capítulo 28. Noticia de última hora

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Lihuen Husein y Telma Blanco, su esposa, se estaban sentando a desayunar. Él era primo de Mabel y ambos eran padrinos de Lizbeth. Eran una pareja de edad avanzada y no tenían hijos.


Lihuen, con una tostada en la mano, tomó el teléfono y contestó:


--¿hable? --.


--¡hola, Lihuen, hijo! ¿cómo andan? --. Exclamó la voz de doña Mercedes.


--¡tía Mercedes! ¿qué se cuenta? Nosotros todo bien, desayunando al lado de la estufa--. Respondió el hombre.


--Y... aquí, hijo, con frío--. Dijo la señora, mientras pensaba que, si alguien podía hacer cambiar de idea a su nieta, ese era Lihuen.


--¿qué saben de Lizbeth, tía? --. Preguntó entonces don Lihuen.


--¡ay, hijo! ¿qué no te contó la Mabel? ¡se puso de novia, Lihuen y con un negro. ¡Para terminar de completarla, ya tiene una hija y todo! --. Dijo la señora.


--Hmm... No, tía, no sabíamos nada de esa parte del cuento, pero si ella está bien...--. Dijo el señor, sabiendo que su ahijada no era ninguna tonta y que sabía lo que hacía.


Doña Mercedes suspiró, decepcionada. Su plan era que su sobrino político se pusiera de su lado, llamara a Liz y la convenciera de dejar a aquel joven y volver a la Argentina, entregando su hija al padre, para tener una vida normal y tranquila, olvidando tanto el viaje, como al muchacho y a la niña.


Lihuen miró a su mujer y pensó que a ella tampoco le agradaría que interfiriese en la vida de Liz.


--Te llamaba para ver si vos podías hablarla y convencerla de que se aleje de ese chico y vuelva para acá, a casa de sus padres, comience a trabajar de profesora y se busque un novio como Dios manda-Dijo Mercedes, rezando para que él aceptara.


--Me va a disculpar, tía, pero nosotros no podemos hacer eso. Si mi ahijada lo eligió, debe ser bueno. Liz no es tonta, tía y si ella lo quiere y él la quiere.... Y si ya tienen una nena...--. Doña Mercedes lo dejó por imposible y dijo, para darle otra perspectiva:


--Lizbeth fue muy grosera con Cristina y Lujancita, Lihuen. Les dijo que eran unas víboras y... ellas son la familia, hijo ¿entendés? Ese.... Chico la está aconsejando mal--. Lihuen suspiro. Liz podía ser muy hiriente, pero nunca atacaba sin razón. La muchacha era como una yegua mansa, pero cuando la enojaban....


El hombre se había criado en el campo y de ahí esa comparación.


--Mire, tía, si usted quiere, yo la llamo, a Liz y... le digo que no sea tan grosera, pero no puedo decirle que deje al chico. Yo creo que deberíamos conocerlo y ya después...--. Doña Mercedes se rindió y dijo:


--Bueno. Llámala y fíjate que podés hacer--. Luego, furiosa, colgó.


Se encontraban en Rusia. En ese momento, Liz se encontraba a solas con Elleb, pues Frank fue a depositar la plata para Marizza, cuando el celular le suena en el bolsillo.


--¿Hola? --. Dice la muchacha, sentando a Elleb, con un nuevo pañal en sus piernas.


--¡Epa, chinita linda! ¿cómo estamos por ahí? -


--¡padrino! Me leyó la mente, justo iba a llamarlo para...--. Dice Liz sonriendo.


-Tu abuela te ganó de manos, hija. Ya me enteré que tenés un novio y una nena--. Dice Lihuen.


-- Y seguro que mi abuela ya le contó que es negro, que estoy enamorada de él y que traté mal a su querida hermana y a su amada sobrinita, ¿verdad? --. Dice ella, mientras la sonrisa se iba desdibujando.

Oportunidades en la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora