No te alejes de mi 2 [Neythan James]

Capítulo 2

Neythan

Me estaba arreglando, para esta noche en frente de mí espejo.

— Vas a salir con esa chica ¿No? — Preguntó Lucinda apoyada en el marco de la puerta de mi habitación, con los brazos cruzados.

— Si — Le dije seco, mientras me peinaba el cabello con la mano.

— Mañana papá te llevará a uno de sus "viajes" — Soltó de la nada. Pude notar tristeza de sus ojos, ya que su cuerpo se reflejaba en el espejo

— Si, ya lo sé.

— ¿Y estás de acuerdo con eso? ¿Te gusta?

Suspiré. Me voltee a verla, ella tenía una mirada triste y perdida. — Lucinda — Levantó la cabeza para verme en cuanto la nombré  — Alguien debe tomar su lugar, y no creo que tú puedas manejarlo 

— Si pero...

— Me gusta y estoy orgulloso de ese futuro Lucy.

Lucinda caminó hasta mi, y la abracé, "ella sabe", yo nunca se lo dije, pero no es tonta. Lucinda jamás podría matar a alguien.

— Neyth — Sollozó mientras la abrazaba.

— Soy tu hermano mayor, aunque me fastidies la vida, yo me encargaré de que nunca tengas que pasar por eso.

(...)

Lazuli le había mentido a su padre de que saldría a hacer un trabajo de la universidad con una compañera, cuando en realidad iba a salir con Neythan. Él le había mandado la dirección. Era un restaurante que quedaba por el centro de la ciudad.
Tomó un colectivo, hasta llegar a la parada, que quedaba a 3 cuadras del restaurante.

Neythan

Sabía que debía ir a buscarla.

Ahora estoy aquí como tarado esperando.

O eso pensé hasta que levanté mi vista hacia la izquierda, y la ví, venir caminando.

Sonreí.

— Así que si viniste ternurita — Le dije una vez quedó en frente de mí.

— Si bueno, debo admitir, que de la forma en la que me pediste que saliera contigo, fue muy directa y segura. Admiré la seguridad con la que me lo dijiste, y creo que por eso acepte mayormente.

— Claro, claro, y que sea guapo no tiene nada que ver también ¿No? — La miré pícaro y ella sonrió.

— No te creas mucho Neyth.

Le hice señas como para que entraramos al restaurante y ella caminó a mi lado

(...)

— ¿Les puedo ofrecer algo? — Dijo el mozo trayendo los menús.

Noe ra necesario que revisara, ya casi me lo sabía de memoria.

— Eh, a mí tráigame un filete y a ella una ensalada.

— En... — Me interrumpió, y voltee a verla — En realidad yo también quisiera un filete.

— Muy bien — Volví a ver al mozo — Para ambos filetes.

El mozo se fue con nuestras órdenes, dejándonos solos.

— No esperaba que comieras eso, mayormente a las mujeres que le gusta la ensalada.

— Pues... Yo sí tengo buen apetito.

Apoye mis codos en la mesa y crucé mis manos — Bien me gusta eso.