4. Accidente

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Faltaban veinte minutos para que sonara el timbre de la escuela, por lo que no teníamos yo no teníamos prisa. El cielo estaba oscuro, lleno de nubes grises amenazando con otra lluvia. Ha estado lloviendo por días sin parar, por lo que Charlie llevó la pickup a cambiar las llantas para evitar un accidente.

Cerré la puerta a mis espaldas y bajé los escalones, junto con Bella, quien iba muy abrigada y titiritando de frío. Ella no estaba acostumbrada a este tipo de clima como yo, que nací y he crecido aquí.

Justo cuando iba a ofrecerle una bufanda, Bella resbaló con el suelo mojado. Pudo haber caído de trasero, pero alcancé a meter mis manos bajo sus brazos y sostenerla. Charlie corrió a ayudarme para ponerla en pie.

—Gracias, Jules. Bella, ¿estás bien?

—S-sí —tartamudeó, más asustada que dolorida—. Estoy bien —carraspeó, dejando de darme la espalda para verme con una media sonrisa incómoda—. Gracias.

—De nada, Bella —le sonreí, alegre de que, por primera vez, me hablara amablemente de forma sincera.

—Menos mal que le puse llantas nuevas a la pickup —Charlie señaló la camioneta—. Las otras ya estaban muy viejas. Por cierto, probablemente llegue tarde a cenar. Tengo que ir al condado de Mason. A un oficial de seguridad lo mató una clase de animal —explicó, acercándose a su patrulla y abriendo la puerta.

Yo asentí, sin preguntar al respecto, por mi falta de sorpresa ante la noticia. Siendo la hija adoptiva del jefe de policía de Forks, terminaba por enterarme de todos los crímenes sin tener que leer el periódico.

—¿Animal? —cuestionó Bella, confundida.

—Ya no estás en Phoenix, Bells —respondió Charlie.

—Ten cuidado —le pidió, notándose preocupada.

—Siempre lo tengo —contestó con un toque de burla.

—Y gracias por las llantas —añadió.

Incómodo y avergonzado, sólo dijo:

—Sí.

Se metió a la patrulla para arrancar e irse al lado contrario que nosotras. Cuando nos subimos al auto, empezó a serenar y Bella suspiró, desanimada por aquel hecho.

—Tranquila, siempre llevo paraguas en la mochila —le dije, sacando la sombrilla que se hacía del tamaño de mi mano y al abrirla era lo suficientemente grande para cubrirnos a ambas.

Bella asintió, viendo el objeto que nos impediría mojarnos, y arrancó. El camino a la escuela fue silencioso, como siempre, y apenas llegamos a la entrada, Bella murmuró un rápido y corto "gracias" antes de irse a su clase. Sacudí el paraguas para quitarle el exceso de agua, luego quise cerrarlo, pero se estancó.

—Grandioso —bufé, sin rendirme.

Era como si le faltara aceite, o yo no tuviera fuerza suficiente. Como fuera, el paraguas no quería cerrarse.

—¿Necesitas ayuda?

A mis espaldas, una voz grave y melodiosa, con tono de burla, me hizo dar vuelta. Quise bromear y seguir intentando, pero me dolía la mano, así que le tendí el paraguas. Emmett lo tomó y con un pequeño intento consiguió cerrarlo para luego tendérmelo con una sonrisa socarrona.

—Me temo que te estás haciendo más débil, Julie —me advirtió, caminando a mi lado por el pasillo.

Sentía las miradas de todos sobre nosotros, pues no era común que un Cullen hablara con alguien más que su propia familia. Todos se ponían muy raros con los Cullen; yo también lo hacía antes, pero después de haber conocido a Emmett, sólo los veía como una familia en la que casualmente todos tenían rasgos angelicales.

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora