11. Esperanza

16.7K 1.9K 658
                                    


—¿Y-yo...? —tartamudeé, acalorándome.

Jasper sólo asintió, y bajó la mirada hasta mi mano, aún cuidadosamente custodiada por las suyas.

—De acuerdo —carraspeé—, ya sé qué eres y por qué eres cómo eres, sobre todo por tu caballerosidad tan anticuada, que definitivamente es una de las razones con las que me convencía que no eras ni podrías ser real..., pero no me has dicho por qué has estado viniendo a mi habitación, haciéndome creer que sueño contigo... por dos años.

Mi voz se quebró. De repente me sentí avergonzada, así que quité mi mano de las suyas, y él me miró como si fuera una persona ansiosa y yo le hubiera quitado su pelota anti-estrés.

—¿Te ha divertido jugar con mi mente y mis sentimientos?

—Lastimarte de alguna forma es lo que menos he querido en mi existencia, Juliet. Lo prometo.

—Pues lo has hecho. Me siento muy humillada, así que te pido que me expliques por qué lo has hecho y por qué has decidido confesarte ahora. Merezco la verdad.

Jasper volvió a tomar mi mano con delicadeza, y lo dejé, porque parecía calmarlo, y necesitaba que fuera honesto.

—Estábamos en Alaska, hace dos años, cuando Alice te vio. Sólo... apareciste en su mente; decías mi nombre —sonrió, sin levantar la mirada de nuestras manos—. Alice sólo dijo fue que ya era tiempo, que mi esperanza estaba esperando en Forks. Nunca dijo lo que era esa esperanza, mucho menos que se trataba de una persona. Aun así, nadie dudó de ella y decidimos venir. No volvió a mencionar nada acerca de esa esperanza, y yo no pregunté. Confiaba en Alice.

»Era un día muy frío, lluvioso y nublado, cuando fuimos a nuestro primer día de clases. Estábamos en la cafetería, todos estaban muy abatidos y malhumorados por el clima, y nuestra llegada era lo único de lo que se hablaba, pero... tú no. Estabas feliz. Fue como... como ver un foco, cálido y brillante, en medio de un cuarto oscuro. Irradiabas muchas emociones fascinantes, que yo había olvidado cómo se sentían. Hablabas sin parar de un película, que acababa de estrenarse y Charlie te había llevado a ver —se echó a reír muy bajo—. Estabas tan feliz por algo tan simple como una película para niños.

—Es que... me encantan las caricaturas —traté de excusarme.

—Me di cuenta —dijo, y me miró directo a los ojos. Se me cortó la respiración por unos segundos—. Juliet, en cuanto te vi, supe que tú eras mi esperanza. Lo único que quería era estar a tu alrededor y llenarme de tus emociones.

»Empecé a quedarme afuera de tu casa, simplemente escuchándote cantar a todo pulmón alguna canción infantil, o reír por tus caricaturas, o gritar de emoción cuando Charlie llegaba con alguna comida chatarra, o insultar o festejar cuando veías algún partido de béisbol, baloncesto o futbol americano.

»Luego, comencé a ir a tus partidos de béisbol. Me contagié de tu felicidad cuando le ganaron a un equipo que nunca antes habían podido vencer. Estaba lloviendo y tú estabas cubierta de lodo, pero no te importaba, no dejabas de gritar y sonreír con tu equipo por su triunfo.

»Con el tiempo fui conociéndote mejor, y me permití acercarme un poco más. Estaba convencido de que podía controlarme. Eras tú, no podía hacerte daño, porque sólo me haría daño a mí mismo. Entonces, lo hice: me acerqué..., y me llevé una increíble sorpresa cuando tu aroma, en lugar de provocarme sed, terminó siendo lo contrario.

—Oh —expresé, mi cara enrojeciendo—. ¿Huelo mal?

Jasper negó con la cabeza.

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora