental.

Arthur nunca fue bueno con las palabras, así que, sorprendiendo a Kiku, quien casi cae de la banca: el británico toma una de las manos del japonés, y enlaza su dedo meñique con el del contrario.

—Leí por ahí...que aquí creen en algo del hilo rojo, eso...—Arthur miraba el suelo, absolutamente apenado por su idea, que ya no le parecía tan buena—, y que está unido al, ¿meñique? Y esa es mi respuesta, yo tampoco quiero ser tu amigo...

La risa grácil de Japón lo hizo levantar la vista, y molestarte un poco.

—¡Kiku! —reclamó—. What? I'm being serious here!

Este asintió con seguridad, y dejó que su risa cesara, una que le gustaba escuchar a Inglaterra.

—No pensé que conocieras lo del hilo rojo. Pero Arthur —señaló con su mano libre la unión de sus dedos—, esto es más bien lo que se hace en una promesa que llamamos Yubikiri.

—Bueno, esto es puede ser una promesa sobre nosotros —añadió Inglaterra, tras pensarlo un poco.

—Me gusta la idea, sino tendremos que comernos mil agujas si mentimos —explicó con una sonrisa, y queriendo reír ante la horrorizada expresión del rubio—. Sin embargo, no hay ninguna forma que mienta sobre mis sentimientos.

Arthur sonrió, y escuchó a Kiku cantar esa antiquísima canción sobre esa promesa, aquella llamada Yubikiri.

Stories, Fate, & Etc [Hetalia] [Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora