capítulo 36. Porque el amor es más fuerte que la muerte

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Capítulo 32

Porque el amor es más fuerte que la muerte

Liz pudo levantarse tres días después.

La chica decidió, ignorando las protestas de todas sus amigas, que la boda sería menos extravagante, a causa de todo lo ocurrido.

Esa mañana se levantó, se puso una blusa negra, unos jeans nuevos y las sandalias rosas y salió con su familia, directo al registro civil.

Llegaron, dijeron "¡sí, acepto!" firmaron el libro, luego firmaron los testigos, Liliana y Giovanni y salieron.

La puerta sonó y Frank fue a abrir.

Marcos, Andrés, Norma, María, Alexandra, Mariana, Armando, Esteban, Georgina Romano, Noelia Nicholson y las cinco amigas de Liz, estaban reunidos allí.

--Sé que dijiste que nada muy lujoso--. Dijo Elena, entrando a la cocina.

---Pero eso no impide que te arreglemos un poco--. Agregó Georgina, presentando su valija de trabajo, al tiempo que Marcos armaba la camilla.

--No es nec...--. Comenzó Liz, pensando que volvía a sentirse como en los juegos del hambre.

Entre Noelia, Georgina, María, Alex y Mariana, se dedicaron a cubrirla de chocolate, como hiciera ella tantas veces.

--¡mira, Elleb! --. Dijo Frank, entrando con la niña.

--¡mami de chocolate! --. Dijo ante la sonrisa de la pequeña al mirar el cuenco que Georgina sostenía.

--¿puedo comer un pedacito? --. Preguntó Frank, acercándose a Liz, que permanecía en ropa interior.

--¡espera a la noche de bodas, por lo menos! --. Dijo Noelia, riendo y aplicando chocolate en la nariz de la chica.

Frank sonrió y, luego de inclinarse, besó los labios, recubiertos de delicioso chocolate, de Liz.

Luego de pulirla, le arreglaron las manos, los pies, el pelo y Claire y Elena se dedicaron a pintarla.

Hannah entró con el vestido. Era blanco, sencillo, sin tanto adorno, lo que había contribuido a aumentar las protestas femeninas.

Tenía un poco de pedrería en el corpiño, ajustado en la cintura y la falda se abría de cintura hacia abajo y unas sandalias doradas, con plataforma.

Así entró Lizbeth Clarice Lejeoune Husein Bradock a la catedral de la ciudad de Tucumán, para recibir la bendición del cielo y unirse en sagrado matrimonio con el hombre a quien amaba y que la amaba.

Bajó del auto, del brazo de Cesar, quien la entregaría en el altar y entró, al ritmo de la marcha nupcial.

Frank se emocionó al ver entrar a su pequeña Elleb llevando los anillos escoltada por Mabel y su madre, al levantar la vista su corazón latió como nunca al ver a Liz entrando vestida de blanco del brazo de Cesar y acercándose a paso firme y seguro hacia él.

--Aquí tienes a mi hija, Frank. Espero que sean felices-. Fue la frase murmurada por cesar.

--Te entrego a mi único hijo, Liz, para que lo ames y cuides de él--. Dijo Michelle y unieron sus manos.

La misa dio inicio.

--queridos hermanos, estamos aquí reunidos para celebrar la unión en sagrado matrimonio de estos dos jóvenes--. Comenzó el sacerdote.

--Dios estableció la ley del matrimonio para que el hombre y la mujer permanezcan unidos por el resto de la eternidad--. Agregó Frank fue el primero en leer sus botos.

Oportunidades en la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora