𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐁𝐨𝐲 ━━ Hueningkai.

Final.

Seis meses después.

París, la ciudad del amor, un lugar mágico y completamente hermoso, perfecto para parejas.

La idea que Huening tuvo, fue ir con su novia a esta ciudad, y ahora mismo estaban en un restaurante cerca de la torre Eiffel.

—Sigo sin creer que me hayas logrado traer aquí, Huening. — Habló la chica mirando alrededor–.

—Todo por ti, ____________, sabes que haría esto y mucho más, porque te amo.

—Yo también te amo Huening. — Se tomaron de las manos–.

Una cena romántica, después de esa cena ir a la torre y subirse hasta el tercer piso para ver la increíble vista, después ir a pasear en bote por el río Sena.

—Al atardecer iremos al hotel, quiero mostrarte algo.

—¿Aún más sorpresas?— Sonrió de lado–.

—Te mereces eso y más.

La vista desde el río era preciosa, la torre se veía muy hermosa, con la luz del sol tenue y el viento fresco y relajante.

—¿Recuerdas nuestra primera cita?

—¿Cómo olvidarla?

—Recuerdo haberme perdido en tus ojos, y haber dicho que eran y son los más hermosos que he visto. — Sonrió levemente mientras miraba a la chica fijamente a los ojos–.

—Y yo cambiaré lo que dije esa vez... Los tuyos son más hermosos que los míos. — Besó sus labios suavemente–.

—Me alegro que hayas superado tus problemas y hayas aprendido a amate a ti misma.

—Comprendí que si no me amaba yo primero, nadie lo iba a hacer.

Montmartre. Un barrio muy famoso y pintoresco de París, un lugar lleno de color y bellezas visuales.

—¡Vamos Hueningkai! ¡Sube más rápido!— Se encontraban subiendo unas escaleras que daban hacia la Basílica del Sacré Cœur–.

—Ya... N-no puedo más... — Se sentó en un escalón al costado de las escaleras–.

—Tú haces ejercicio, yo no, yo el mayor esfuerzo que hago en todo el día es levantarme de mi cama.

—P-pero... — Ella le interrumpió–.

—Nada de pero, vamos, ya casi llegamos, vamos a la mitad de la escalera. — Le tomó la mano y lo hizo seguir subiendo las escaleras–.

Luego de un montón de quejas por parte de Huening, al llegar allá se sorprendieron por la vista hermosa que tenían desde la cima.

—Valió la pena subir esas escaleras, ¿no?— Abrazó al chico por detrás–.

—Sí, estar aquí contigo, mirando el atardecer desde aquí, es lo mejor. — Dió media vuelta y la besó en la comisura de los labios–.

—Ahora bajemos, escuché que había un elevador.

—¡¿Había elevador?!