7. Waylon Forge

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Bella se fue a Port Angeles con Jessica y Angela, aunque no sin antes tratar de convencerme de que la acompañara. Finalmente se rindió cuando le expliqué que ya tenía mi día planeado frente al televisor y el partido de hoy era importante. Charlie se fue después de Bella, avisándome que llegaría a tiempo para el partido de fútbol americano.

Me puse unos calcetines rosas, el pijama de Batman, que consistía en una playera y un pantalón. Puse la película de Casper y me quedé tirada en el sofá con el platón de palomitas a un lado de mi estómago. Sedienta, me tomé un litro de agua y volví a poner la película.

Casper ha sido mi película favorita desde que se estrenó en 1995, cuando yo tenía ocho años. Durante mi época de lamento por la muerte de mis padres, esa película me ayudó a olvidarme de la muerte de mis padres por algunas horas. La había visto varias docenas veces, por lo que me la sabía al derecho y al revés, incluyendo los diálogos.

—¡Bésala! —supliqué cuando Casper, convertido en un niño, tenía a Kat en sus brazos y la hora de las diez había llegado— ¡Sí! —celebré cuando la besó.

Hice una mueca cuando terminó volviendo a transformarse en un fantasma, y sonreí al ver cómo todos salían espantados.

Tocaron la puerta. Seguramente Charlie había olvidado sus llaves otra vez. Pausé la película y me levanté a abrirle.

—Charlie, voy a ponerle esposas a tus llaves, a ver si así no se te olvi... ¡Ay!

En la entrada no estaba Charlie, sino Jasper. Con la boca tan abierta como mis ojos (demasiado sorprendida por verlo ahí, y avergonzada por abrirle la puerta en pijama y el cabello en un moño malhecho), me quedé paralizada con la mano todavía en la perilla.

—Hola, Juliet —saludó.

Cerré por fin la boca, todavía sin conseguir emitir un ruido. Mi cara debía estar roja como un tomate, a juzgar por lo caliente que se sentía.

—Lo siento. ¿Llego en mal momento?

—B-bueno —tartamudeé, apenada—. Sólo estaba a punto de tomar una siesta —mentí—. ¿Olvidé algo más en el estacionamiento? —bromeé, tratando de desviar la atención del hecho de que estaba en una pijama infantil frente al chico más guapo del mundo.

Jasper rió, exhibiendo unos dientes perfectos y blancos, y sentí que se me iba el aire cuando vi sus hoyelos. Era muy raro verlo sonreír, pero conmigo parecía hacerlo seguido. ¿Debería sentirme especial o lo suficientemente tonta por lograr que un chico como él se riera de mis torpezas?

—No, sólo estaba pasando por aquí y decidí saludar —explicó.

—¿Cómo sabes que vivo aquí? —interrogué.

—Hija del jefe de policía —me señaló—. Pueblo pequeño —dijo con simpleza, encogiéndose de hombros, formando un círculo en el aire con su dedo para representar Forks.

Sus manos se mantenían unidas a sus espaldas, igual a un soldado en posición de descanso. Su forma de pararse, siempre tan recto, le añadía misterio a su persona. Jasper Hale era un enigma por el que sin duda me arriesgaría a descifrar.

—Claro —acepté su excusa—. Bueno —dudé con obvio nerviosismo—, ¿quieres pasar?

Asintió, se limpió rápidamente las botas en el tapete y entró, apenas echándole un vistazo a la casa.

—Así que una siesta —me desmintió, observando el platón con unas cuantas semillas de maíz y la televisión pausada en el momento en que los fantasmas tocaban instrumentos.

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora