33. Alice Cullen

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—¿Alice? —gimoteé mientras colisionaba contra su cuerpo.

Había olvidado lo dura que era; como correr de cabeza hacia una pared de cemento.

—¡Juliet! —había una extraña mezcla de alivio y tristeza en su voz.

No me di cuenta del momento en que el jadeo se transformó en otra cosa; sólo fui consciente de estar sollozando cuando Alice me llevó hacia el sofá del salón y me sentó a su lado. Era como intentar abrazar una piedra fría, pero no me importó y recibí la fría temperatura de su cuerpo con gusto. Me acarició la espalda a un ritmo dulce, a la espera de que dejara de lagrimear.

—Lo siento —le dije, soltándola f1inalmente y limpiando la humedad de mis mejillas—. Es que estoy feliz de verte, y llegaste en un momento muy complicado y emocional.

Estaba tensa constantemente por la preocupación de la seguridad de Bella, Jacob y Charlie; triste porque, aunque estaba mucho mejor, aún extrañaba a Jasper, y abatida por la pérdida de Harry Clearwater.

—Está bien, Juliet. Todo va bien.

Y por una vez me pareció que así era.

—Sí —asentí, limpiándome la última lágrima.

—Había olvidado lo efusiva que eres —comentó con cierto tono de desaprobación en la voz y una pequeña sonrisa.

Levanté la vista y la miré a los ojos. Había olvidado lo brillantes que podían ser, igual al oro derretido. Le sonreí de vuelta.

—Bella va a estar muy feliz de verte —le dije. Ella frunció su lindo rostro, confundida—. Escucha, no me lo tomes a mal, Alice: estoy muy contenta de verte, pero ¿por qué has venido? —pregunté con la voz baja y suave.

—¿Bella está viva?

Me di cuenta de qué había pasado y cuál era la razón por la que Alice estaba aquí. Suspiré, negando con la cabeza.

—La viste caer.

—No —negó con los ojos entrecerrados—. La vi saltar.

Apreté los labios mientras pensaba en una explicación que no pareciera una chifladura. No quería que Bella sonara como una suicida, no quería crear esa imagen para ella. Alice podría volver con Edward y decirle lo mal que estaba mi hermana, y no quería darle la satisfacción a ese imbécil de saber el daño que había causado.

Alice sacudió la cabeza.

—Le dije que esto terminaría ocurriendo, pero no me creyó. "Bella me lo prometió". "Ni se te ocurra seguir mirando en su futuro" —continúo ella, imitándolo—. "Ya le hemos hecho bastante daño". Pero dejar de mirar no significa que se deje de ver —prosiguió—. Te juro que no las vigilaba, Juliet. Es sólo que estoy ya en sintonía con ustedes, y no me lo pensé dos veces cuando vi a Bella saltar y a ti sentada en este sillón, llorando sola: me metí en el avión y volé aquí. Sabía que sería demasiado tarde, pero no podía quedarme sin hacer nada. Así que vine aquí con la esperanza de que tal vez podría ayudarte a ti y a Charlie de algún modo —sacudió la cabeza, esta vez confusa. Se le notaba la tensión en la voz—. La vi caer en el agua, y esperé y esperé a ver si salía, pero no fue así. ¿Qué pasó? ¿Y cómo ha podido hacerle a Charlie una cosa así? ¿No se paró a pensar en el daño que esto les causaría a Charlie y a ti? ¿Y a Edward?

La atajé en cuanto pronunció el nombre del idiota que destrozó el corazón de Bella. No me importaba si Edward sufría, y ya era hora de interrumpirla.

—Bella no intentaba suicidarse, Alice.

Ella me miró, dubitativa.

—Entonces, ¡¿me estás diciendo que no estaba saltando desde un acantilado?!

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora