40. Historias

6K 746 34
                                    


Lo primero que Alice y Emmett hicieron al recogernos del aeropuerto, fue abrazarme. Primero Alice y luego Emmett. Estaban emocionados por la noticia de mi elección por la vida eterna junto a Jasper. Me hicieron sentir mejor y olvidarme de las preocupaciones por mi decisión, como Charlie. A quien había tenido que mentirle, diciendo que llegaría de Boston a las once de la noche, ya que la familia de Jasper quería recibirnos primero.

Alice y Emmett no eran los únicos felices por la nueva noticia. Esme y Carlisle me abrazaron y me hicieron saber que era bienvenida en su familia. Edward no se encontraba, debía estar con Bella, pero no era difícil adivinar su opinión. Sin embargo, no era la única persona que sabía que se opondría.

Rosalie se levantó del sofá y salió de la sala hacia el balcón, taconeando fuerte y con la mandíbula apretada. Se me estrujó el corazón. Odié la sensación de que nunca sería completamente aceptada.

—Déjala, se le pasará —me dijo Jasper, al verme con la intención de ir tras ella.

Sabía que mentía. A Rosalie no se le pasaría, así como me daba a entender, pero Jasper sólo quería protegerme de las cosas que Rosalie podría decirme.

—Quiero hablar con ella.

Aunque parecía indeciso y formó una mueca, me soltó la mano y asentió. Carlisle y Esme me vieron alejarme y seguir a Rosalie hasta el balcón del primer piso, donde podía apreciarse el frondoso bosque que rodeaba el sur de la casa. Rosalie no se inmutó ante mi cercanía.

Sentí un retortijón en el estómago cuando, el único miembro de la familia Cullen al que no le gustaba, me miró apenas me puse de pie a su lado.

—Por favor, no pienses que no apoyo tu elección por crueldad —imploró ella con voz gentil. Apoyó los brazos sobre la cerca y clavó la vista al frente mientras hablaba—. Estoy segura de haber herido tus sentimientos en el pasado, y no quiero hacerlo de nuevo.

—No te preocupes, Rosalie. Soy fuerte. Dime qué pasa.

—¿Te gustaría oír mi historia, Juliet? No tiene un final feliz, pero ¿cuál de nuestras existencias lo tiene? Estaríamos debajo de una lápida si hubiéramos tenido un desenlace afortunado.

Asentí, aunque me aterró el tono amenazante de su voz.

—Yo vivía en un mundo diferente al tuyo, Juliet. Mi sociedad era más sencilla. En 1933, yo tenía dieciocho años, era guapa y mi vida... perfecta.

Contempló el bosque con expresión ausente.

—Yo lo tenía todo garantizado en aquel entonces y en mi casa parecía como si la Gran Depresión no fuera más que un rumor molesto. Me encantaba ser Rosalie Hale y me complacía que los hombres me miraran a donde quiera que fuera. Me encantaba que mis amigas suspiraran de envidia cada vez que tocaban mi cabello. Que mi madre se enorgulleciera de mí y a mi padre le gustara comprarme vestidos nuevos me hacía feliz.

»Sabía qué quería de la vida y no parecía existir obstáculo alguno que me impidiera obtenerlo. Deseaba ser amada, adorada, celebrar una boda con la iglesia llena de flores y caminar al altar del brazo de mi padre. Estaba segura de ser la criatura más hermosa del mundo. Necesitaba despertar admiración tanto o más que respirar, Juliet. Era tonta y frívola, pero estaba satisfecha.

Sonrió, divertida por su propia afirmación.

—De todo cuanto quería, tenía pocas cosas de verdadera valía, pero había una en particular que sí lo era: mi mejor amiga, una chica llamada Vera, que se casó a los diecisiete años con un hombre que mis padres jamás habrían considerado digno de mí: un carpintero. Al año siguiente tuvo un hijo, un hermoso bebé con hoyuelos y pelo ensortijado. Fue la primera vez en toda mi vida que sentí verdaderos celos de alguien.

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora