Narrador omnisciente
Stephen y Diego acababan de terminar su charla sobre los negocios de ambos
— No sé cómo se lo va a tomar — Se refirió a Félix
— Pues mal — Dijo Stephen sin expresar sentimiento alguno — Después de todo son malas noticias... — Hizo una pausa — ¿Por qué no se lo dijiste antes?
¡Ah! Suspiró Diego — En ese entonces apenas llevabamos un mes de viaje. Si se lo decía, hubiera regresado aquí, y arruinado mis planes.
— No sé que quieres que te diga. Él es tu hijo no el mío.
— No esperaba que tú, me dieras un consejo, solo quería hablar y desahogarme de ese tema. — Stephen simplemente puso su mano sobre el hombro de Diego y le dio dos palmadas.
— Suerte.
Ambos habían salido del despacho de Stephen. Diego se fue por su lado hacía la salida.
Por otro lado Stephen, al darse la vuelta, escuchó que la televisión del living estaba prendida.
— ¿Qué haces aún aquí? — Le preguntó al pequeño Thomás, que se encontraba echado en el sofá.
— Hoy no regresaré a casa. Posiblemente tenga un hermano, así que... Mi habitación secundaría aquí, ¿Sigue igual?
— Está todo como lo dejaste.
— Bien, subiré en un rato.
Stephen sin hablar más, se dio la medía vuelta y subió las escaleras.
Cuando llegó a su habitación, encontró a Lucy cambiándose, se estaba poniendo una de sus camisas. Sus piernas estaban descubiertas. Y no pudo evitar acercarse por detrás.
Uno de sus brazos rodeó por encima del pecho de Lucy, apegándola a él, y su otra mano estaba un poco debajo del estómago de ella. Allí le dio unas leves caricias.
Su labios primero habían besado el cuello de Lucy. Ella giró la cabeza y sus labios chocaron unos contra otros, tenían sus bocas medio abiertas y ambos tocaron sus lenguas, cada uno recorrió la boca del otro. Se habían separado simplemente para mover la cabeza, porque no dejaron de besarse.
Unos suaves pasos se escucharon pasar muy rápido, esa personita estaba corriendo.
— La casa está llena de niños — Le susurró él al oído.
— Así es más alegre — Volvió a besarlo ella.
Stephen ocultó su nariz entre el cuello de Lucy y su hombro. Dejó que el aroma que ella emanaba, invadiera sus fosas nasales.
— ¿Hace cuánto que no lo hacemos? — Preguntó él, sin despegarse de ella.
— Solo pasaron dos días. — Contestó dejándose tocar. Había elevado la mano y le estaba acariciado sus cortos cabellos, mientras Stephen dejaba besos húmedos en ella.
— Fue mucho tiempo, ya siento que no resisto — Le dio la vuelta y la arrojó a la cama. — Al pedo te pusiste mi camisa — Se colocó por encima de ella. Y bajó hasta volver a besarla, metiendo su mano por debajo de la ropa, para así poder acariciarla hasta llegar al pezón, y comenzar a jugar con el — Porque voy a arrancartela.
Lucy estiró los brazos hacia atrás, y Stephen le quitó la camisa. Dejando que ella quedará solo en bragas.
Stephen jugó con los pezones de ella. Su boca los succionaba y Lucy se contraía sobre él. Le apretaba y le jalaba un poco los cabellos.
El muslo de ella, rozaba y a la vez iba estimulando el miembro de Stephen, que cada vez se ponía más duro.
Él arrastró su lengua desde la mitad del pecho de Lucy hasta llegar al hueco de su cuello, hacerse a un costado y dejar un notorio chupón allí.
Una de sus manos bajó hasta rozar el clítoris, y metiendose por debajo de las bragas introdujo un dedo en su interior.
— Estás que desbordas allí adentro — Introdujo otro dedo, mientras los movía rítmicamente a los dos.
— Mi cuerpo ya te extrañaba — Gimió ella.
Stephen levantó su cabeza, para encontrarse con sus ojos, y mirarla con un líbido libertinaje, que era compartido entre ambos.
— Chupalo — Le acercó un dedo de la otra mano a la boca. Y ella lo chupó sin dejar de desearlo con la mirada. — Voy a meterlo. — Dijo finalmente.
Se quitó la ropa y volvió a quedar encima de Lucy. La besó con la lengua, y en un momento succionó la de ella. Justo fue allí que la penetró de un empujón.
— ¡Ah! — Apretó sus caderas contra él.
Stephen no le tenía piedad, y cada embestida era muy rápida y ruda.
— ¡Hnms! ¡Gnms! — Gemía contra los labios de él.
Pero Stephen se detuvo y cambió de posición. La sentó sobre sus piernas, provocando así que los senos de ella se pagarán contra los grandes y anchos pectorales. Sus brazos le rodeaban el cuello, acariciándole la espalda. Mientras él la embestía y jugaba con su ano, penetrandola con un dedo.
Durante casi todo el tiempo, se estaban besando — Más, quiero Más ¡Hgms! — Gimió y exigió al separarse del beso, sus caderas se movían involuntariamente, pidiendo más velocidad.
— Me estás enloqueciendo
Stephen no se contuvo más, y la mordió, para luego sujetar su trasero y penetrarla a una velocidad alucinante...
(...)
Neythan estaba en su habitación echado en la cama. Sin remera, y solo con un pantalón. Tenía el celular en la mano.
Estaba solo, porque al fin Lazuli tenía una habitación aparte.
Pero de la nada, la puerta fue tocada "Toc Toc"
— Pasa — Contestó él.
Al abrirse la puerta, se dio cuenta de que era Su Zuli.
— ¿Qué pasa? — Dijo en cuanto la vio. Ella caminó hasta estar enfrente de él — ¿Tienes miedo? ¿Una pesadilla?
— No — Dijo en un tono suave. Y se acostó en su cama, apoyando su cabeza, sobre el cálido pecho de Neyth.
— ¿Frío? — Se acomodó de costado para abrazarla mejor.
— Un poco... — Elevó la vista y se encontró con que Neyth, no solo la observaba sino que también le acariciaba el pelo.
— Entonces te abrazaré — Le dio un casto, pero tierno beso en la frente. Cerró los ojos, teniendo la barbilla sobre la cabeza de ella.
— Neyth — Lo nombró. Aún lo observaba. — Quiero hacerlo.
"Badum Babum" Sonaba fuertemente el corazón de Neythan. Sus ojos se abrieron en grande y se movió para verla.
— ¿Estás segura? — "Badum Babum" su corazón no dejaba de retumbar contra su pecho.
— Sí, estoy segura... — Extendió los brazos apoyándolos en los hombros de él, y acercó sus labios hasta casi hacer contacto con los de Neyth — Quiero hacerlo — Parecía que le estaba rogando.
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No te alejes de mi 2 [Neythan James]
Romance[Nadie puede decirte que sentir, nadie puede decirte con quien estar] En esta parte contaré la historia de Neythan y Lucinda los hijos de Stephen y Lucy. Un hombre que no sabe amar, una mujer inocente y otra mujer que ya aprendió sobre el amor. de c...