Capítulo 18

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Narrador omnisciente

Diego había llegado a su mansión, después de dejar a su acompañante en su respectivo hogar. Y al momento de entrar a la casa, llamó a Félix.

— Al fin te dignaste en aparecer — Le reclamó a su padre.

— Escúchame hijo, tengo algo que decirte. — Diego estaba serio. Y su expresión comenzó a preocuparle a Félix. Quien estaba con los brazos cruzados, pero al momento de ver la cara de su padre se suavizó.

— ¿Qué pasa? ¿Tiene que ver con mi mamá? — Se le apretó el pecho. Cada vez le costaba que el aire entrara en sus pulmones. "Por favor que no sea nada sobre mamá".

— Félix... Tu mamá murió hace dos meses, de un paro cardíaco. — Las piernas de Félix, perdieron fuerza y flaquearon, provocando que si su padre no lo agarraba cayera pesadamente al suelo.
Su rostro estaba estático por la sorpresa. Congelado, sin emitir algún rasgo de movimiento. Su entrecejo estaba fruncido y de allí no se movía.

— Por favor... Dime qué estás mintiendo — Sus ojos comenzaron a humedecerse. Le estaba rogando a su padre, esperando que sea mentira. Su voz tembló  — Dime que es para que no la vea... Por favor... Que solo sea para que no la vea — No resistió más y se quebró. No podía impedir que salieran las lágrimas.

— No Félix — Lo miró con tristeza, como si pudiera compartir su dolor — No es mentira, tu mamá si murió.

Aunque las lágrimas caían sobre sus mejillas, Félix se enojó, torció su entrecejo, frunciendolo de tal manera, que parecía otra persona — ¿¡Por qué me lo dices ahora!? — Le gritó. — ¿Por qué no me lo dijiste hace dos meses?

— Porque en ese entonces no quería que vinieras aquí. Yo te necesitaba y no podía dejar que te pusieras a llorar como un niño. — Si antes pareció mostrar empatía, pues ya no lo aparentaba. Diego había vuelto a ser frío con él.

Conociendo a su padre, sabe que sería una perdida de tiempo seguir discutiendo, y ahora mismo debía ir a algún lado.

¿Dónde está?

— Ya esparcieron sus cenizas Félix

El rostro de Félix, volvió a quedar impactado, el dolor se reflejaba en su cara, y estaba plasmado en él, el claro sufrimiento, que explotó en su interior. Cualquiera que lo viera sufriría con solo observarlo.

— N-ni siquiera le hi-iciste una tu-tumba — No podía hablar de lo roto que estaba por dentro. — ¿Dónde ti-tiraron sus cenizas?

— En un lago.

— ¿Qué lago? — Su rostro estaba paralizado, sus emociones congeladas.

— El que está cerca de la carretera.

Félix sin pensarlo, terminó de pasar por el lado de su padre e irse hacia la puerta. Iría a aquel lago. Pero lo detuvieron.

— No vas a ir a estás horas de la noche. — Le dijo en un gélido tono, sin poder entender todo el dolor que su hijo estaba pasando.

Suéltame. — Sus lágrimas no dejaron de caer, y él no dejaba de verlo sin emoción. Tenía los ojos bien abiertos, con una mirada congeladora. — No quiero estar aquí ahora, necesito ir a ese lago — Se desesperó. Félix había bajado la mirada y sus ojos se movian de un lado a otro. De pronto se detuvieron y habló con una voz partida, quebrada, rota. La Tristeza se quedaba muy corta, para describirlo, Félix se estaba despedazando. Y su voz salió aguda — Necesito despedirme de mamá.

Se quitó la mano que lo agarraba del brazo y salió de la casa.

Diego sacó una radio que tenía en el pantalón — Sedenlo, que no salga — Le ordenó a sus hombres. Quienes acataron fielmente.

No te alejes de mi 2 [Neythan James]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora