𝔏𝔲𝔫𝔞 𝔑𝔲𝔢𝔳𝔞

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Me desperté sobresaltada, jadeante y con los ojos a punto de salirse de las órbitas. Una mortecina luz gris, la luz propia de una mañana nublada, sustituyó al sol cegador de mi pesadilla. Sólo ha sido un sueño, me dije. Sólo ha sido un sueño. Tomé aire y salté de la cama cuando se me pasó el susto del recuerdo de la muerte de mis padres.

El pequeño calendario de la esquina del reloj me mostró que estábamos a primero de agosto. Era el día de mi cumpleaños. Oficialmente acababa de cumplir dieciocho años.

Había estado entusiasmada por este día durante semanas.

Aún estábamos en un perfecto verano, el verano más ocupado y feliz que he tenido jamás, y el más lluvioso de la historia de la península Olympic (lo cual había vuelto el verano aún más perfecto).

Y ahora que por fin había llegado este día, resultaba mejor de lo que esperaba. Casi podía sentirlo: era mayor. Cada día crecía un poco más y me acercaba a mi independencia.

Cuando fui a lavarme los dientes, no me sorprendió que el rostro del espejo hubiera cambiado. Incluso Charlie había comentado que este verano había crecido. Mi rostro, antes aniñado, se había perfilado un poco: mis cachetes no estaban tan abultados ahora y mis pómulos se habían alzado, así como mi cuerpo había tomado una forma más curvilínea.

Le sonreí a mi reflejo y noté lo sonrosado de mis mejillas por la ilusión de mi cumpleaños dieciocho, acompañada de una hermana que finalmente me aceptaba, Charlie... y mi novio, Jasper.

Nunca tuve mucho dinero, pero eso no me ha preocupado jamás. Charlie no se estaba forrando con el suyo, precisamente, siendo jefe de policía de una localidad pequeña como Forks. Sin embargo, nunca me había faltado nada. Mi propio dinero, aquel que había heredado de mis padres cuando fallecieron, estaba guardado en una cuenta de ahorros que Charlie jamás tocaba y mantenía congelada hasta el momento en que me fuera a la universidad, con lo que yo estaba completamente de acuerdo y agradecida.

Jasper tenía un montón de dinero, ni siquiera quería pensar en la cantidad total. El dinero carecía de significado para él y su familia. Según ellos, solamente era algo que se acumula cuando tienes tiempo ilimitado y una hermana con la asombrosa habilidad de predecir pautas en el mercado de valores.

Jasper no parecía entender por qué le ponía objeciones a que gastara su dinero conmigo, es decir, por qué me incomodaba que me llevara a un restaurante caro de Seattle y no podía regalarme un coche que alcanzara velocidades superiores a los ochenta kilómetros por hora, o la misma Harley Davidson que mi padre tuvod de joven. No entendía que yo no quería ningún regalo ostentoso, sino su pura compañía. No comprendía cómo una barra gigante de chocolate me hacía más feliz que la idea de manejar un Jeep nuevo, o cómo preferiría ir a comer una hamburguesa que a un elegante restaurante francés.

Yo era una chica sencilla y con gustos simples, aunque específicos. Por ello, le pedí que su regalo de cumpleaños (después de haber insistido en que no tenía que darme nada y él se rehusara a no obsequiarme algo en un día tan especial) fuera algo más significativo que material.

Tomé una ducha larga, en la que disfruté del agua caliente, y volví a la habitación para cambiarme, donde me llevé una gran sorpresa.

Ahí, a los pies de la cama, había una caja razonablemente grande, cuadrada y café, envuelta en un listón blanco que arriba se formaba en un moño grande y elegante. Al principio, tontamente, pensé que sería de Charlie y Bella, pero me di cuenta de mi error cuando leí la tarjeta.

¡Feliz cumpleaños, Juliet! ¡Úsalo esta noche!

Con cariño,

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora