Lagrima del Hada

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El único testigo fue el Supremo Universo, sin intervenir vio como sus hijos luchaban a muerte, las lágrimas de aquella inocente muchacha fueron la prueba de semejante atrocidad.

Natsu cerró sus ojos con la angustia torturándolo lentamente. Sus dedos presionaron los brazos inertes de la maga estelar y miró a Wendy perturbado esperando alguna respuesta favorable.

—Lucy, despierta, por favor —rogó en un susurro.

—¡Roja! —interrumpió Juvia llegando hasta los demás, la maga de agua señalo con insistencia la ventana.

—¿Cómo que roja? —cuestionó Levy asomándose a la ventana. Por un instante el pelirrosa desvió su atención hacia el semblante sorprendido de sus demás nakamas, era un problema más que le producía malestar, aunque tenía necesidad de saber que estaba ocurriendo sus ojos regresaron a Lucy y los nervios retornaron a carcomer su estabilidad. Wendy seguía concentrada y divisaba cierta frustración en sus ojos.

Sus labios se separaron para liberar un interrogante desesperado, sin embargo, una luz incandescente interrumpió en la habitación. El mago de fuego cubrió el cuerpo de Lucy y miró inmediatamente a los demás magos que ya estaban listos para atacar de ser necesario. No obstante antes ellos aparecieron dos jóvenes con miradas alertas.

—¡Permítanos acércanos a nuestra ama! —exclamó Eriol evitando así una disputa. Jellal se paró al lado de Erza e indicó a los demás que no se atrevieran a atacar.

—¿Quiénes son ustedes? —cuestionó Natsu desconfiado. Aquellos desconocidos miraban con insistencia a Lucy y en aquellas circunstancias no se atrevería a dejarla expuesta ante desconocidos.

Allen al retomar la calma con un gesto le indicó a Eriol que le cediera la palabra.

—No tenemos tiempo de dar una explicación detallada, solo deben saber dos cosas —sus oscuros ojos se posaron en cada uno de los magos—. Lucy Heartfilia es nuestra ama, esa luna roja es la señal de que la Lagrima del Hada la eligió como su protectora. Necesitamos guiarla hasta ella de inmediato.

Gray achicó sus ojos receloso, era imposible que algo así estuviera ocurriendo, de repente dos extraños estaban en su habitación dándoles respuestas a los sucesos que los estaban poniendo en graves problemas. Allen bufó exasperado, tenían una misión y debían cumplirla a como diera lugar.

—Tenemos esto —al elevar su brazo derecho dejó a la vista un pequeño frasco con un líquido morado—. Es una pócima que por el momento permitirá que nuestra ama Lucy recobre la conciencia, sin embargo, tendrá que venir con nosotros porque no durara por mucho tiempo.

Natsu siseó por lo bajo, con el dorso de su mano verificó que la temperatura de Lucy estaba disminuyendo a comparación de unos minutos.

«No te preocupes, Lucy. Si es una trampa te protegeré», pensó calmando su furtiva furia por la impotencia que estaba experimentando.

—Háganlo —dictaminó con voz firme. Ignoró las protestas de Levy guiada por el miedo a que Lucy saliera herida. Allen asintió sabiendo que aquel desconocido pelirrosa era el más congruente del grupo, miró a Eriol fugazmente y el muchacho de inmediato arrebató el frasco de su palma extendida y se acercó a Natsu agachándose para quedar a ver a Lucy de cerca.

—Por favor sostenga a la señorita Lucy —el mago de fuego se mantuvo pendiente de los movimientos de Eriol, cuando sus miradas se encontraron Natsu relajó su postura especulando que ese muchacho con mirada dulce era confiable. Eriol soltó aire con serenidad y agitó el frasquito.

—Sea fuerte señorita Lucy... —susurró Eriol, mientras que separaba con delicadeza los labios de Lucy—, bébalo... —con un sutil movimiento cerró sus rosados labios y vislumbró ansioso verla despertar.

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