32. Acantilado

5.5K 795 45
                                    


Había pasado una semana desde que Bella y yo descubrimos que Jacob y los amigos de Sam Uley en realidad no eran una pandilla, sino una manada. Una manada de licántropos, hombres lobo. Bella y yo charlamos con Jacob mientras caminamos en la playa, y él nos explicó la situación y el propósito de su existencia. Al principio no los creí tan fuertes como para enfrentar un vampiro, mucho menos matarlo, hasta que nos dijo lo fácil que fue cazar a Laurent.

Desde entonces, no he podido respirar tranquila, sin estar pensando todo el tiempo en la seguridad de Bella. Resultó que la manada estaba cazando a una pelirroja: Victoria. Venía y se iba, pero siempre volvía. Bella le explicó a Jacob acerca de su pasado con la vampira, que ahora buscaba venganza, como había dicho Laurent. Bella era la razón por la que Victoria venía a Forks, y la manada era lo que le impedía acercarse lo suficiente para atacarla.

La manada estaba cazando a Victoria, y Charlie estaba cazando a la manada. No pude convencer a Charlie de dejar ir el asunto de los lobos, así que le supliqué a Jacob que mantuviera un ojo en él, quien estaría diario buscándolos en el bosque.

La escuela siguió igual y fue mi mejor distracción para olvidarme de Victoria por unas horas. Bella y yo nos quedábamos en casa, por órdenes de Jacob para mantenerlo tranquilo.

—Por favor, Jules, prométeme que no saldrán de la casa cuando no estén en la escuela —me había insistido con ansiedad.

Lo abracé, simpatizando con su miedo. Él temía por nuestra seguridad, como yo temía por la suya. Era familia para mí, como un primo, desde que Charlie me había recibido en su casa. De hecho, fue el primer amigo que hice desde la muerte de mis padres. Hizo todo lo posible por distraerme y jugó básquetbol conmigo incontables veces durante nuestra infancia.

—Ten cuidado, Jacob. Es rápida... y más astuta de lo que parece —le advertí, aspirando su olor a tierra y humedad.

Jacob me apretó más contra su cuerpo, me dejó ir y se dio media vuelta, corriendo hacia el bosque.

Habían pasado días desde la última vez que lo vi o hablé con él. Suspiré, cerrando el libro de Historia con alivio. Finalmente terminé de estudiar y me permití levantarme de la cama para ir por algo de comer y ver la televisión. Sonreí contenta a la hora en el reloj, porque sabía que, a esta hora, en cierto canal, pasaban los Simpson.

—¡Bella! —le hablé desde la cocina, con una mueca de molestia al encontrar el refrigerador vacío— ¿Quieres pedir una pizza?

No hubo respuesta.

—¡Bella! —dije más fuerte.

Silencio.

Cerré el refrigerador con fuerza y corrí hacia la puerta. Me asomé por la entrada y pisé el suelo con fuerza. El monovolumen no estaba aparcado en ninguna parte. Bella se había ido.

Vas a sacarme canas verdes, pensé mientras corría hacia la cocina de nuevo y tomaba mi celular, que había dejado sobre el comedor. Le llamé dos veces, y en la tercera me rendí. Una parte de mí decía que mantuviera la calma, que tal vez se había dado cuenta antes que yo que no había comida y había ido por algo al Carver Café. Otra parte mí decía que debía entrar en pánico, porque estaba oscuro y Charlie tampoco había regresado a casa.

Decidida a confiar en mis instintos, le llamé a Jacob, aunque sin esperanzas de que me respondiera, porque sabía que seguro estaba cazando a Victoria en el bosque.

Hola, Jules.

—¡Jacob! —exclamé— Gracias a Dios. Bella no está en casa, el coche tampoco. ¿Has sabido algo de ella?

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora