capítulo 28. La trampa de Hefesto

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Unas semanas después.

Frank decidió llevar a su mujer y su hija a dar una vuelta. Luego de pedir un auto a Josef, subieron los tres y se dirigieron al "parque del milenio".

El parque modernista, estaba repleto de gente y luego de guardar el coche en una guardería, bajaron y se unieron a la multitud.

Llegaron al gran parque y Frank mostró a Elleb y describió a Liz, las imágenes que reflejaba el Cloud Gate.

Luego de mirar la fuente Crown, a la que no pudieron disfrutar del todo, a causa del intenso frío, se dirigieron a la pista de patinaje sobre hielo, donde Liz estuvo a punto de romperse un tobillo y Frank por poco arroja a un joven, quien se acercó a la muchacha y dijo, con la única intención de ayudarla:

--¿Te encuentras bien? ¡Si quieres te enseño a patinar! --.

En ese momento, llegaron Claire y Adam, quienes venían de la Wrigley Square.

--¡No mates a nadie, Frank! ¡Justin es el nuevo instructor de patinaje! --. Rio Adam, saludando a Justin y luego se llevaron a Elleb.

Frank tomó a Liz de las dos manos y comenzó a llevarla por el hielo.

--¡Relájate! ¡vamos! --. Dijo el joven, recordando su época de instructor en aquella pista.

--¡Vengo de un clima tropical, no me juzgues! --. Dijo ella, riendo, la segunda vez que terminó en la helada superficie.

--Deja relajadas las pantorrillas--. Intervino Justin, llevando a una adolescente.

--Confía en tu instructor particular--. Instó Frank, reteniéndola entre sus brazos.

Los dos jóvenes se tomaron de las manos y comenzaron a deslizarse. Esta vez, Liz consiguió relajarse y Frank le soltó la mano.

La muchacha, quien no dominaba los patines por completo, no consiguió frenar a tiempo y fue a estrellarse con Justin, que supervisaba a su alumna.

--D... D... D... Disculpa, Justin... Y... Yo...--. Dijo la joven, mientras el guapo instructor la retenía.

--Para detenerte, debes poner las puntas de los pies en ángulo--. Dijo Justin, sonriendo a la inexperta muchacha.

--¿De dónde eres? --. Preguntó, siempre con los ojos fijos en la adolescente que daba vueltas.

--Soy de Argentina. Allí no hay pistas de hielo y solo las conocía por las películas--. Dijo Liz, mientras Frank se detenía, dibujando un corazón.

--¡Lo haces muy bien! --. Dijo Justin, cuando el moreno llegó junto a ellos y tomó a su mujer de la mano.

--Gracias. Hace años trabajaba aquí--. Dijo Frank, sonriendo, mientras la adolescente se detenía para mirarlo.

--¿Nos vamos? --. Preguntó a Liz, pensando en llevarla al Lurie Garden.

Los dos se despiden del instructor y salen de la pista.

El Lurie Garden, era un gran jardín, al cual lo recorría un arroyo artificial, con senderos.

--¡Es increíble! --. Dijo Liz, suspirando, mientras su aliento se convertía en volutas de vapor.

--Pareciera que no hay nadie más--. Agregó levantando a Elleb.

Siguieron caminando, Liz, con la mano en el hombro de Frank y Elleb sujeta en la cadera.

Una joven, más o menos de la estatura de Liz, aparece, acompañada por la misma adolescente que patinaba y sin pensar, sin siquiera mirar, corre hacia Frank, da un manotazo a Liz, haciéndola soltarse del hombro del chico, se cuelga de su cuello y luego de gritar:

Oportunidades en la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora