Las puertas del Mundo Uno

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El tiempo había acabado y el momento del final de aquella batalla también. Nadie dijo algo mientras recorrían los últimos tramos hasta la intercepción. Lucy iba frente al grupo guiándolos hasta donde llevarían a cabo el plan, estaba segura que su presentimiento podría darle la esperada victoria. Era lo que más anhelaba, que todo por fin acabara y volver a su hogar.

Antes de anunciar que estaban ya en la zona se permitió no perder de vista el cielo teñido de tonalidades rosáceas, dentro de unos minutos la noche llegaría junto a la luna llena.

—Es aquí.

Los presentes asintieron mirándose entre todos, era cierto, se percibía la presencia de Zeref.

—Ya saben que deben hacer —recordó Jellal a los magos.

Lucy giró levemente su cabeza y les sonrió tenuemente mientras ratificaba segura.

Se irguieron mientras caminaban tras la maga estelar. Estaban cerca de las afueras del bosque, alrededor se distinguía unos cuantos árboles que los acompañarían durante aquel proceso. Lucy contuvo la respiración al advertir una figura a lo lejos.

—Vinieron puntuales —habló Zeref, serenamente.

—¡Por supuesto! ¡Acabaremos contigo, idiota! —exclamó Natsu dando un paso al frente.

—No tengo muchas ganas de hablar —sentenció observando a los presentes detenidamente—. Para que esto sea rápido, solo debes entregarme la Lagrima del Hada, muchachita.

Lucy alzó su mentón y apretó sus manos en puños.

—No. No te entregare lo que quieres.

Zeref chasqueó su lengua y sus hombros se relajaron.

—Todos los que fueron antes de ti decían lo mismo —Lucy observó en su figura un atisbo de arrebato—. Sin siquiera saber qué es lo que realmente están defendiendo.

—Acabaste con la vida de personas, eso es suficiente para saber que estoy defendiendo.

—Una respuesta muy desacertada —río, Zeref —. Pero basta de habladurías, la luna llena se está asomando y necesito lo que tienes.

—¡Eso mismo! —Natsu avanzó bosquejando una sonrisa confiada—. Tendrás que pedir muchas disculpas.

—Vaya, muchos magos contra uno. Es una desigualdad perfecta, mis enemigos y los traidores juntos.

—Usted nos traiciono, mi Señor —habló Aedus emitiendo una voz profunda.

Natsu miró con el rabillo del ojo a Lucy, realizó un gesto desapercibido entre el intercambio de palabras de Zeref y Aedus, era hora de iniciar, el mago bostezo sonoramente captando la atención del enemigo.

—Nos gustaría seguir hablando —musito energéticamente, listo para luchar Natsu comenzó a correr hacia Zeref alzando su puño en llamas—. ¡Pero tenemos que pelear!

Zeref no se percató del ataque, apenas logró cubrirse del puño de Natsu, al elevar la vista vislumbró a los magos preparados para lanzarse contra él. Apretó su mandíbula al percibir que Lucy era dejada atrás protegida por sus tres guardianes.

—¡Rugido del dragón de fuego! —la llamarada de fuego desvió su atención a los magos que se lanzaban contra él en una batalla que estaba dispuestos a librar sin rechistar.

—¡Vigas celestiales! —Zeref alcanzó a visualizar unos rayos provenientes de Jellal, el mago se lanzó a un costado intentando esquivar. Al llegar al otro lado del campo extendió su mano derecha, mascullando.

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