Esa mañana, Darío se sentía mejor que en mucho tiempo. Hoy Javier rendía su examen de ingreso y él, Darío, conocería a las pequeñas de Marizza.
El hombre estaba muy ansioso. Sabía, podía sentirlo, que el tiempo se le agotaba y Liz, arriesgándose a tener otra pelea con su hermana, le ofrecía la oportunidad de pasar una tarde con sus tres nietas para conocerlas. "creo que esta será una de las últimas tardes de mi vida, si no es que es la última" pensó, mientras salía.
Liz se había ido a trabajar temprano. Aquel lunes de mediados de agosto, era el examen de ingreso de Javier y ella, Frank, Elleb y las gemelas, asistirían para acompañarlo a él y para que Darío conociera a las pequeñas de Marizza, quien accedió a dejarlas al cuidado de su hermana y cuñado, para poder ir a rendir el parcial de una de las materias y de allí dirigirse al trabajo.
Michelle ayudó a su hijo a alistar a las tres chiquillas y Frank salió en un taxi.
El plan era encontrarse con Javier y Darío, en la puerta de la vieja escuela de Liz y ella se reuniría con el grupo una hora más tarde, almorzarían y una vez Javier entrara a rendir, ellos se irían a dar una vuelta con las niñas por el centro, para que Lejeoune conviviera con las tres en un ambiente sin tensiones y controlado por Frank y Liz, en caso de cataclismo.
El joven llegó, pagó y bajó, seguido por las tres niñas.
Las gemelas ya tenían dos años y caminaban sin tropiezos y sus lenguas ya se habían soltado del todo.
Frank llegó frente al antiguo edificio de gran fachada, que delataba los casi doscientos años de aquella construcción.
A lo lejos se escuchan los gritos del alumnado y un timbre, indicando el recreo.
--¡Frank! --. Se escucha la voz, nerviosa de Javier y unos segundos después, se ve al muchacho aproximarse, acompañado de su padre.
El joven va vestido con el uniforme de la escuela, el pelo, perfectamente arreglado y los zapatos brillantes.
--¡Javi! --. Dice Elleb, corriendo hacia él y riendo, cuando este la levantó.
Darío se acerca a Frank y los dos hombres se estrechan las manos.
--Ellas son sus nietas, Darío. La que tiene las perlas se llama Aziza y la otra, Zareen--. Presenta el joven.
Darío se agacha e intenta tomar a las niñas, que corren y se pegan a Frank.
--¿no van a saludar al señor? --. Dice Frank, mientras Aziza y Zareen se toman de las manos.
Las dos niegan y en ese momento, el celular de Frank suena.
--¡vida! ¿dónde estás? Sí. Ya están aquí. No, las niñas de Marizza no se acercaron. ¿segura? Ok. Está bien. Aquí esperamos. Te quiero--. Dice, contestando la llamada.
--¿dónde está la Liz? -Pregunta Darío, mientras Elleb vuelve junto a su padre.
--Está a unas cuadras. Me dijo que la esperásemos aquí, que llegaría en un minuto--. Responde Frank, mientras Javier se acerca a las gemelas.
Diez minutos después, más o menos, a lo lejos se deja oír el "tac-tac" del puntero de un bastón y un segundo después, Liz aparece por detrás de un puesto de flores.
Darío la mira ir hacia ellos. A sus ojos, la imagen de su hija mayor caminando, parece ir en cámara lenta y él, parado contra el sólido muro de la vieja escuela, puede apreciar cada detalle de su físico, así como cada movimiento que ella realiza, esquivando bancos, pilares.
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Oportunidades en la vida
RandomLizbeth decidió dejar su vida atrás y aventurarse en las azules aguas del océano, en busca de algo que es casi imposible de conseguir: escapar de un pasado que le dejó profundas heridas, algunas aún sangrantes, y otras que parecían casi curadas pero...