38. La votación

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A la una de la madrugada, mientras Jasper y yo aún seguíamos charlando, Bella entró a mi habitación sin tocar y me pidió que la acompañara a casa de los Cullen, con Edward y Jasper. Al parecer, tenía que hablar con todos. No quiso decirme lo que ocurría hasta que estuviéramos ahí.

Me puse unos pantalones de chándal y tenis, además de una sudadera y una chaqueta. No podíamos irnos en el monovolumen porque eso despertaría a Charlie, así que sería a pie... para Jasper y Edward.

Cuando estuve lista, me tomó en brazos y saltó ágilmente desde mi ventana para aterrizar en el más absoluto silencio, como un gato. Había más altura de la que pensaba.

—Sube.

Me ayudó a encaramarme a su espalda y echó a correr. Eso sí me pareció algo habitual, incluso después de haber transcurrido tanto tiempo. Resultaba fácil. Evidentemente, era algo que nunca se olvidaba, como andar en bicicleta.

Mientras él atravesaba el bosque corriendo, con la respiración lenta y acompasada, todo permaneció en calma y a oscuras, tanto que apenas veíamos los árboles cuando pasábamos como un bólido delante de ellos. Sólo el azote del viento en el rostro daba verdadera medida de la velocidad a la que íbamos.

Mantuve los ojos abiertos y apoyé el mentón en su hombro, rozando su cuello con la mejilla. El momento en que se detuvo, a unos pasos de la entrada de su casa, volví mi cara hacia él y apreté los labios contra la piel de su cuello. Él me sonrió por encima de su hombro y me soltó con cuidado. Aterricé en dos pies sin problemas y tomé su mano antes de caminar hacia la casa.

—¿Qué es lo que planea Bella? —le pregunté, consciente de que seguramente mi hermana adoptiva había tomado cierta decisión en su habitación, acompañada de Edward, y Jasper los había escuchado sin poder evitarlo, gracias a la aguda audición.

—Va a someter su mortalidad a votación.

Oh, Cristo.

Me guio al interior de la casa a oscuras por la puerta del pórtico, que estaba abierta, y encendió las luces. Abrió la marcha por el luminoso cuarto de estar, donde ya esperaba toda la familia. No tardé en adivinar que Alice había tenido una visión y los había prevenido.

No dejamos de caminar hasta que ocupamos un espacio entre Alice y Lyon, y Rosalie y Emmett. Unos segundos después, Bella y Edward llegaron. El último parecía algo molesto.

—Bueno —comenzó a hablar Bella—, espero que Alice les haya contado lo que sucedió en Volterra...

—Todo —le aseguró Alice.

Le dirigió una mirada elocuente.

—¿Y lo que está a punto de ocurrir?

—Eso también.

Bella asintió con la cabeza y suspiró aliviada.

—Perfecto. Entonces, estamos todos al corriente.

Esperamos pacientemente mientras ella ordenaba sus ideas.

—Bueno, tengo un problema. Alice prometió a los Vulturis que me convertiría en uno de ustedes. Van a enviar a alguien a comprobarlo y estoy segura de que eso es malo, algo que debemos evitar.

Hubo silencio. Bella continuó, alentada por la atención.

—Ahora, esto les afecta a todos —contempló a cada uno de los presentes, deteniéndose en Edward, quien seguía teniendo una mueca—. No voy a imponerme por la fuerza si no me aceptan, con independencia de que Alice esté o no dispuesta a convertirme. Todos ustedes saben lo que quiero y estoy segura de que también conocen la opinión de Edward al respecto. Creo que la única forma justa de decidir esto es que todo el mundo vote. Si deciden no aceptarme, bueno, en tal caso, supongo que tendré que volver sola a Italia. No puedo permitir que vengan aquí.

nightfall | jasper haleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora