17. Phoenix

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Edward aparcó despacio junto al bordillo, a bastante distancia detrás de la pickup. Los dos estaban sumamente alertas, sentados muy erguidos en sus asientos; escuchaban cada sonido del bosque, escrutaban cada sombra, captaban cada olor, todo en busca de cualquier cosa que estuviera fuera de lugar. El motor se paró y me quedé sentada, inmóvil, mientras continuaban a la escucha.

—No está aquí —anunció Edward muy tenso—. Vamos.

—No te preocupes —susurró Jasper en mi oído—. Solucionaremos las cosas lo antes posible.

Sentí que se me humedecían los ojos mientras lo miraba. Jasper me ayudó a bajar y me tomó de la mano, amparándome en su abrazo protector. Me acompañó rápidamente hacia la casa sin dejar de escrutar la noche.

—Quince minutos —advirtió Edward en voz baja, que llevaba a Bella de igual manera.

—¡Vete, Edward! —le gritó Bella tras dos largas inspiraciones de valentía.

Esperé dos segundos antes de seguirla para aparentar como si viniera persiguiéndola. Eché a correr hacia el interior de la casa después de cerrar la puerta.

—¿Bella?

—¡Déjame en paz! —le chilló a Charlie entre lágrimas, que caían implacablemente.

Corrió escaleras arriba hasta su habitación, cerró la puerta de golpe y echó el pestillo. Charlie me miró, parado afuera de la habitación de Bella y a mi lado.

—Dice que quiere volver a Phoenix —le expliqué.

No tuve que fingir la cara de preocupación, porque esa ya la tenía desde que nos fuimos del partido de béisbol.

Charlie, demasiado asustado por mis palabras, aporreó la puerta. Aproveché para ir a mi habitación y tomar la mochila que usaba para llevar ropa extra en los entrenamientos de béisbol. Bella agarraría del baño mi cepillo de dientes y la pasta dental.

—Bella, ¿te encuentras bien? —la voz de Charlie sonaba asustada. Me rompió el corazón oírlo así— ¿Qué está pasando?

—Me voy a casa —gritó; la voz se le quebró en el punto exacto.

—¿Te ha hecho daño?

Su tono derivaba hacia la ira, y mientras yo tomaba varias prendas de ropa interior y mis anteojos.

—¡No! —chilló unas cuantas octavas más alto.

Me volví hacia el armario y tomé un par de vaqueros y unas blusas.

—¿Ha roto contigo?

Charlie estaba perplejo.

—¡No! —gritó de nuevo, apenas sin aliento.

Arrojé pares de calcetines y el cargador del celular a la mochila, y la cerré. Me asomé por la ventana y la aventé. No la vi aterrizar en el suelo, sino en las manos de Jasper, que seguía vigilante a su alrededor.

—¿Qué ha ocurrido, Bella? —vociferó Charlie a través de la puerta, aporreándola de nuevo.

—He sido yo la que ha cortado con él —le respondió.

Corrí hacia el umbral de la puerta, esperando a que bajaran, y traté de lucir lo menos agitada posible.

Los escuché correr hacia las escaleras.

—¿Qué ha pasado? —gritó Charlie detrás de Bella— ¡Creí que te gustaba!

La sujetó por el codo al llegar a la cocina. Aunque estaba desconcertado, su presión era firme. La obligó a darse la vuelta para que le mirara y leí en su rostro que no tenía intención de dejarla marchar. Únicamente había una forma de lograrlo y eso implicaba hacerle daño. Así que Bella lo miró con nuevas lágrimas en los ojos por lo que iba a hacer.

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora